Ir al contenido
_
_
_
_

Construir carriles bici como en Copenhague en ciudades de todo el mundo ahorraría 435.000 millones al año en salud

Un estudio analiza los trayectos en más de 11.500 urbes de todo el mundo y concluye que impulsar los desplazamientos activos tiene efectos positivos en el medio ambiente

Una mujer pedalea por un puente solo para bicis en Copenhague.
Miguel Ángel Medina

La movilidad activa, a pie y en bicicleta, tiene efectos muy positivos sobre la salud de cada persona, ya que supone un ejercicio diario. Pero la planificación urbana no siempre tiene en cuenta este aspecto, pues muchas ciudades privilegian más moverse en coche —con grandes autopistas urbanas, aceras estrechas y sin espacio ciclista— que hacerlo de modo sostenible. Un completo estudio publicado este lunes en la revista científica PNAS analiza los trayectos en más de 11.500 urbes de todo el mundo y da más argumentos para humanizar los entornos urbanos: construir carriles bici siguiendo el modelo de Copenhague podría reducir las emisiones cerca de un 6% y ahorraría hasta 435.000 millones al año en salud.

El trabajo revisa los modos de viaje anonimizados realizados en 2023 en 11.587 ciudades de 121 países y seis continentes, donde viven unos 2.000 millones de personas (alrededor del 41% de la población global) y los procesa con un modelo jerárquico bayesiano, un método estadístico que modela datos con muchas variantes (por ejemplo, clima, precio de la gasolina, PIB per cápita o salario medio).

Varios ciclistas pedalean por una calle de Ámsterdam.

“La principal conclusión de nuestro trabajo es que hay beneficios sustanciales para la salud y el clima al rediseñar las calles con carriles bici. Estimamos que una expansión de vías ciclistas similar a los niveles de Copenhague reduciría las emisiones de coches privados alrededor de un 6%” en las ciudades analizadas, explica por correo Adam Millard-Ball, principal autor del estudio. “En segundo lugar, el clima no es una excusa, dado que urbes con climas tanto cálidos como fríos, e incluso donde llueve o nieva a menudo, también tienen niveles importantes de gente que camina o pedalea. En tercero, las ciudades no se tienen que convertir en Copenhague o Ámsterdam para tener éxito: hay numerosos ejemplos positivos por todo el mundo, de Buenos Aires a Montreal u Osaka”.

Así, el paper constata que la construcción de cada kilómetro adicional de carril bici se asocia con aproximadamente 13.400 kilómetros adicionales de desplazamientos en bicicleta. “El peligro del tráfico es una de las principales razones por las que la gente no usa la bici, y los carriles bici pueden hacerlo más cómodo y seguro. Claro que no todos son iguales: los carriles bici protegidos son especialmente eficaces, mientras que aquellos ubicados en zonas urbanas donde mucha gente pedalea y donde conducir y aparcar es difícil son los más aptos para atraer nuevos usuarios”, comenta Millard-Ball.

Y añade: “En casi todas las ciudades, hay mucha demanda acumulada: la gente quiere ir en bicicleta, pero no lo hará si las calles son demasiado peligrosas”. Además, han comprobado que en las urbes con menor pendiente suele haber mayor proporción de ciclistas, mientras que otras variables como el precio de la gasolina también impulsan que la gente se desplace más en bici o andando.

Dos personas caminan por una acera estrecha en el centro de Madrid.

Otra idea es rediseñar las calles para que los desplazamientos activos —a pie y en bicicleta— sean más seguros y cómodos. “El diseño de las calles —aceras, cruces seguros y medidas de pacificación del tráfico, como cruces elevados—, es importante para los desplazamientos activos”, señala el documento. Con esas medidas se puede facilitar la caminabilidad, es decir, permitir más desplazamientos a pie, lo que también tiene amplios beneficios para la salud y para la reducción de emisiones.

En España, queda mucho por hacer: un reciente informe de la Red de Ciudades que Caminan analizó 950 calles de 85 urbes españolas y llegó a la conclusión de que el 68% del espacio público se dedica a los coches y solo un 32% es para los peatones (que deben compartirlo con el mobiliario urbano, árboles y vehículos mal aparcados), una cifra que baja hasta el 25% en la periferia urbana. Además, la mayoría de las aceras son estrechas y no cumplen los criterios de accesibilidad, sobre todo en las afueras metropolitanas, y un 14% de ellas tienen menos de un metro de ancho, lo que hace muy difícil caminar por ellas a personas vulnerables.

Beneficios de densificar las ciudades

Un tercer hallazgo del nuevo estudio tiene que ver con los beneficios de densificar las ciudades, es decir, lograr que más gente viva cerca y en edificios altos, frente a la tendencia cada vez más extendida de crear periferias con casas dispersas donde la única forma eficiente de moverse es en vehículo privado. ¿Cómo se puede hacer? “Ciudad de México o São Paulo facilitan la construcción densa eliminando los requisitos para que los promotores inmobiliarios estén obligados a construir amplios estacionamientos. Otros requisitos que las ciudades pueden reformar incluyen reducir la distancia entre los edificios y la calle, o aumentar los límites de altura de los edificios”, apunta el investigador.

Manuel Franco, profesor de investigación Ikerbasque en el Basque Centre for Climate Change (BC3) —que no ha participado en el estudio—, señala por teléfono: “Las ciudades más densas ayudan a que la gente se mueva más a pie, porque es más difícil moverse por ellas en coche, y hay más sitios cercanos a los que ir, lo que hace que se camine más”. En su opinión, “el artículo muestra que todas las ciudades se pueden hacer más caminables y destaca que caminar tiene un efecto muy potente sobre la salud y sobre el medio ambiente, porque reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. A la planificación urbana le debería importar mucho, porque nos afecta a todos como ciudadanos”.

El trabajo también concluye que en países como la India y los Estados Unidos, donde las tasas de mortalidad de peatones son elevadas y aumentan rápidamente, “la reducción de las muertes por accidentes de tráfico puede ser el beneficio más significativo de las infraestructuras para ciclistas y peatones. Otros beneficios son la reducción de la contaminación atmosférica y del estrés psicofisiológico”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad —es un apasionado de la bicicleta—, consumo y urbanismo, entre otros temas. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’. 
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_