John Kerry: “Vivimos una nueva etapa de terraplanismo y hay gente tratando de vender que el cambio climático es un engaño”
El ex secretario de Estado demócrata augura que “la transición energética continuará” pese a Donald Trump


El demócrata John Kerry (Aurora, EE UU, 81 años) lo ha sido prácticamente todo en la política estadounidense. También candidato a presidente en 2004, cuando perdió ante George W. Bush. Barack Obama lo nombró secretario de Estado en su segundo mandato, desde donde desempeñó un papel determinante en la firma del Acuerdo de París en 2015. Eran tiempos muy diferentes a esta convulsa etapa del segundo mandato de Donald Trump, quien lanza ataques a la ciencia e intenta torpedear los esfuerzos globales por contener el calentamiento y paliar la crisis medioambiental en el planeta. Trump sobrevuela toda esta entrevista por videoconferencia concedida a Le Figaro, La Repubblica y EL PAÍS en vísperas de una conferencia de la ONU sobre océanos, que se celebrará la semana que viene en Niza (Francia). Kerry, cuyo último cargo fue el de enviado especial para el clima de Joe Biden, trabaja ahora en un fondo de inversiones enfocado en la transición energética.
Pregunta. ¿Por qué es importante el tratado de alta mar? ¿Es un fracaso que dos años después no se haya alcanzado la ratificación de los 60 países necesarios para que entre en vigor?
Respuesta. Es un fracaso global que después de todos estos años no tengamos leyes que gobiernen una gran proporción de nuestros océanos: la alta mar, que está fuera de la jurisdicción de los países. Y como resultado hay un comportamiento extraordinariamente escandaloso en la alta mar. Tenemos países que están incurriendo en la esclavitud moderna en los barcos. También, en algunas zonas, hay decenas de miles de pequeñas embarcaciones que se dedican a la pesca ilegal. Pero no lo hacen solos, sino que necesariamente deben contar con barcos más grandes, cuya bandera no siempre es verdadera. Esos grandes barcos se sientan a esperar a que los ilegales les traigan el pescado que luego procesan y envían por todo el mundo. Hay mucha piratería. Hay contrabando de armas, contrabando de drogas, contrabando de personas, y no tenemos leyes que hayan regulado este tipo de actividades y se hayan aplicado. No podemos permitir que esas actividades persistan en la zona de oscuridad que existe en la alta mar.
P. Este 2025 se cumplen diez años de la firma del Acuerdo de París. Trump ha vuelto a sacar a su país del pacto y el año pasado el calentamiento fue ya de 1,5 grados respecto a los niveles preindustriales. ¿Cree que París fracasará como Kioto?
R. Bueno, Kioto tenía exigencias que no existen en el Acuerdo de París, donde se permite que cada país decida cuál será su enfoque frente a este desafío. Así que realmente no es lo mismo. Trump se retiró del Acuerdo de París en su primer mandato, pero el pueblo estadounidense permaneció. A nivel subnacional, los Estados y las ciudades, con sus dirigentes políticos, continuaron aplicando leyes sobre renovables y transición a una economía de energía limpia. Hubo más de mil alcaldes, los de cada ciudad importante de EE UU, que se mantuvieron en el acuerdo. Además, 37 gobernadores operan bajo lo que se llama leyes de cartera renovable que les exigen cumplir con ciertos objetivos de despliegue de renovables. El mercado está demostrando que es rentable y está atrayendo capital privado en cantidades mucho mayores que nunca. El año pasado se invirtieron alrededor de dos billones de dólares en energía limpia en el mundo. En cuanto a los ciudadanos, está la transición a los vehículos eléctricos, la instalación de paneles solares... Hay toda una serie de cosas que están sucediendo y que continuarán. Pero lo que ha hecho el presidente Trump ha afectado el ritmo de esta transición. Y el ritmo es fundamental porque la ciencia nos dice que van a suceder ciertos impactos negativos si no actuamos lo suficientemente rápido para cambiar de dirección.
P. ¿Qué le diría a esas personas que piensan que EE UU no es un socio fiable en la diplomacia climática y medioambiental?
R. Les diría que gran parte de Estados Unidos sigue avanzando en la dirección correcta. Desafortunadamente, el presidente Trump obviamente ha dificultado mucho la participación de EE UU. Y eso es una pérdida, no solo para el resto de países, sino para Estados Unidos, para nuestros propios ciudadanos que no se beneficiarán de ser un buen socio. Es muy lamentable y aquellos que hemos trabajado toda una vida moviéndonos en la dirección correcta e impulsando una buena política, no una política ideológica, sino una buena política basada en la ciencia para responder al desafío de la crisis a la que nos enfrentamos a nivel mundial, obviamente, estamos decepcionados. Pero vamos a luchar y seguir haciendo todo lo que esté a nuestro alcance.
P. ¿Le preocupa el cambio de posición de algunas grandes empresas y entidades financieras en su país sobre la lucha contra el cambio climático?
R. Algunas empresas se han retirado públicamente de sus compromisos, pero dicen que van a seguir poniendo el dinero y el esfuerzo para alcanzar esos objetivos. Por lo tanto, es demasiado pronto para decir cuál va a ser el nivel de impacto. Pero creo que es lamentable que algunas personas se hayan sentido obligadas a tener que hacer eso. Obviamente, están preocupadas por el impacto de las represalias en sus negocios, pero creo que esto también contribuirá a ralentizar las cosas. The Wall Street Journal puso este titular hace unas semanas: “La transición a la energía limpia es imparable”. Cuando The Wall Street Journal pone ese tipo de titular... Lo que está pasando sí afectará al ritmo de la transición. Pero la transición energética continuará y el mayor desafío es si nos comprometemos a hacer que ocurra tan rápido como dice la ciencia que debe suceder.

P. En su país se ha despedido a científicos y se prevé cerrar bases de datos internacionales, ¿cree que la Administración ha entrado en una especie de oscurantismo o macartismo respecto a la ciencia?
R. Efectivamente, algunos proyectos y subvenciones para ciencia a las universidades se han cortado. Es una tragedia. Hemos aprendido a lo largo de los siglos que la ciencia es esencial para todos. En 1755, Lisboa experimentó un impresionante terremoto y, luego, un tsunami. Todas las iglesias de la ciudad fueron destruidas y murieron unas 40.000 personas. Durante años esto encendió un gran debate entre pensadores tan notables como Immanuel Kant, François Voltaire y Jean-Jacques Rousseau. Y la pregunta era: ¿por qué sucedió? Había quien argumentaba que un Dios vengativo había descargado su ira contra la gente por la forma en que se estaba viviendo. Pero de aquel debate finalmente resultó la Era de la Razón, la Era de la Ilustración, basada en la ciencia. Así, de alguna manera, dejamos atrás el terraplanismo. Ahora vivimos en una nueva etapa de terraplanismo donde tenemos gente que intenta vender que el cambio climático es un engaño sin ningún tipo de base. Están gastando miles de millones de dólares para hablar sobre el gas verde, y de las virtudes del petróleo y el gas.
P. ¿Pero le parece una forma de macartismo?
R. Eso depende de lo que se entienda por macartismo. ¿Hay un atropello de la realidad y los hechos? ¿Hay un llamamiento a acusar a la gente, a enfrentar a unos con otros? Sí, hay una polarización, y la polarización es realmente peligrosa. Pero creo que lo importante es que hace siglos tuvimos una lucha por los hechos y la ciencia. Y ahora tenemos una nueva lucha en la que hay que devolver el crédito a la ciencia. Estamos en una situación difícil en la que luchamos contra pistas falsas, contra hombres de paja... Tuve un colega en el Senado de los Estados Unidos llamado Daniel Patrick Moynihan. Fue un gran senador por Nueva York y dijo que todo el mundo tiene derecho a su propia opinión, pero no tiene derecho a sus propios hechos.
P. ¿Y cómo puede el mundo recuperarse de estas acciones dañinas de EE UU a la investigación?
R. Vamos a recuperarnos si la gente entiende su propio empoderamiento. Francia, Alemania, Europa y más países tienen la capacidad de hacer ciencia, de aumentar las inversiones. Y eso va a tener que suceder. No es muy diferente al debate sobre las necesidades de defensa europeas en el contexto de Ucrania, se ha decidido gastar más.
P. El nuevo documental de David Attenborough muestra la necesidad de proteger las reservas marinas de la pesca de arrastre de fondo. ¿Qué le parece?
R. Creo que es absolutamente esencial que protejamos estas áreas de la pesca de arrastre de fondo. Yo fui el presidente del subcomité de pesca en el Senado de los Estados Unidos. Reescribimos nuestras leyes de pesca varias veces, y en el proceso tuvimos muchas discusiones sobre la pesca de arrastre de fondo. Nunca encontramos consenso. Pero es extremadamente destructiva, porque asola el fondo del océano sin discriminar. Arranca las praderas marinas y eso libera el dióxido de carbono que se ha almacenado en el océano. Tiene un profundo impacto. He visto la película y realmente muestra ese aspecto destructivo. Esa no es la forma correcta de pescar y tenemos mejores formas de hacerlo.
P. Trump ha aprobado una orden ejecutiva para autorizar la minería en los fondos marinos, incluso en las aguas internacionales. ¿Qué le parece?
R. Eso no es realmente necesario y, además, tiene el potencial de causar daños extraordinarios. Todos sabemos lo que la minería le ha hecho a la superficie de la tierra. Creo que sería un paso muy peligroso.
P. Esta conferencia de los océanos se celebra en el contexto de un fuerte conflicto entre la Administración Trump y la UE por los aranceles. ¿Cómo puede impactar una guerra comercial en la protección de los océanos y, en general, en el cambio climático?
R. Me opongo a los aranceles. Creo que no son la forma de llevar a cabo iniciativas multilaterales reflexivas. Crea un unilateralismo que se convierte automáticamente en una especie de ojo por ojo que se sale de control y tiene un profundo impacto negativo en las certezas y la claridad que el mercado necesita. Ya se están reteniendo grandes cantidades de capital y muchos economistas han pronosticado la posibilidad de que esta batalla arancelaria produzca una recesión. Y tenemos precedentes como el de los años veinte con Herbert Hoover, cuando vimos lo que pasó con esta batalla arancelaria. Así que creo que el resto del mundo va a reaccionar. En los Estados Unidos muchos empresarios que conozco están profundamente preocupados por la dirección en la que se ha movido la Administración, y espero que podamos volver a un proceso más ordenado y estructurado. Ahora bien, eso no quiere decir que el comercio mundial no deba ser reformado y que en algunos casos no se necesiten mejores reglas, una mejor aplicación y una mejor rendición de cuentas.
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