Once niños con sordera incurable vuelven a oír gracias a la terapia génica
Un tratamiento experimental ensayado en España y otros países tiene éxito contra la falta de audición de nacimiento

Una de las primeras terapias génicas desarrolladas para curar la sordera de nacimiento acaba de demostrar éxito inicial, lo que permitiría revertir una enfermedad para la que actualmente no hay cura. En casos poco frecuentes, los niños nacen con defectos genéticos que no les permiten escuchar nada, aunque sus oídos están físicamente intactos. El nuevo tratamiento ha sido aplicado en 12 niños, varios de ellos en España, y ha funcionado en 11. A tres de ellos les ha devuelto una capacidad auditiva completamente normal.
Los participantes que mejor han respondido han pasado de no poder oír ruidos de más de 90 decibelios, similar al de un martillo hidráulico o un camión en marcha, a distinguir susurros y otros sonidos de menos de 25 decibelios, lo que marca un nivel de audición normal. En la mayoría de casos, la mejora auditiva es suficiente como para no necesitar implante coclear, el tratamiento habitual en estos casos y que, aunque mejora la percepción sensorial, no la recupera del todo. Los niños tratados tenían edades de entre 10 meses y 16 años.
El tratamiento usado se llama DB-OTO y ha sido desarrollado por la farmacéutica estadounidense Regeneron, con la indispensable ayuda de una investigación genética de dos décadas realizada en España.
La terapia consiste en una sola inyección en la cóclea, una estructura con forma de caracol en el oído interno. Cuando los niños nacen con dos copias defectuosas del gen OTOF, las células ciliadas de su oído son incapaces de percibir la vibración de los sonidos y enviar señales químicas a las neuronas para que el cerebro oiga. Con una sola inyección, en una intervención de 15 minutos, se introducen virus desactivados que transportan una copia sana del gen. Estos vectores entran selectivamente en las células auditivas y restauran el gen dañado.
La mayoría de los pacientes comenzaron a oír a las pocas semanas de recibir el tratamiento. Uno de los niños fue capaz de identificar por primera vez palabras de una y dos sílabas, y responder a voces y sonidos en ambientes llenos de ruido. Esto supone una enorme esperanza de que este tipo de tratamientos permitan recuperar la capacidad de hablar si se aplica en los primeros años de edad. Los resultados del estudio se acaban de publicar en The New England Journal of Medicine, referente de la mejor investigación médica.
“Los resultados del trabajo son realmente impresionantes, y marcan un hito en el campo de la terapia génica en una enfermedad con pérdida de audición”, celebra Paula Río, presidenta de la Sociedad Española de Terapia Génica y Celular. “Los resultados de este ensayo son muy prometedores, pero como los mismos autores comentan, necesitamos esperar a los resultados a más largo plazo para hablar de curación definitiva”, apunta Río. Sin embargo, hay razones de peso para pensar que un tratamiento de una sola dosis pueda funcionar de por vida. Las células ciliadas del oído de los mamíferos no se multiplican, vivimos toda la vida con un número limitado. Esto puede favorecer que la terapia pueda ser “definitiva”, resalta Río, que no ha participado en el estudio.
Este hito supone un éxito más de la terapia génica, que ya se ha aplicado al tratamiento de la ceguera, así como a anemias y otras enfermedades raras, consiguiendo mantener su efectividad hasta 12 años después.
“Hasta ahora, la pérdida auditiva relacionada con el gen OTOF se consideraba permanente”, ha explicado Lawrence Lustig, jefe de otorrinos de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad de Columbia e investigador del ensayo. “Este conjunto de datos”, destaca, “muestra respuestas consistentes, rápidas y sólidas al tratamiento con DB-OTO, y en aquellos pacientes seguidos durante periodos más prolongados, hemos observado estabilidad auditiva, así como una mejora continua en la comprensión del habla. Estos resultados son aún más conmovedores cuando se ven desde la perspectiva de las familias: como dijo uno de los padres, su situación ahora es inimaginable comparada con la de hace un año. Esto representa verdaderamente una nueva era en el tratamiento de la pérdida auditiva”, detalla en una nota de prensa difundida por Regeneron.
La niña más joven tratada en este ensayo es Opal, una bebé británica nacida sorda por la mutación en OTOF que recibió la terapia cuando tenía menos de un año de edad. Seis meses después de la intervención, la niña tenía unos niveles de audición casi normales.
El ensayo clínico sigue en marcha, y la compañía espera solicitar la aprobación del tratamiento a finales de año. Los resultados se suman a los obtenidos por un tratamiento similar desarrollado en China en colaboración con la Universidad de Harvard, y que permitió también recuperar la audición a cinco niños que nacieron sordos por mutaciones en el OTOF. Los resultados de estos trabajos sugieren que serán los niños de más corta edad y que aún no lleven implantes cocleares los que más se puedan beneficiar de estos futuros tratamientos, ya que si funcionan no necesitarían ninguna prótesis de por vida.
Estos ensayos son complicados y tienen muy pocos pacientes, en parte porque las sorderas congénitas son muy poco frecuentes: afectan a dos de cada mil niños recién nacidos. Y entre ellas, las mutaciones de OTOF suponen solo el 3%. Un próximo objetivo sería desarrollar una terapia génica para las mutaciones en el gen conexina 26, que suponen el 50% de los casos de sordera hereditaria.
Buena parte del trabajo de investigación en el que se sustenta el nuevo tratamiento estadounidense se ha hecho en España, en concreto en el laboratorio de Ignacio del Castillo, genetista del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Hace 20 años, el investigador comenzó a estudiar las diferentes mutaciones del OTOF que causan sordera congénita y a intentar entender su frecuencia. Del Castillo ha descubierto una mutación que es cuatro veces más común. Su origen está en un “fundador” que vivió en España, y desde aquí llegó a Cuba, Argentina, Colombia y otros países hispanoamericanos a partir del siglo XV. Alguno de los pacientes que han respondido a la terapia llevan esa mutación característica.
Oliver Haag, jefe de otorrinolaringología del Hospital Joan de Deu de Barcelona, destaca que “se lanza u mensaje muy esperanzador, ya que la terapia ha tenido un efecto muy positivo en la mayoría de pacientes e incluso algunos parecen curados”. Pero el especialista también destaca que los efectos más positivos no son universales, algunos pacientes se quedan “a medio camino” de recuperar el oído por completo, y ahora “hay que aclarar por qué”. Haag llevó el caso de Aissam, que el año pasado se convirtió en la primera persona en el mundo occidental en recibir una terapia génica para tratar una sordera congénita. En este caso era otro tratamiento experimental similar, también dirigido al gen OTOF, y que había desarrollado la empresa Akouos, ahora comprada por Eli Lilly. El chaval ha recuperado la audición, pero no el habla. “En estos casos hay una ventana en los tres o cuatro primeros años de vida para poder recuperar el habla. Más allá, la parte del cerebro dedicada a esta función se vuelca en otras tareas. Aun así, el tratamiento ha cambiado su calidad de vida y ya es posible comunicarse con él”, detalla Haag.
Manuel Bernal, jefe de otorrinolaringología del Hospital Clínic de Barcelona y expresidente de la Sociedad Española de esta disciplina, señala: “La valoración es muy positiva, no solo por los resultados extraordinarios en la escasa casuística, sino porque podría abrir la ventana a tratar otras sorderas de origen genético”. “Es un primer paso, aunque queda un buen trecho para poder dar los siguientes pasos”, añade.
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