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Científicas
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Mary-Claire King, la científica que descubrió que Dios es una mujer

Frente a los militares de la dictadura argentina, que llamaban “vudú” a las pruebas de ADN, la genetista estadounidense se convirtió en un símbolo de la defensa de los derechos humanos

Mary-Claire King
Javier Salas

Las Abuelas de la Plaza de Mayo le dieron a la genética la oportunidad de saldar una deuda con los derechos humanos. Tras un pasado oscuro a lo largo del siglo XX, en el que se usó para desarrollar la eugenesia, justificar el racismo y cometer genocidios, las Abuelas permitieron que esa ciencia se reivindicara. “La genética es una herramienta y, como cualquier herramienta, puede usarse para el bien o para el mal. Un martillo puede servir para construir o para matar”, me explicaba hace unos años la genetista Mary-Claire King, flamante premio Princesa de Asturias de Ciencia.

Así usaba ella ese martillo: “Nosotros empleamos la genética para construir hogares indestructibles que permitieran el retorno de los niños robados”. King compartía conmigo esas frases para un reportaje sobre el índice de abuelidad, el innovador instrumento que ella desarrolló cuando las Abuelas argentinas llamaron a la puerta de la ciencia en busca de solución para su problema: demostrar que un niño era su nieto, secuestrado por el aparato represor de la dictadura, cuando sus madres seguían desaparecidas.

En la década de 1980, antes de que se desarrollaran las pruebas modernas de ADN, este reto era mucho más complejo que una prueba de paternidad. “El mayor problema científico que enfrentaban las Abuelas —y, por lo tanto, yo también— era cómo obtener una prueba definitiva de la identidad de un niño cuando ambos padres estaban desaparecidos y dados por muertos”, argumentaba la genetista, implicada hasta hoy con la causa de los nietos y los derechos humanos en todo el mundo.

Tras mucho esfuerzo, y con la ayuda de otros destacados genetistas, concluyó que la mejor herramienta disponible era la secuenciación del ADN mitocondrial, que en 1985 se hacía a mano, “sin automatización alguna”. Y aunque el proceso era lento, el resultado resultaba “sumamente informativo”. King lo explicaba así: “El ADN mitocondrial se hereda únicamente de la madre, de modo que cada hijo o hija posee exactamente la misma secuencia de ADN mitocondrial que su madre. Por lo tanto, una abuela materna, una tía materna o un primo materno —cualquier pariente ligado exclusivamente a través de la línea materna— podía aportar pruebas coincidentes para confirmar la identidad de un niño”.

Las Abuelas quedaron fascinadas con la existencia de un hilo secreto que nos unía con nuestras madres; recuerda King que bromeaban diciendo que el ADN mitocondrial era la prueba de que Dios era mujer, que había puesto esos cromosomas para ayudarlas. Era un rastro invisible con el que no contaban los represores y que desbarataba por completo sus planes. No bastaba con asesinar a las madres y borrar el rastro del nacimiento del bebé: la ciencia los había acorralado.

El trabajo de King acorraló a muchos más criminales al sentar las bases para la identificación de víctimas de dictaduras, guerras y genocidios por todo el planeta: de los Balcanes a Haití, de Ruanda a Filipinas.

Mary-Claire King junto a Estela de Carlotto, líder histórica de las Abuelas que la contactó en los 80.

Pero la historia de la genetista en Argentina tiene más moralejas. La última lección, una que estamos aprendiendo a la vez en distintas partes del mundo, es que no conviene bajar la guardia frente a la historia. El Gobierno de Javier Milei ha cortado por decreto las alas del Banco Nacional de Datos Genéticos —órgano esencial para aprovechar la ciencia de King— lo que pone en serio riesgo seguir encontrando bebés robados por la dictadura. Hasta ahora han sido 139 personas. Nada menos que 139 vidas recuperadas; 139 siniestros crímenes desbaratados.

Otra lectura, interesada, es la de reivindicar el papel que el periodismo científico —mi oficio— puede desempeñar en los momentos más críticos. Las Abuelas acudieron a la ciencia con un recorte de periódico, una pequeña noticia en la que se anunciaba que un hombre se sometería a un análisis para demostrar su paternidad. Eran los primeros pasos de las pruebas genéticas y su divulgación permitió a las víctimas soñar con pruebas definitivas que sirvieran ante un juez: “¿Existe algo biológico?”.

Y cuando llegaron los juicios para demostrar secuestros e identidades, había que estar del lado bueno de la historia. De forma espontánea, la propia King me reivindicó así la importancia del “buen periodismo científico” en aquellos días: “Lo que hizo la prensa científica fue explicar de manera clara y directa qué podía aportar la prueba genética como evidencia a favor o en contra de un parentesco. La claridad de esa divulgación impidió que los militares convencieran a los jueces de su afirmación de que practicábamos vudú”. ¿Vudú? “Así llamaron a las pruebas genéticas cuando llevamos los primeros casos a los tribunales”, recordaba King.

“Soy genetista y he tenido el privilegio a lo largo de mi carrera de enfrentarme a preguntas muy importantes”, dijo la científica en Argentina en 2023, en una visita a las Abuelas y sus nietos recuperados, a los que siempre ha seguido apoyando. “Las preguntas más importantes vienen del pueblo”, aseguró. El suyo es el mejor ejemplo de que la ciencia puede y debe ser una herramienta para “el bien” y para “el pueblo”.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.
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