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MUNDIAL SUB-2O CHILE
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pese a todo, una fiesta universal

Comienza en Chile el Mundial sub 20, que no contará con las estrellas de la categoría debido al esclavista calendario impuesto por la FIFA, lo que obligó a muchos de la categoría a privilegiar sus clubes

La insaciable sed de competencia y derechos de Gianni Infantino tiene sus límites. Por eso, la que es la segunda competencia masculina más potente organizada por la FIFA, el Mundial Juvenil -mal llamado sub 20- sucumbió este año ante la Copa Mundial de clubes, cedido graciosamente a los Estados Unidos. Exprimir brutalmente a los clubes europeos tuvo su costo, y ese fue mover el calendario de la copa junior, siempre la gran vitrina de los que se asoman en el horizonte, que quedaron indefensos ante las necesidades de sus clubes.

Organizado cada dos años desde la década del 70, cuando contaba con el gentil auspicio de la Coca Cola, la Copa del Mundo para jóvenes siempre fue un semillero que permitía visibilizar a las grandes estrellas. Las últimas dos ediciones, que le han correspondido a Sudamérica, tuvieron carácter excepcional. Argentina debió hacerse cargo tras la renuncia de Indonesia a la organización, debido a la presencia de Israel. La urgencia obligó a improvisar una sede, que Uruguay aprovechó para convertirse en campeón. La del 2021 se suspendió por el Covid, y la del 2025 es un premio de consuelo para Chile.

Cuando los países de la Conmebol se pusieron de acuerdo para una postulación conjunta a la Copa del Mundo adulta del 2030, Uruguay, Argentina y Chile tenían claro el argumento: celebrar el centenario de la competición administrando los millonarios costos de realización entre tres países. La apuesta de Infantino, el suizo que sucedió a Joseph Blatter, fue superior. Un mundial con seis países anfitriones, disputado en tres continentes, para así allanar el camino de Arabia Saudita en el 2034.

El perjudicado fue Chile, que fue reemplazado por Paraguay en una audaz movida de Alejandro Domínguez, el poderoso presidente de la Conmebol. Fraguada la traición, Chile fue designado de consuelo para organizar el torneo, que ahora cuenta con 24 selecciones y deberá jugarse entre el 27 de septiembre y el 19 de octubre.

La fecha asignada compromete a los mejores jugadores de la categoría que militan en los grandes equipos. Ni Lamine, ni Cubarsí ni Gavi jugarán por España; Ni Estevao, ni Endrick por Brasil; Ni Mastantuono ni Echeverry por Argentina y ni hablar de Francia: no estarán ni Dué, Emery, Bayulu y Yoro. Chile, el país anfitrión, con contará con Iván Román, su mejor promesa, porque el Atlético Mineiro no quiso facilitarlo, pese a que el defensa central debía purgar una pena de tres partidos tras ser expulsado en el último Sudamericano. Los ojos del público se posarán ahora en los hijos de Zidane, Shevshenko o Arestizabal a la hora de buscar prominencia.

Sin su principal elemento de mercadeo y promoción, el Mundial dependerá de que los países que asoman como favoritos apliquen una fórmula en boga en el fútbol planetario: privilegiar el conjunto a las individualidades. En muchos casos los tiempos de trabajo no han sido extensos, pero la mano de los técnicos y los procesos pueden dar sus frutos. Los países sudamericanos han lucido en este torneo donde Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay se han coronado campeones, mientras que Ecuador y Venezuela han tenido lucidas actuaciones en el siglo.

Chile llegó entre los cuatro mejores en 1987, donde también fue anfitrión, pero su mejor campaña fue en el 2007, cuando la “generación dorada” remató tercera en Canadá, en medio de un escándalo de proporciones tras perder en semis frente a Argentina. La capacidad organizativa y deportiva se pondrá a prueba una vez más, en una Copa del Mundo que no tendrá estrellas brillando, pero que apuesta por consolidar, otra vez, a los jóvenes más prometedores del planeta. Un par de días antes de la inauguración, Alejandro Domínguez se adelantaba a Infantino para dejar claro como vienen las cosas en el planeta fútbol: el Mundial adulto del 2030 se jugará con 64 países, estrujando aún más el calendario y el físico de los jugadores. Algo que hasta hace poco era considerado una barbaridad y que hoy restringe una competencia de debió ser fulgurante.

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