Envejecer en las zonas rurales de Chile: “Los chiquillos se van por trabajo y los mayores de 65 años nos quedamos”
En localidades remotas, a diferencia de las ciudades chilenas, la accesibilidad a los servicios y a las condiciones socioeconómicas se asoman como obstáculos durante la vejez


En Río Hurtado, un municipio de unos 4.334 habitantes en la región de Coquimbo, a 318 kilómetros al norte de Santiago, la matrícula escolar se ha desplomado a su nivel más bajo en casi dos décadas, los jóvenes salen en bandadas a buscar trabajo principalmente en el norte de Chile y los mayores de 65 años que se fueron en edades laborales suelen volver a su tierra para pasar su etapa de jubilación. Esta es una de las comunas más longevas del país sudamericano, una localidad rural donde el 24,1% de la población tiene 65 años o más, un porcentaje que supera con creces a la media nacional de este grupo etario (14%) –una de las tasas más alta de envejecimiento de América Latina, junto a la de Uruguay (16%)–, de acuerdo con los datos arrojados en el censo realizado en 2024 por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y cuyas cifras gruesas se adelantaron hace unos días.
Para Víctor Carvajal, un jubilado de 79 años que tiene toda su vida en Río Hurtado, los que vuelven, siendo personas mayores de 65 años, lo hacen como los elefantes, “para morir en su tierra” –bromea con la leyenda–, o porque las ciudades en que vivían se han vuelto inseguras. “Los que nos quedamos y los que vuelven nos enfrentamos con una realidad: la ruralidad nos golpea con más fuerza. Debemos trasladarnos a los centros urbanos para conseguir bancos, transporte y hacer cualquier trámite”, explica.
No es solo un asunto de envejecimiento acelerado lo que sucede en comunas como Río Hurtado, sino que también se cruza con la caída estrepitosa de la natalidad, como todo el país. La presencia de niños ha ido en descenso en esta localidad, lo que se refleja en un desplome de la matrícula escolar de 755 a 556 alumnos entre 2008 y 2024. De eso pueden dar fe las puertas cerradas de la escuela básica los Maitenes de Samo Alto, donde solo había una estudiante, la hija de un profesor, que se fue porque su padre fue asignado a otro colegio. Y en otros establecimientos hay, apenas, siete o 10 estudiantes donde existen capacidades para unos 60 cupos, al menos en los casos más críticos.
Carmen Juana Olivares, alcaldesa de Río Hurtado, asegura que es complejo contemplar el descenso de natalidad en su comuna: “En 2023 solo nacieron 16 niños y en 2024 unos 12, y claramente la población se ve disminuida. Esto afecta principalmente al ingreso económico, a través del Fondo Común Municipal [los dineros gubernamentales recibidos por los municipios], y también el desarrollo comunal se ve absolutamente frenado, por ejemplo, en la escolaridad con menos matrícula escolar. Existe un aumento de población mayor que requiere atención de salud y la fuerza productiva comienza a descender”.

Uno de los motivos detrás del envejecimiento de los territorios rurales en Chile se relacionaría con una mayor proporción de personas mayores migrando desde centros urbanos a zonas rurales, según un estudio del Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo de 2023. “Si bien este es un fenómeno incipiente y poco estudiado, ya el censo 2017 da cuenta de más de 34.000 personas por sobre los 60 años que hicieron el cambio de territorios urbanos y rurales. Si bien estas cifras corresponden a migración reciente (es decir, personas mayores que migraron durante los cinco años previos a la aplicación del censo), reflejan una realidad cada vez más común”, dice el documento.
María Soledad Herrera, directora del Centro UC de Estudios de Vejez y Envejecimiento, explica que, si bien hay regiones como Valparaíso, que lidera con el mayor índice de envejecimiento (98,6%) en el país, no es comparable con la evolución que han tenido otros territorios, como Ñuble y Los Ríos, que tienen tasas de 97,6 y 89,2%, respectivamente. “Ya veíamos una tendencia de migraciones internas desde la Región Metropolitana de Santiago, principalmente, a segundas viviendas en zonas costeras, como Valparaíso, sobre todo en la pandemia, y donde suele tenerse mejor nivel socioeconómico. Pero lo que sucede en Ñuble, por ejemplo, es una situación distinta, donde más bien hay una migración de los jóvenes desde zonas rurales a urbanas, quedándose las personas mayores sin redes de apoyos y en sus viviendas de origen. Envejecer en zonas rurales está muy arraigado a la soledad y, aunque siempre se piensa en que se puede tener más redes de apoyo, no suele ser así”, aclara.
Los investigadores señalan que en los casos en que la población se hace más longeva, mientras que los jóvenes migran en búsqueda de oportunidades o mayor cercanía a centros urbanos, se generaran localidades que quedan desprovistas de servicios y bienes. Son situaciones en que el envejecimiento se entrelaza con la marginalización territorial.
En Monte Patria, en Coquimbo, una severa crisis hídrica, provocada por el calentamiento global, ha pesado sobre su población. “Se ve una migración interna, sobre todo de jóvenes, ya que se trata de lugares donde se dedican a la agricultura familiar, y quienes quedan son las personas mayores de 65 años y sus nietos. Los jóvenes buscan otras oportunidades, sobre todo en la industria minera, ubicada en el norte del país. Sin duda, la soledad se transforma en uno de los mayores desafíos”, comenta Patricio Saldívar, coordinador regional del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) de Coquimbo.
Lo que dice esta autoridad es parecido a lo que se vive en Illapel, otra comuna de esa misma región, donde Fanny Jorquera, de 77 años, ha apoyado a grupos de la tercera edad desde hace dos décadas: “Los chiquillos se van por trabajo y los mayores de 65 años nos quedamos. Aunque ahora está lleno el Embalse El Bato, que nos abastece [de agua], en otros momentos no ha sido así y los agricultores no han podido sembrar. Eso ha hecho que algunos jóvenes no quieran trabajar más en los cultivos, por la falta de agua, y solo se quedan las personas mayores”.
La socióloga Francisca Varas, investigadora de redes de apoyo en la vejez, afirma que el envejecimiento en Chile ocurre a un ritmo más acelerado en las zonas rurales respecto a las urbanas. “Si el Estado y los gobiernos locales no ponen foco en cómo apoyar a las poblaciones rurales, encontraremos cada vez más personas mayores cuidando a otros adultos mayores, incluso a aquellas que tienen un nivel de dependencia moderada cuidando a otros con más dependencia”, dijo.
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