Una llamada desde su móvil, un testigo y unas llaves acorralan al Rey del Cachopo
La Policía acumula pruebas contra Cesar Román como presunto autor de la muerte de su pareja, mientras él insiste en su inocencia
La Policía Nacional acumula pruebas contra César Román, El Rey del Cachopo, al que los investigadores consideran presunto autor del asesinato de la mujer de origen hondureño Heidi Paz Bulnes, su pareja, mientras él insiste en su inocencia. Las tres evidencias más importantes recabadas hasta ahora tienen que ver con la nave del barrio de Usera (Madrid) donde fue encontrado en agosto pasado parte del cadáver de la mujer. Se trata de las llaves que permitían el acceso al local, una llamada telefónica que realizó esos días y el testimonio del taxista que llevó a Román a este lugar con una pesada maleta.
Tras el hallazgo del cadáver el pasado 13 de agosto, la titular del Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid, Rosa María Freire, ordenó a la policía realizar un rastreo de las llamadas que hubiera hecho El Rey del Cachopo, para entonces ya en paradero desconocido y convertido por ello en el principal sospechoso de la muerte de aquella persona finalmente identificada como su pareja. Estas pesquisas permitieron localizar una llamada realizada el 5 de agosto, a las 16.21, a la empresa Radiotaxi. Las gestiones posteriores permitieron confirmar que la compañía había enviado un vehículo e identificaron al conductor que realizó el servicio. La declaración de este reforzó las sospechas sobre Román. El taxista identificó con absoluta seguridad por la baja estatura (1,52 metros) al Rey del Cachopo como la persona a la que recogió y que iba cargado con una pesada maleta. La descripción que hizo de esta coincidió también con la que contenía el cuerpo de la víctima.
A estos indicios la policía añade unas llaves. En concreto, las que abrían la nave de Usera. La policía considera acreditado que Román era quién tenía el único juego que permitía abrir el local. En los días posteriores al hallazgo del torso en la maleta, los agentes le preguntaron a uno de sus socios, Celestino Martínez, si alguien más tenía copia de esas llaves. Martínez respondió que no. Lo mismo contestaron sus empleados. La conclusión es que solo él pudo entrar allí sin forzar la puerta.
Ahora, la investigación se dirige a reforzar estas pruebas y añadir otras nuevas. En el registro del piso de Zaragoza que compartía el Rey del Cachopo con dos hombres de origen dominicano fueron intervenidos cuatro móviles y tres tarjetas telefónicas de prepago que pertenecían al detenido. Las primeras pesquisas sobre ellos han revelado un intenso tráfico de llamadas durante los meses que permaneció huido. La policía intenta saber con quién contactó y si alguien pudo prestarle ayuda para eludir la justicia.
Denuncia falsa
También indaga sobre la identidad que utilizó Román para conseguir trabajo como cocinero en el bar de la capital aragonesa donde finalmente fue arrestado. El Rey del Cachopo se hizo pasar por José Rafael Rujano Contreras, nacido en Maracaibo (Venezuela), para acudir a una comisaría de Zaragoza y denunciar que había perdido la cartera con la documentación, incluida la tarjeta de residencia en España. El papel de la denuncia le sirvió para presentarse como candidato a manejar los fogones del restaurante Gerardo, que acababa de abrir en Zaragoza. El Rey del Cachopo convenció a sus dueños con un currículum en el que aseguraba haber sido discípulo del célebre chef vasco Juan Mari Arzak.
La policía también está intentado aclarar qué hizo Román con el dinero que acumuló justo antes de huir sin pagar a socios, empleados y proveedores de sus cinco restaurantes. Los investigadores han comprobado que sacó de sus cuentas cerca de 100.000 euros y que intentó vender la mercancía que acumulaba en sus locales a otros establecimientos de hostelería. En los registros de una de sus sidrerías, la policía halló decenas de kilos de carne podrida.
El Rey del Cachopo permanece ingresado en la cárcel de Zuera, en Zaragoza. En los próximos días será trasladado a Madrid, donde deberá presentarse ante la jueza Freire. Su abogado, Javier Nativoli, asegura que su cliente se ha declarado hasta ahora inocente.
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