Fantasmas del pasado

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En las casas abandonadas siempre se quedan atrapados los fantasmas. El fotógrafo Jesús González Casado regresó a la casa de sus abuelos, después de llevar muchos años deshabitada, y tomó imágenes de esos fantasmas. Son invisibles, claro, no como las luces y sombras que aparecen en los programas de misterio, pero, de alguna manera, se pueden intuir.

González Casado expone desde el 18 de enero al 13 de febrero, en la sede de la Real Sociedad Fotográfica (Tres peces, 2), esta colección de fotos con el título de Autorretrato vacío, porque además de retratar lo que queda del pasado dice retratar también una parte de sí mismo, del niño que fue y que correteó por los pasillos de esa casa hoy deshabitada.

En sus fotos las oscuras golondrinas (de porcelana) vuelven al papel de pared floreado, la virgen permanece sobre la cama austera, nadie ha colocado recto el cuadro de la Última Cena, una pastilla de jabón antiguo fue olvidada sobre la pila del lavabo. Las fotos están aparentemente vacías, todo está quieto y en silencio, pero algunos jirones de la vida anterior se quedaron enganchados a estos objetos. El reloj parado del Banco Central Hispano (que se fusionó con el Santander en enero de 1999) marca la una y cuarto: una señal de que el tiempo pasa, pero se acumula ahí detrás.

El trabajo de González Casado se ha enmarcado en el acercamiento a la geografía humana. Uno de sus trabajos más conocidos lo capturó en Cuba, en el proyecto Anatomía cubana, aunque también ha trabajado en países como Vietnam, Marruecos, Holanda o Bélgica. Aunque no le ha hecho falta irse tan lejos: los sórdidos y tristes clubes de carretera, los ambientes callejeros o las gentes de la provincia de Soria o del barcelonés barrio de El Raval también han servido de objeto para su cámara.