Girasoles en el techo
Agostamiento es el nombre de la intervención que Basurama ha ideado para el espacio Abierto por obras


En la Gran Vía del Sureste, en el Ensanche de Vallecas, permanecen aún algunos espacios baldíos que no dejan de recordarnos los efectos de la explosión de la burbuja inmobiliaria. Uno de ellos es el bulevar central de esa avenida, un descampado de 350 metros de largo y 30 de ancho, donde abunda la tierra seca y el hierbajo entre los grandes bloques de viviendas clónicas. El colectivo Basurama aprovechó este panorama desolador para plantar 7.000 girasoles y reinventarlo como un espacio de producción agrícola y encuentro vecinal. La vida rutilante se abrió paso desde el destrozo.
Agostamiento es el nombre de la intervención que Basurama ha ideado para el espacio Abierto por obras, la antigua cámara frigorífica, de más de 800 metros cuadrados, del Matadero de Legazpi, actual centro cultural Matadero Madrid (Paseo de la Chopera, 14). Un espacio que ya ha acogido piezas de Los Carpinteros, Cristina Lucas, Daniel Canogar o Jannis Kounnellis, entre muchos otros. En Agostamiento se traslada un camino de tierra al centro de la sala que va a dar a una proyección urbana, los girasoles caen del techo como si cayeran del cielo sobre un banco público de madera desde el que, como dicen los autores, se podría “charlar y a comer pipas, mirando hacia el futuro desde lo más oscuro”.
El colectivo Basurama, dedicado a la creación, investigación y producción cultural y medioambiental, lleva desde 2001 planteando interrogantes sobre los procesos de producción y consumo y sobre la generación masiva de residuos, de basura (real o virtual). En Madrid ha realizado numerosas intervenciones, algunas de las últimas son Abundancia, en la fachada de la galería Moisés Pérez de Albéniz, el diseño colaborativo del mobiliario del Huerto de San Juan o un árbol de navidad basura iluminado a pedales dentro de la iniciativa Navidad a Pedales.
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