CUP: Un partido curtido en pequeños municipios que ahora es clave
La CUP tiene ahora la llave para darle o no la presidencia a Artur Mas

La Candidatura d’Unitat Popular (CUP) es una formación conocida desde hace años en la política municipal pero relativamente nueva fuera de los Ayuntamientos. Este lunes el partido ha cargado con la responsabilidad de decidir sobre el próximo Ejecutivo catalán y el futuro político de Artur Mas. Y además, se enfrenta al reto de tener que pasar de hacer oposición a ser la fuerza que dé estabilidad al nuevo Gobierno.
Los malos resultados que cosecharon en las europeas de 2004 (8.180 votos) les hicieron recular y concentrarse en la política municipal. En las elecciones de 2007 consiguieron 27 concejales en toda Cataluña, y en 2011, los multiplicaron por cinco. Uno de sus lemas, “íbamos lentos porque íbamos lejos”, resume su vocación de trabajar poco a poco para ampliar su espacio más allá del independentismo de izquierda radical clásico.
Socialistas y asamblearios
De carácter asambleario, la CUP defiende la independencia y el socialismo de los "Països Catalans".
Un veterano dirigente socialista reflexiona: “Nosotros tenemos miles y miles de militantes y nos cuesta mucho movilizar a nuestra gente. Ellos no tienen casi militantes, pero cuando lo necesitan, tocan el pito y movilizan a 5.000 personas”.
En 2012, sus militantes consideraron que la formación ya había ganado músculo y tras inacabables debates y asambleas decidieron dar el paso y presentarse a las elecciones al Parlament. Lograron 126.219 votos y tres diputados. Al cabo de poco tiempo, el número uno de la lista, David Fernández, se había convertido en el político catalán mejor valorado. Una de las imágenes de la legislatura la protagonizó David Fernández en 2013, durante la comisión de investigación sobre las entidades bancarias. Fernández se sacó una sandalia y dijo a Rodrigo Rato: “Nos vemos en el infierno. (…) Hasta pronto, gánster”.
La CUP creció combinando el altavoz del Parlament con su presencia en la calle, apoyando causas diversas. En las pasadas elecciones municipales pasó de tener representación solo en pequeños municipios a dar un salto como cuarta fuerza catalana, con 221.746 votos, por delante de ICV, PP y Ciutadans.
Como partido anticapitalista y asambleario, su lógica, en que cualquier decisión de relieve debe pasar antes por el debate entre sus militantes, provoca nerviosismo en los partidos tradicionales, donde todo pasa por las cúpulas. Las asambleas pueden complicar aún más la negociación con Junts pel Sí.
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