Puertas abiertas al pueblo, por una vez

Los que entran en el Palau de Les Corts —también conocido como dels Borja, o Palau de Benicarló— no suelen hacer cola. Este sábado, 6 de diciembre, sin embargo, no eran parlamentarios los que iban a pasar al hemiciclo y otras estancias. Eran familias y jubilados, con la excepción de algún joven y algún turista. En el Día de la Constitución, la sede legislativa de la Comunidad Valenciana ha abierto sus puertas a la calle.

Así que en la plaza de Sant Llorenç había a mediodía una fila de visitantes que, conforme llegaban a la puerta del recinto, pasaban el siempre obligado control de metales. Después les esperaba un recorrido por algunas de las zonas más nobles del palacio de origen gótico, marcado por vallas y guardas jurados, a veces solícitos y otras impacientes. La escala oval, el Salón de los Espejos, la Sala Daurada —con sus mesas y sillas isabelinas—, la de Juntas de los Síndics o la de la Mesa del Parlamento fueron algunas de las atracciones.

El plato fuerte, en cualquier caso, era la sala de los plenos parlamentarios. Los visitantes podían allí convertirse en protagonistas de las fotos y vídeos que ven cada día en los medios de comunicación. Sentados en las butacas de los miembros del Gobierno autonómico, azules, o en las marrones del resto de diputados, los inusuales inquilinos tomaban diferentes poses. Mientras un grupo de mujeres de avanzada edad se dejaba fotografiar con una sonrisa, a su lado, en la bancada de Compromís, un hombre miraba distraído hacia el estrado de los oradores, donde un improvisado ponente hacía aspavientos, pero sin decir nada.

De ahí a la escalera trasera, y a la salida a la calle, solo hay unos pasos. Luego, la vuelta a la normalidad popular de un día de festivo: un paseo, un helado...