El presidente de las asociaciones de vecinos acusa a Trias de “desleal”

Mar de fondo en las relaciones entre el Ayuntamiento de Barcelona y la federación que agrupa a las asociaciones de vecinos, la FAVB. Y concretamente entre el alcalde y el presidente de la federación. Su presidente, Lluís Rabell, ha escrito una carta abierta al alcalde, Xavier Trias, en la que le acusa de deslealtad por haberle “interpelado a través de los diarios” sobre su posible participación en la futura lista de la candidatura Guanyem Barcelona y le “tranquiliza” asegurando que no formará parte de ésta ni ninguna. Con todo, le advierte de que el movimiento vecinal ha hecho y seguirá haciendo política y de que “la calle se ha convertido no solo en un espacio de contestación, sino también de alternativa, propuesta y conocimiento”.

El conflicto tiene origen en la entrevista que Trias concedió al diario El Periódico, en la que al referirse a las protestas contra la masificación del turismo hablaba de la existencia de quien “des de posiciones de representación” calentaba el conflicto porque “había decidido hacer el paso a la política”. El alcalde, según Rabell, aclaró que se refería al presidente de la FAVB en un encuentro posterior con vecinos de la Barceloneta.

En la carta, Rabell asegura que “no es la función del movimiento vecinal provocar ni detener conflictos” y que los conflictos “surgen del choque entre intereses”. El presidente sí defiende que la FAVB siempre ha hecho política, “la toma de palabra de la ciudadanía”, “y política de primer nivel” desde los tiempos de la lucha antifranquista.

Rabell recuerda los momentos en los que la federación de entidades vecinales “ha intervenido en momentos críticos de nuestra historia”, de la misma forma que “ha sabido mantener la autonomía en relación al gobierno municipal”. “Nosotros no jugamos al desgaste electoral de nadie”, advierte tras defender la crítica “sin ser tachados de conspiradores políticos”.

Con todo, el presidente de la FAVB acusa a Trias de “ser víctima de sus propios prejuicios” y de tener “una concepción profundamente elitista de la política, entendida como el dominio reservado de una casta”. En este sentido, advierte de que aunque “tradicionalmente el gobierno se consideraba depositario del poder”, hoy “será imposible gobernar la ciudad sin abrazar la sed de justicia que late en los barrios”. “En el fondo [… ] nosotros creemos en la politización de la ciudadanía mientras que usted se aferra a una visión decadente en la que el pueblo es el convidado de piedra de la política como espectáculo”, concluye.