Bread & Butter planta a Barcelona y decide quedarse en Berlín
Los organizadores del principal salón de moda urbana en Europa habían anunciado hace un mes su voluntad de regresar a la capital catalana

“El deseo de cambiar se percibe en el aire”, dijo el alemán Karl-Heinz Müller al anunciar que, cinco años después, el exitoso salón de moda urbana Bread & Butter (B&B) regresaba a Barcelona. Apenas ha pasado un mes desde aquellas entusiastas palabras, pero los deseos de cambio se han esfumado. Presionado por las marcas de moda, Müller ha rectificado y ha dicho ahora que la feria privada se queda en Berlín, según confirmaron fuentes del sector.
Fira de Barcelona debía organizar la edición de invierno de Bread & Butter —donde se presenta la temporada primavera-verano— entre el 8 y el 10 de enero de 2015 en el recinto de Montjuïc. Se habían reservado 100.000 metros cuadrados e incluso estaba previsto instalar un gran escenario al pie del Palacio Nacional. Pero los planes se han venido abajo de repente. “En las conversaciones con el sector ha quedado claro que, en la actual situación del mercado, prefieren que se mantenga el formato actual. Los exhibidores tienen como prioridad la salud y seguridad del mercado alemán”, explicó Müller en un comunicado. El organizador no aclaró si “en el futuro” la feria podría regresar a Barcelona, aunque precisó que “quizás un evento en verano es más conveniente”. También pidió disculpas “por los posibles inconvenientes causados” y agradeció “la gran disponibilidad de Barcelona para acogernos, nos sentimos como en casa”.
La repentina rectificación supone un mazazo para el sector de la moda y para Barcelona, que confiaba en recuperar por fin la muestra de moda urbana más importante de Europa. “Lamentamos este cambio de estrategia. Estamos plenamente preparados para acoger el evento”, explicaron ayer fuentes de Fira. Las mismas fuentes recordaron que Barcelona ya acogió B&B “con gran éxito” entre 2005 y 2009. En la última edición, de hecho, el salón alcanzó su récord: 80.000 visitantes, 800 expositores de un centenar de países y un impacto económico cercano a los 100 millones de euros.
“Seguimos abiertos a acoger esta feria o cualquier otra. Fira está muy interesada en el sector de la moda”, remacharon. En la línea de Müller, fuentes del sector atribuyen el cambio a las marcas de moda que participan en el salón, que “no han visto claro el cambio de sede por sus intereses en el marcado alemán”.
Barcelona acogió por primera vez Bread & Butter en 2005. Primero, solo en su edición de verano y, a partir de 2007, como sede única. Dos años después, Müller anunció que abandonaba la capital catalana y regresaba a Berlín. Ya entonces, los motivos alegados fueron “las exigencias del mercado y de la industria”. Y también, un escenario atractivo: la muestra se celebra desde entonces en el antiguo aeropuerto de Tempelhoff, testimonio de la arquitectura nazi que, en 1948, sirvió como base del puente aéreo con el que EE UU alimentó Berlín durante el bloqueo soviético.
“Barcelona, no llores, levántate y haz algo, mueve tu futuro. Hemos demostrado que esto puede funcionar y ahora dejamos un hueco”, dijo en 2009 el presidente del salón, un apasionado de los tejanos imprevisible e “informal”. Convertida gracias al B&B en escaparate internacional de moda, la ciudad intentó suplir ese enorme hueco dejado por la feria con la organización de The Brandery, que no alcanzó ni de lejos el mismo éxito y quedó en suspenso hace un año. Barcelona celebra también la pasarela 080 y este año, por primera vez, Fira ha organizado el Barcelona Bridal Week, la feria de vestidos de novia.
“El gran error fue la marcha en 2009, porque Barcelona había situado la muestra en el liderazgo”, precisan fuentes del sector, que no obstante subrayan el feeling de Müller con Barcelona, adonde “siempre ha querido volver”. Las mismas fuentes lamentan la noticia, porque B&B es “una feria muy importante”, y recuerdan que en Berlín “no ha tenido el mismo impacto que tuvo aquí”. El Ayuntamiento de Barcelona también había celebrado el regreso de la feria, que atribuyó a la intención de los organizadores de recuperar “el mercado mediterráneo” y al “clima”.
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