Nada para casi nadie
El poco público que se reunió en Vista Alegre asistió a una mala corrida

Primer domingo de la Semana Grande de Bilbao y poquita gente en los tendidos. Con todo, vivimos en una sociedad caprichosa que quiere ver la realidad de diferente manera a lo que ocurre.
Apenas unos minutos después de abandonar la plaza, ya llegaron los ecos de los antitaurinos que año tras año acuden a manifestarse en la entrada del coso. Así es nuestra realidad, se les dará más cuartelillo a los 93 individuos –contados- que hacían sonar sus silbatos que a los cerca de cinco mil espectadores que pagaron su entrada para presenciar la corrida.
Fuenteymbro / Escribano, Aguilar y Jiménez
Seis toros de Fuenteymbro, bien presentados, descastados y muy complicados.
Manuel Escribano: estocada desprendida (saludos) y dos pinchazos y estocada (saludos tras aviso).
Alberto Aguilar: bajonazo haciendo guardia y estocada caída (silencio) y pinchazo, estocada y descabello (silencio).
Jiménez Fortes: tres pinchazos, media y cuatro descabellos (silencio tras aviso) y pinchazo y estocada (silencio).
Alberto Aguilar fue atendido en la enfermería de un golpe en la pierna y corrió turno para matar el sexto.
17 de agosto de 2014. Un tercio de entrada. Segunda de las Corridas Generales
La moda es dar voz a esas minorías, porque el acto de ese grupito tendrá su reflejo en todos los medios de comunicación, y alguien le dará más eco que a lo ocurrido dentro de la plaza ante varios miles de espectadores. Es cuestión de modernidad. Vale más un acto cultural para minorías que uno de masas, porque los toros siguen siendo el segundo espectáculo que más público tiene en este país y Bilbao no es una excepción. A pesar de que cueste reconocerlo, porque no esté de moda decirlo y haya miedo a que una sola persona proteste.
Hasta hoy es así. A pesar de que con tardes como la de ayer algunos espectadores piensen que no merece la pena regresar a un tendido. Lo bueno es que después de una tarde mala se sabe que falta menos para que llegue la buena y en el arte del toreo es cuestión de esperar, porque una tarde buena hace olvidar las aburridas, incluso las tan desesperantes como la primera del ciclo bilbaíno.
La corrida de Fuente Ymbro fue un desastre, sólo se salva la presentación de algunos ejemplares de bella y seria estampa, pero por dentro nada, ni tres muletazos que llevarse a la memoria. Descastados y sosos hasta el punto de esconder su peligro, porque ni siquiera mostraron sus malas artes.
A Manuel Escribano no se le puede recriminar nada. Si un torero debe ser valiente, lo llevó el sevillano hasta la máxima expresión. Recibió a portagayolas a sus dos enemigos, pareó con mayor acierto en el cuarto y se la jugó sin ningún miramiento con el sobrero que le tocó en segundo lugar. El público se lo agradeció con fuerza.
Los toros de Fuente Ymbro arruinaron el deseo de los actuantes
Jiménez Fortes estuvo por encima de sus flojos enemigos. Muy seguro ante su primero, escondió el peligro del animal hasta que una voltereta dejó patente que el astado nada quería saber de embestir. En su segundo arrojó la toalla antes porque ya no era cuestión de insistir ante un pozo seco.
Más desentonado pareció Alberto Aguilar, que tiró por la calle del medio con el peligroso segundo de la tarde, que en la primera serie se lo echó a los lomos y el torero no quiso ni doblarse con el animal. En una plaza de prestigio, es de exigir que por lo menos se doble y pueda o intente someter al marrajo. Pasó a la enfermería y regresó para estoquear al deslucido sexto.
Y así pasó la primera de las corridas de a pie; sin nada que recordar ante el escaso público que se reunió en los tendidos. Un aviso para comenzar a revolucionar algunas cosas, pues la minoría del silbato ya está modernizada y sabe calar mejor en la sociedad actual.
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