Un compromiso con Cataluña

Permanecer, adaptarse, soportar las tensiones del cambio es lo que se exige a las instituciones. Para eso están. Para mantener la continuidad y la estabilidad en el flujo cambiante de la vida y de las épocas. Las crisis afectan a las instituciones, pero es la solidez de las instituciones la mejor garantía ante estas.

Hay periódicos que no se conforman con la digna condición de una cabecera sobre un pliego de papel con fotos y artículos impresos, sobre todo en el mundo digital de hoy, que obliga a llegar a los lectores por todos los medios tecnológicos.

Este es el caso de EL PAÍS, cada vez más plataforma digital multimedia, pero a su vez, y sobre todo, institución. Nacido en la transición democrática, su historia se identifica con la de la democracia constitucional y con la integración europea, los dos elementos que guiaron la apertura de la edición catalana en 1982, en una apuesta industrial y periodística que fue también un compromiso con la autonomía catalana y con la ciudad de Barcelona.

Estas dos piezas centrales del éxito español y catalán se hallan ahora sometidas a debate. La reivindicación nacionalista de un pacto fiscal y de un Estado propio abre una etapa nueva, en el mismo momento en que Europa refuerza cansinamente su unión monetaria, en forma de unión fiscal y bancaria.

En 1982 era un diario de la mañana nacido en Madrid el que se convertía en periódico de referencia barcelonés y catalán. Tres décadas después, el primer periódico global en español encara sus próximos 30 años renovando su compromiso con Cataluña y con Barcelona. Siempre en la dinámica del diálogo y de la integración, que es la que nos ha dado los mejores momentos de la historia a catalanes, españoles y europeos.