Carmen Boullosa: “Me paso la vida huyendo de mí”

Lleva más de media vida repartida entre Ciudad de México y Nueva York, la legendaria poeta, dramaturga, narradora y ensayista, Carmen Boullosa (México, 70 años) —“la mejor escritora de México”, según Roberto Bolaño y parte del grupo que puso en marcha el legandario bar El cuervo, epicentro de los artistas mexicanos en los ochenta— recaló en Madrid esta semana con motivo de la Feria del Libro. Participó en la charla inaugural, así como en un debate sobre escritura y nostalgia. En su hoja de vida acumula premios y distinciones a ambos lados del Atlántico (el José Emilio Pacheco, Café Gijón, Casa de América, Anna Sehers, beca Guggenheim, y un largo etcétera), y más de media centena de títulos publicados, el más reciente es la novela El libro de Eva .

¿Qué libro la convirtió en lectora? Más que un libro, la voz de mi papá leyéndonos sus clásicos en voz alta para dormirnos me volvió lectora. Y Cumbres borrascosas; no lo supe entonces (tenía yo doce años), pero fue tan intensa esa lectura, tan vital, que desee estar en el otro lado.

¿Y en escritora? Fue a mis quince. La muerte de mi mamá me convirtió en escritora. Si libro, sería un cóctel de algunos en aquellas Ediciones Aguilar de pasta de cuero, impresos en papel cebolla, Rubén Darío, Lorca, la antología novelas de la Revolución Mexicana, mezclados con Rayuela, los cuentos de El Aleph y el ya mencionado de Brontë.

¿Cuál es el último libro que le ha gustado? Gustado demasiado, The Bridegroom was a Dog, de Yoko Tawada, lo leí en inglés, y la relectura de Ustedes brillan en lo oscuro, de Liliana Colanzi.

¿Uno que no pudo terminar? El manantial, de Ayn Rand, entre otros best-sellers que mi papá amaba.

¿Qué libro ha regalado con más frecuencia? Si hago la cuenta desde bien atrás, creo ganaría Fuegos de Marguerite Yourcenar.

¿Hay algún clásico que haya descubierto recientemente? El ilustrado Códice Boxer de fines del XVI, manuscrito (y dibujos) que mandó hacer el gobernador de Manila, Pérez Dasmariñas. Son varios autores, frailes los más —se dice que un solo ilustrador, pero sospecho también hubo más de una mano—. Verlo y leerlo me abrió ventanas e imaginaciones a los Mares del Sur, y es posible también aprendí algo de esos lugares y tiempos.

¿Cuál es la película que más veces ha visto? Son dos y hermanitas, tienen como escenarios mis dos ciudades. La de México, es Los Caifanes (Juan Ibáñez, 1967), no me cabe duda dejó huellas en Bolaño (sólo un poco menos que José Revueltas, pero también sólo un poco más). La de Nueva York, Warriors (de Walter Hill, 1979).

¿La última serie que vio del tirón? Sólo he visto una serie en toda mi vida, y la vi de un tirón, hace ya dos décadas, The Wire. Me la recomendó mi querido amigo Phillip Lopate, estaba yo en cama con una gripe fabulosa (fue la mejor gripe que he tenido). Excepto esa vez, no veo series. Prefiero ir al cine, o bordar, o hacer recortitos y pegarlos en mis libretas, dibujar un poquito, escribir otro rato, o cocinar.

Si tuviese que usar una canción como autorretrato, ¿cuál sería? El autorretrato no es lo mío —me paso la vida huyendo de mí—. Pero, confieso, cuando me pongo seria y triste, siento que soy el feeling de la de Nina Simone Ain´t got no, I got life, pero es mentira, es un autorretrato falso —tengo, y tengo, y tengo dos hijos, dos nietos, el tercero por nacer, y marido y amigos de largo aliento: mis tesoros—. Falso autorretrato, pero me sienta bien cuando me pongo seria y me pega el triste.

¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museo de Antropología de la Ciudad de México, incluyendo la eternidad de la muerte. Si es sólo la vida, en el Metropolitan de Nueva York.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? La juventud, divino tesoro —que, dicho sea de paso, para mí fue en parte un divino tormento, es una suerte que ya me curé de eso—.

¿Cuál es su suceso histórico favorito? Estos días, mi favorito es el tornaviaje de Filipinas a Acapulco (1565) ideado por el guipuzcoano-mexicano Andrés de Urdaneta. Tras éste, empezó el tránsito comercial del Galeón de Manila, y eso es decir muchas cosas, los intercambios culturales, la esclavitud, y etcéteras (algunas culinarias, otras léxicas).

¿A quién le daría el próximo Premio Cervantes Propongo que en el 2026 que el Cervantes cumple 50 años, se lo den, además de a un escritor que aún pueda publicar libros, a José Lezama Lima, murió el año en que nació el premio. Para 2025, se lo daría a una pluma hispanoamericana.

De no ser escritora, le habría gustado ser… De niña quería ser arqueóloga. De no ser escritora, quisiera volver a ser niña, así que imagino que, en aquella otra vida que yo tendría si volviera a ser niña, es posible me gustase ser arqueóloga, pero sospecho que yo volvería a ser escritora.