Filosofía y teatro de proximidad para públicos acomodados
Luis Luque lleva a escena una selección de ensayos breves de Javier Gomá en un espectáculo de escasa consistencia dramática


¿Se puede montar un espectáculo con textos filosóficos? Por supuesto que sí: el teatro contemporáneo es omnívoro por naturaleza. Liberado de los patrones aristótelicos y los corsés del realismo, se puede alimentar de literatura dramática, pero también de novelas, cuentos, poemas, ensayos, películas, documentales, sentencias judiciales, conferencias, artículos periodísticos y hasta discursos académicos. Simon McBurney, fundador de la legendaria compañía británica Complicité, ha erigido montajes asombrosos partiendo de la introducción de un libro sobre matemáticas (Un número que desaparece) e incluso una partitura musical (Poesía extraña).
El problema de Filosofía mundana, basado en el libro homónimo del pensador Javier Gomá, no es su punto de partida, sino su endeble dramaturgia. Es un simple volcado escénico de escritos filosóficos sin más intención que “hacer visible el acto de pensar”, como declara en su texto de presentación Luis Luque, adaptador y director del montaje. Un recitado risueño con un envoltorio vistoso que aporta poco valor añadido a la lectura del libro.
El volumen, editado en 2016 por Galaxia Gutenberg, con reediciones posteriores ampliadas, reúne 64 ensayos breves que Gomá había publicado antes en prensa, mayoritariamente en Babelia y también en La Vanguardia, con reflexiones sobre la vida cotidiana. En el prólogo, el autor defiende que cualquier ciudadano es un filósofo en su día a día y explica que la selección de los artículos responde a un criterio de “mundanidad”: “Pensamientos sobre el mundo, para todo el mundo y, si la ocasión se muestra propicia, con un poco de mundo”.
Cuatro actores se suceden en la formulación de los artículos: Jorge Calvo, Marta Larralde, Pepe Ocio, Laura Pamplona. No hay voluntad de representación teatral ni encarnación de personajes: los textos, “más que interpretarse, se habitan”, escribe Luque. En ese sentido, el objetivo se cumple: los intérpretes hacen suyas las cavilaciones del autor en un tono que destaca por su ligereza y naturalidad, lo que ayuda a su digestión. Tampoco es que sean reflexiones demasiado intrincadas o difíciles de seguir, sino más bien una especie de filosofía de proximidad para todos los públicos. O mejor, para públicos acomodados. Léase este fragmento de La gran piñata, publicado en 2011 en Babelia: “De manera que los jóvenes deberían integrarse no antes sino después en la economía productiva, lo más tarde que puedan permitirse, emulando a esos jóvenes ingleses del siglo XVIII que hacían el grand tour durante años por Europa para acumular experiencias y refinar su buen gusto antes de ocupar una posición en el mundo”. Ay, si pudieran todos los jóvenes permitirse ese lujo.
Les acompaña en escena la artista Covadonga Villamil, especializada en diseño floral, que va armando en un segundo plano, a veces con ayuda de los actores, una instalación vegetal viva que se transforma a lo largo de la representación, compuesta de flores, musgo, agua, ramas, barros y vidrios. Un jardín que evoca la relación de proximidad que siempre ha tenido la filosofía con la naturaleza. Su presencia constante aporta movimiento al espectáculo, aunque a veces hay tanto trajín que distrae.
Otro elemento destacado de la puesta en escena es el color. Sobre un espacio escenográfico diáfano diseñado por Monica Borromello, con un ciclorama como elemento central, la iluminadora Olga García proyecta fucsias, verdes, azules y naranjas como reflejos del ánimo que predomina en cada momento.
Luque compone un espectáculo ciertamente estético, que entra por los ojos, con una dramaturgia visual muy coherente. Pero la brevedad de los textos, de cuatro o cinco minutos, con temas muy diversos que van desde la belleza, la fortuna, el amor o la dignidad a la muerte, convertidos en monólogos y diálogos sin ningún hilo conductor, deja una sensación de dispersión y falta de consistencia dramática.
Filosofía mundana
Texto: Javier Gomá. Adaptación y dirección: Luis Luque. Reparto: Jorge Calvo, Marta Larralde, Pepe Ocio, Laura Pamplona y la colaboración de Covadonga Villamil. Nave 10-Matadero. Madrid. Hasta el 20 de diciembre.
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