Ir al contenido
_
_
_
_
crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La imposible lista de las reinas godas

Daniel Gómez Aragonés recupera en ‘Reinas godas’ la figura de las escasas monarcas que se conocen del violento ‘Regnum gothurum’ y de su importancia en la política del reino

Vicente G. Olaya

Recitar la lista de la treintena de reyes godos que gobernaron Regnum gothorum es posible, no así el listado de sus esposas y reinas. La historiografía no ha conservado todos sus nombres, o bien porque su papel político resultaba irrelevante, o bien porque los documentos donde se daba cuenta de ellas han desaparecido. Quizás el hecho de que la maternidad de una reina no implicase la automática designación de su vástago como sucesor real, como ocurre en la mayoría de las monarquías, reducía el papel de la mujer a simple esposa del rey y no la convertía en reina madre. En el mundo godo, el sucesor del monarca fallecido era elegido por la nobleza, siempre dividida y peleada, por lo que ser descendiente del rey no confería ningún derecho, aunque ayudaba. O no. A veces abocaba directamente a la muerte.

La querencia de los godos de Hispania –visigodos y ostrogodos- a asesinar a sus propios reyes rozaba lo patológico. Y muerto el rey, el destino de la reina y de sus descendientes se presentaba oscuro. Daniel Gómez Aragonés, en Reinas godas. La mujeres que pusieron la semilla de España (Esfera de los Libros, 2025), recupera la memoria y la figura de las escasas coronadas conocidas, algunas de las cuales sí marcaron el devenir del desaparecido y enigmático reino.

Reconstruir el gobierno y las figuras de la monarquía goda es sumamente complicado. Si las fuentes primarias que hacen referencia a los reyes son escasas ―además de que muchas estaban escritas por partidarios de uno u otro bando, por lo que su fiabilidad se pone más que en duda―, en el caso de las mujeres la dificultad resulta mucho mayor. No obstante, sí se han recuperado algunos nombres y hasta su papel en aquella sociedad de entre los siglos V y VIII. “Figuras regias femeninas pertenecientes a distintas monarquías germánicas que se levantaron sobre las cenizas del Imperio romano de Occidente” y que acabaron con la invasión musulmana del 711, indica el autor.

De la apasionante vida de Gala Placidia, esposa de Ataúlfo, y que llegaría a ser emperatriz madre de Constantinopla, a la de Egilo, la última reina goda, o la oscura vida de Goswinta, la “viril mujer” de Atanagildo, “una de las más destacadas reinas de toda la historia de los godos”. Esta fue madre de Brunequilda y Galsvinta, dos princesas a las que vio partir para casarse obligadas con reyes merovingios con el fin de fortalecer el poder godo frente a otros reinos del Continente. Rota de dolor, acompaña a la comitiva hasta los límites del reino. El poeta Venancio Fortunato reprodujo las palabras de la monarca al separarse de Galsvinta: “Hispania, tan ancha para tus moradores, eres angosta para la madre; desde que mi hija está ausente, la tierra resulta estrecha para mí; sin ti ―hija mía― me sentiré aquí errante y extranjera; y en la propia patria seré a la vez ciudadana y proscrita”.

Esta reina siempre mantuvo un papel político activo en la Corte toledana. Actuaba como regente cuando su esposo marchaba a la guerra. Pero la muerte de Atanagildo ―este rey parece que falleció de muerte natural ante la incredulidad de todos― modificó todo el escenario preparado por el matrimonio. Los nuevos monarcas, los hermanos Liuva y Leovigildo, establecieron una especie de reino bicéfalo. Sorprendentemente, la doble corona no provocó tantos problemas como el hecho de que Leovigildo decidiese casarse con la reina viuda. A partir de entonces, se desataron unas intrigas que incluyeron más asesinatos, traiciones y suicidios y que estuvieron a punto de desmembrar el reino.

En la trama se mezclaron destacados personajes como el citado Leovigildo y sus hijos Recaredo y Hermenegildo; la nieta de Gostwinta, Ingunda; el obispo de Toledo, las facciones arrianas y católicas que se disputaban el poder divino... Todos contra todos y a esperar quién quedaba vivo. El número de personajes de la Corte goda muertos, en sus poco más de dos siglos de existencia, a causa de apuñalamientos, envenenamientos o descuartizamientos es superior al de los que se fueron a la cama y, al día siguiente, no se despertaron. Y los que sobrevivieron, como Wamba, que fue narcotizado y rapado por la facción contraria ―la mayor ofensa que se podía hacer a un rey, porque se demostraba que no era capaz ni de conservar la melena-, se despertaron desorientados una noche en el camastro de un convento preguntándose qué había pasado. Un apasionante folletín, como dice Gómez Aragonés, “digno de una serie de Hollywood”. Goswinta, finalmente, rodeada de enemigos y descubiertas sus traiciones, fue asesinada o ejecutada.

El incompleto listado de reinas godas acaba con Egilona o Egilo, la esposa del derrotado don Rodrigo, “una figura que ejerce una fuerte atracción entre historiadores, divulgadores, escritores y parte del público interesado en nuestra Historia”. Si su primer marido había muerto violentamente ―como marcaba la tradición goda― ella se casaría con Abd-al-Aziz, hijo del gobernador de al-Ándalus. Por supuesto, su recién estrenado esposo también moriría asesinado ―la costumbres del país no se acaban de un día para otro― y Agilona fue ejecutada convenientemente o terminó en algún harén de Damasco. Quién sabe.

El perfil de estas mujeres, que fueron testigos de un caótico reino, es recuperado por Gómez Aragonés en un ensayo atrayente y entretenido. “Ellas siempre estuvieron allí...”, dice el autor. Detrás de las cortinas o al frente de la Corte, pero que permanecieron como refrendatarias de un reino enloquecido.

Reinas godas. Las mujeres que pusieron la semilla de España

Daniel Gómez Aragonés
La Esfera de los Libros, 2025
296 páginas. 20,90 euros

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_