Apertura, el merecido rescate de los olvidados
La cita anual de las galerías madrileñas abre temporada con diversidad y ambición. En su programa de 60 exposiciones, sobresale la recuperación de nombres esenciales como Luis Claramunt y Aurèlia Muñoz


El ecosistema de las galerías de arte madrileñas lleva tiempo esforzándose por ampliar su público y motivarlo más allá de la tradicional semana de Arco, esa convocatoria sui generis que para muchos significa una especie de ITV anual con la que cubrir el expediente y puesta al día en lo que se refiere al arte contemporáneo. Desde 2009, Apertura es la versión local de los gallery weekends cada vez más extendidos por capitales de todo el mundo, y cede luego el testigo a Barcelona y a Valencia en fines de semana sucesivos para desestacionalizar y fidelizar (perdón por los palabros) las visitas de coleccionistas y aficionados. Parte del éxito de la iniciativa, impulsada por las salas inscritas en la asociación Arte Madrid, ha sido elegir la segunda semana de septiembre para sacarle partido al respiro de un clima algo más dulce tras veranos cada vez más caniculares y las ganas de encontrarse y lucir moreno de cualquier vuelta al cole tras las vacaciones.
Este año ha dejado buen sabor de boca el muy satisfactorio nivel general de las más de 60 exposiciones entre galerías y espacios alternativos de la ciudad. Entre las que se presentan al inicio de curso con fuerza y los deberes particularmente bien hechos está Erhardt Flórez, que inaugura su representación del legado del legendario pintor barcelonés Luis Claramunt (1951-2000) con una exposición ambiciosa y de nivel institucional de las pinturas de gran formato que realizó en Sevilla en los ochenta. Claramunt fue quizá el último de los bohemios y malditos españoles, artista perpetua y voluntariamente desclasado y nómada que contagió con su carisma a toda su generación. Vivió en Madrid, en Barcelona, en Marrakech, en Bilbao, y casi todos sus contemporáneos en esas ciudades parecen tener una historia abracadabrante y un recuerdo sobre él.

Sin embargo, el aura novelesca del personaje no debería hacer sombra a una pintura visceral, poderosamente personal y al tiempo atenta a toda una tradición pictórica, a la que a la chita callando debieron mucho megaestrellas como Martin Kippenberger, que lo trató con provecho en sus visitas a España. El galerista Pablo Flórez ha seleccionado para la puesta de largo cuadros de gran formato prácticamente inéditos de su época sevillana, que son en realidad paisajes tan urbanos como interiores: serán sin duda uno de los grandes (re)descubrimientos de la temporada, y la galería ha hecho el esfuerzo de acompañarlos de un catálogo que les da marco mental y perspectiva histórica con conversaciones y textos de la época y con una cuidada publicación gratuita (y pieza de colección en sí misma) a cargo de This Side Up.
Al estilo de los periódicos legendarios de la que fue su galería en los ochenta, Buades, incluye fotos inéditas del pintor en su estudio por Andrea Stappert. Quien se anime a acercarse no debería irse sin uno ni dejar de pasar por el despacho anexo a la sala de exposiciones para ver algunos pequeños formatos de la misma época realmente emocionantes. La visita puede complementarse con la muestra de cámara de Claramunt en diálogo con las fotografías del añorado Luis Baylón en Los aficionados, el nuevo espacio independiente que inaugura ahora Guillermo Paneque por Tirso de Molina.

Otra barcelonesa que pasa justo ahora por un redescubrimiento triunfal es la escultora y artista textil Aurèlia Muñoz (1926-2011), después de un breve eclipse tras su muerte: ahora se rifan sus piezas grandes museos y colecciones privadas, se ha mostrado en bienales como la última Manifesta y en la colección permanente del MoMA y se prepara una gran retrospectiva en el Reina Sofía en 2026. Hay que agradecerlo en parte al trabajo serio y sostenido de la galería José de la Mano, que representa su legado, y al propio cuidado de la artista, que dejó a su muerte un archivo y un almacén en impecable estado de conservación. Se puede apreciar en la cuidadísima selección de sus obras, móviles y escultura en papel, menos conocida que su faceta textil. La ha comisariado Isabel Tejeda, buena conocedora de su trabajo, y no desmerecería en ningún museo esta selección de trabajos en pasta de papel artesanal, a la vez poéticos y poderosos, coloristas, mantenidos milagrosamente intactos y mostrados con el cuidado y el rigor que es seña de la casa.
También sirve de aperitivo a su próxima exposición institucional, que tendrá lugar en el CAAC de Sevilla este noviembre, el despliegue total con el que la boliviana Donna Huanca ha ocupado todo el espacio principal (y hasta la más recóndita trastienda) de Travesía Cuatro, en una muy ambiciosa intervención arquitectónica con esculturas y pinturas recientes que exploran el legado prehispano de Bolivia y se activó con dos performances especiales durante los días inaugurales de Apertura.

Cerca, Elba Benítez cuelga hipnóticas obras recientes de envergadura de la sueca Miriam Bäckström, entre la delicadeza manual de los tejidos y la hipersofisticación high tech. Espacio Valverde muestra las arquitecturas y representaciones utópicas de Bárbara Pérez Marina, en la línea siempre estimulante y visionaria de la casa. Y en Prats Nogueras Blanchard y en Carlier Gebauer celebran al alimón la suprema madurez de Luis Gordillo, que presenta obras muy poderosas de este mismo año en la primera y pone en diálogo sus dibujos y diagramas de los sesenta a los noventa con la obra de otros grandes como Philip Guston o Néstor Sanmiguel Diest.
En el Barrio de las Letras, Formato Cómodo muestra en Sueño bolivariano algunas de las pintadas y grafitis políticos que el peruano José Carlos Martinat arranca de los muros de ciudades de Venezuela y Perú, y que cobran un sarcasmo aún más demoledor ahora que Maduro y Trump juegan por enésima vez a enfadarse de cara a sus respectivas galerías (y no de arte, precisamente). Y Ronda de Valencia abajo, la galería El Chico sigue su coherente programa de apoyo a artistas emergentes con Marina Roca Díe y su poderosa invasión pictórica en trampantojo de todo el espacio, a la vez pequeño y de pronto capaz de abarcar universos enteros.
Apertura. Madrid. Hasta el 27 de septiembre.
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