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Milei resucita el Ministerio de Interior para seducir a los gobernadores

La cartera, cerrada hace un año por el presidente, deberá acercar posiciones con las provincias “afines” tras la derrota electoral del domingo en Buenos Aires

Luis Caputo, Javier Milei, Guillermo Francos y Lisandro Catalán, en Buenos Aires.
Federico Rivas Molina

El desguace del Estado argentino puede esperar, al menos hasta las elecciones legislativas nacionales de octubre. Javier Milei ha resucitado este miércoles el ministerio de Interior, a cargo del diálogo entre el gobierno nacional y las provincias, que él mismo había reducido a secretaría en mayo del año pasado. La necesidad política pudo, esta vez, más que las convicciones. El presidente ultraderechista necesita reconstruir puentes con los gobernadores luego de la paliza electoral que sufrió el domingo a manos del peronismo en Buenos Aires. El diálogo será solo con “los gobernadores afines”, según aclaró el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en un posteo en redes. La advertencia deja fuera al peronista bonaerense Axel Kicillof, al frente del distrito más grande y poblado del país erigido desde el fin de semana en líder indiscutido de la oposición.

“Siguiendo las instrucciones del presidente, con el objetivo de retomar el diálogo con los gobernadores afines, hemos constituido la Mesa Federal junto al ministro de Economía, Luis Caputo, y al flamante ministro del Interior, Lisandro Catalán“, informó Francos en su cuenta en X junto a una fotografía en la que los cuatro funcionarios posan alrededor de una mesa en el despacho presidencial en Casa Rosada. Milei, como en otras fotos anteriores, está sentado en la cabecera, vestido de cuero negro y la mirada clavada en la cámara, el rostro inclinado levemente hacia abajo y una media sonrisa en los labios. La escenografía obvió, esta vez, la motosierra que el ultraderechista suele colocar en primer plano.

Lisandro Catalán era hasta hoy secretario de Interior, justo por debajo de Francos en la estructura de la jefatura de Gabinete. Su reconversión de secretario a ministro hace suponer que tendrá más libertad para negociar el apoyo de los gobernadores a las políticas oficiales. El jefe de Gabinete ha dicho que el Gobierno entra en una “nueva etapa” de cara a las elecciones. “Estamos dispuestos a profundizar los vínculos con las provincias que comparten el espíritu de cambio”, escribió Francos.

La apertura al diálogo es para Milei una cuestión de supervivencia política. La ultraderecha esperaba el domingo pasado sacar un empate en las elecciones legislativas locales en el principal bastión del peronismo. En cambio, perdió por un millón de votos. Si ese resultado se repite en octubre, el Gobierno transitará los dos años que le restan de mandato sin el control del Congreso y el peronismo envalentonado y en campaña por la presidencia.

Fue un baño de realidad para Milei, que llevaba semanas pregonando que estaba listo para “colocar el último clavo en el ataúd de kirchnerismo”. No hubo ni clavo ni ataúd, pero sí mucho desconcierto. El lunes, los mercados castigaron al peso y a las acciones de las empresas argentinas en Wall Street. Fue la reacción a las dudas de la fortaleza de Milei para sostener el ajuste económico que ofrece a los inversores a cambio de su apoyo.

Milei reiteró el martes que el plan económico no se movería “un milímetro”. “(1) Equilibrio fiscal; (2) mercado monetario ajustado; y (3) en lo cambiario, se mantienen las bandas cambiarias pactadas con el FMI. Además, seguiremos desregulando. VLLC! [Viva la libertad carajo]”, escribió en redes. Minutos antes, el Fondo Monetario Internacional había respaldado el ajuste de Milei, condición para la vigencia del programa de 20.000 millones de dólares que mantiene con Argentina.

El problema de Milei es que los gobernadores, que tienen la llave de los votos en el Senado, no están tan convencidos como en Washington de que hay que apoyar. Ya tendieron su mano al Gobierno en el arranque de la gestión y ahora se sienten traicionados. Exigen, entre otras cosas, fondos para las obras públicas paralizadas y un nuevo sistema de reparto del dinero que el Gobierno federal recauda en su nombre y que ahora se queda con el argumento del superávit fiscal. La sangre llegó al río con el armado electoral de la ultraderecha en sus distritos. La Libertad Avanza, el partido de Milei, se negó a cualquier alianza y puso candidatos propios que amenazaron las hegemonías locales.

El nuevo ministro tendrá un trabajo arduo. La Libertad Avanza no tiene un solo gobernador entre sus filas y Milei se ha encargado de romper todos los puentes, acusándolos de ser “casta”, “degenerados fiscales” y, en el mejor de los casos, “mandriles”. Gustavo Sáenz, gobernador de Salta (norte), advirtió que es necesario para cualquier diálogo que haya reciprocidad. Puso además en cuestión la conformación de la flamante Mesa Federal. “Imagínese que yo me voy a sentar en una mesa a hablar con los mismos de siempre o con los que no cumplieron su palabra”, advirtió.

Luego de la derrota en Buenos Aires, los gobernadores huelen sangre. Milei ya no es el elegido por “las fuerzas del cielo” para doblegar a una casta impía de políticos corruptos, sino un presidente con problemas para controlar la economía y vencido en las urnas que pide ayuda a sus víctimas. Reflotar el ministerio de Interior es un gesto de buena voluntad de la Casa Rosada, pero es posible que demasiado tardío.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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