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JOSÉ RUBÉN ZAMORA

Un grupo de destacados periodistas y escritores visita en la cárcel al periodista guatemalteco José Rubén Zamora: “Sé que voy a salir”

La comitiva, liderada por el Premio Cervantes Sergio Ramírez y en la que participaron la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno, y el exdirector de ‘The Washington Post’ Martin Baron, defiende la liberación del fundador de ‘elPeriódico’

De izquierda a derecha, Jan Martínez Ahrens, Pepa Bueno, Sergio Ramírez, José Rubén Zamora, Carolina Robino, Martin Baron, Carmen Aristegui y Carlos Fernando Chamorro.
Carlos S. Maldonado

Un grupo de destacados periodistas y escritores encabezado por el premio Cervantes Sergio Ramírez visitó la mañana de este viernes al periodista José Rubén Zamora en la cárcel de Mariscal Zavala, en Ciudad de Guatemala. El exdirector del elPeriódico fue encerrado por lo que la comunidad internacional y distintos organismos humanitarios consideran una represalia política por su empeño de denunciar actos de corrupción y la impunidad que impera en su país. La visita a la prisión, localizada al noroeste de la capital guatemalteca, no es solo una muestra de solidaridad, sino un mensaje claro a las autoridades judiciales de la nación centroamericana para que liberen al periodista y detengan la persecución contra reporteros y voces críticas. “Me siento fuerte y feliz”, afirmó Zamora al recibir a la comitiva. “Siento que si todo esto no me hubiera pasado, gente tan importante de las letras no hubiera visitado a un albañil de las letras”, bromeó, antes de reiterar su inocencia. “Sé que voy a salir”, aseguró en su pequeña celda.

El periodista José Rubén Zamora charla con Sergio Ramírez, Pepa Bueno, Carolina Robino, Carlos Fernando Chamorro y Carmen Aristegui.

Junto al escritor nicaragüense estuvieron en la prisión la directora de EL PAÍS, Pepa Bueno; el director para América de este diario, Jan Martínez Ahrens; la periodista mexicana Carmen Aristegui; Carlos Fernando Chamorro, editor de la revista nicaragüense Confidencial; Martin Baron, exdirector ejecutivo de The Washington Post; y Carolina Robino, directora de BBC Mundo. La visita se ha realizado en el marco del festival Centroamérica Cuenta, que dirige Ramírez y que se organiza por segunda vez en Guatemala en su gira itinerante debido a la persecución política de voces disidentes del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua.

Zamora criticó durante el encuentro la regresión democrática de su país y las “instituciones sin institucionalidad”, que juegan a favor de poderes fácticos para perseguir a los críticos. “La limitación más fuerte que tenemos en Guatemala es el corporativismo político que dirige el país”, dijo señalando a la poderosa élite política.

José Rubén Zamora, en la cárcel Mariscal Zavala, este viernes en Ciudad de Guatemala.

“Para mí Zamora siempre ha representado la injusticia y el peso que tiene un sistema judicial corrupto para atajar la libre información en Centroamérica”, manifestó a EL PAÍS el escritor Sergio Ramírez. “Me parece que esta circunstancia, como él mismo dice, se han visto atenuada por la presencia de un nuevo Gobierno democrático en Guatemala, pero que no tiene el poder suficiente para sacarlo de la cárcel. Porque los mecanismos por medio de los cuales él es procesado y mantenido en un juicio dependen del Poder Judicial no del Ejecutivo. Esto es una gran contradicción, porque se supone que la llegada de un Gobierno democrático debería haber posibilitado su salida, pero quizás lo que están esperando los dueños del circo de corrupción aquí es que Arévalo traspase los límites de la ley para enjuiciarlo también”, agregó.

Ramírez considera que esta situación compleja “revela el grado máximo de injusticia que se puede llegar contra un periodista” y aseguró que actos como la visita a la cárcel de Zamora es un llamado de atención a las autoridades guatemaltecas. “Queremos demostrar que representantes muy conspicuos del periodismo hispanoamericano están aquí para demostrar su solidaridad con él y reclamar su libertad. Es decir, que se levanten estas barreras de injusticia que están apresando en esta cárcel a José Rubén Zamora y que pueda volver a la libertad, que es donde debería estar”, exigió el escritor.

Zamora se mostró animado, de buen humor, durante la visita a la pequeña celda donde está encerrado, donde cuenta con una pequeña cama, un estante con algunos libros y un baño donde puede asearse cuando hay agua, porque tiene 12 horas de racionamiento. Un pequeño refrigerador que la nueva Administración le ha permitido meter es el lujo de la celda. A pesar de las condiciones de su encarcelamiento, estuvo ameno, elocuente y conversó ampliamente sobre la situación política de su país y la larga historia de políticos mañosos, déspotas y serviles que han liderado la nación centroamericana. Se mostró, sobre todo, orgulloso de su trabajo como periodista y de las investigaciones que junto a su equipo pudo publicar, que obligaron destituciones y procesos judiciales contra más de un político, presidentes incluidos, que aumentaron el odio de sus enemigos, gran parte de la clase política incluida, que él ha llamado “una olla de grillos caníbales”.

“Veía al medio como un agente de cambio, nuestro objetivo era cambiar las reglas del juego y logramos algunas cosas, como la renuncia de la Corte en pleno y reformas constitucionales”, explicó. Con todo, siente que no fue suficiente, porque el país no ha podido librarse de la corrupción. “Estamos en una regresión democrática en lo que ya no caben las salidas armadas; ahora tenemos que ser más creativos y buscar otra manera de enfrentar al poder”, pidió el periodista, que ha definido al sistema de su país como “una dictadura disfrazada”.

Vestido con una camisa blanca, vaqueros azules y zapotes negros (“me los puse porque vinieron ustedes”, bromeó), el periodista recordó las torturas a las que fue sometido desde los primeros días de su encarcelamiento, que incluyeron impedir que durmiera durante las noches, no permitirle visitas, dejarlo sin agua corriente, infectar su celda con bichos que le causaron estragos en la piel (“tenía gusanos que salían de mis brazos”, relató), un confinamiento, en fin, que le ha dejado secuelas físicas, incluyendo daños en la vista y la movilidad. Recordó que sus condiciones han mejorado desde que el presidente Bernardo Arévalo tomó posesión del Gobierno. “Fue aplastante”, reconoció. Ahora el periodista puede hasta ducharse con normalidad. “Cuando me echo el champú siento una felicidad, como si estuviera en un hotel en Camboya”, rio.

Un tribunal del país centroamericano condenó en 2023 al periodista Zamora a seis años de cárcel por el delito de lavado de dinero, acusación que el director del diario elPeriódico negó constantemente a lo largo del juicio, que denunció como una persecución política en su contra. La fiscalía había pedido para él una condena de 40 años. El proceso contra Zamora ha sido tan rocambolesco como lo es la justicia guatemalteca. El pasado octubre, después de una larga jornada en los tribunales, Zamora obtuvo el beneficio de casa por cárcel tras 812 días encarcelado, pero en marzo un juez a cargo de su caso cumplió la orden de una Sala judicial superior de retirarle el arresto domiciliario, a pesar de que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) había determinado en un fallo emitido en enero que continuara en su vivienda. “He sido víctima de un ataque sistemático a mis derechos”, ha denunciado Zamora.

Pepa Bueno, directora del diario EL PAÍS, saluda a José Rubén Zamora.

Zamora fue detenido en su casa de Ciudad de Guatemala el 29 de julio de 2022 con un fuerte despliegue de parte de las autoridades, con una veintena de oficiales con pasamontañas y armados con fusiles que ingresaron a su hogar por muros y tejado, en un operativo que es visto como un mensaje de intimidación contra quienes denuncien la corrupción que carcome al país centroamericano. El periodista nunca se calló y sus investigaciones revelaron entramados oscuros en beneficio de poderosos personajes de la vida política y económica de Guatemala, incluido el expresidente Alejandro Giammattei.

José Carlos Zamora, hijo del periodista, ha calificado el proceso contra su padre como una “venganza” de lo que él llama el “pacto de corruptos”, en referencia a una poderosa red de fuerzas políticas y económicas que presionan para mantener la impunidad y corrupción en el país centroamericano. Ese entramado poderoso controla la Fiscalía bajo el mando de Consuelo Porras, quien se ha impuesto como principal opositora al Gobierno de Arévalo. “Es un castigo contra mi papá por hacer periodismo. Las personas que están detrás de esta persecución forman una célula criminal que debe ser desarticulada”, ha exigido José Carlos Zamora.

La visita a la cárcel por parte de los periodistas refleja también el intrincado sistema legal de Guatemala, en el que el poder judicial y la fiscalía funcionan como un aparato de persecución, mientras que las cárceles del país están bajo la jurisdicción del Ministerio de Gobernación (Interior), que ha permitido el ingreso a la prisión donde está Zamora, quien había denunciado tortura, amenazas de muerte, tratos crueles y degradantes y humillaciones durante su detención. Con la llegada del presidente Bernardo Arévalo al poder, las condiciones en prisión mejoraron, pero el mandatario no puede decidir sobre su liberación. “Guatemala es el laberinto perfecto, sin salida”, analizó Zamora a sus invitados. “Pero yo tengo fe en la gente de Guatemala, en algún momento la sociedad debe pasar al ataque, soy optimista con eso”, dijo. “Tenemos que recuperar la democracia”, pidió el reportero desde su pequeña celda guatemalteca.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.
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