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León XIV
Columna
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Papa León XIV: esperanza, alegría …y justicia

La democracia no solo se sostiene con elecciones, sino con instituciones que protejan la dignidad humana. Y la Iglesia católica ha sabido, en distintos momentos, ser una pieza clave para promoverla

papa leon XIV
Diego García-Sayan

La elección del cardenal Robert Francis Prevost como Papa, jefe de la Iglesia católica, ha sido, para muchos, fuente de gran optimismo y esperanza.

Es algo importante para el mundo, que vive tiempos de incertidumbre, pero particularmente para un país como el Perú, que viene sufriendo años de retrocesos por la impericia y la corrupción de quienes detentan el poder político, un Pacto Corrupto.

La elección de León XIV trae brillante luz al panorama global y local. Es esperanzador, entre otras razones, porque en el pasado, la Iglesia católica ha sido clave tanto para dar apoyo espiritual a millones de personas y asistencia social, como para apoyar procesos políticos que han sido positivos para la democracia, para acompañar transiciones de dictaduras a democracias o de la guerra interna a la paz, y para la afirmación de los derechos de las personas. Necesidades hoy vivas en varios países latinoamericanos.

Valiosas contribuciones de la Iglesia Católica

La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) contribuyó a que el Perú supere de manera pacífica el autoritarismo y la corrupción a fines de los 90. La transición democrática fue impulsada y lograda por una exitosa movilización institucional y social, obra de miles de peruanas y peruanos que se pusieron en acción.

En ese período, entre otros aspectos, la CEP desempeñó un papel clave en la defensa de los derechos humanos en general. Por ejemplo, para dar justicia a los más de 1,000 presos injustamente condenados por terrorismo en el Perú. Proporcionó particular respaldo a la Comisión Ad Hoc de Indultos, impulsada por el padre Hubert Lanssiers. La CEP brindó permanente asistencia pastoral y legal a detenidos indebidamente, e impulsó el reconocimiento institucional de las injusticias cometidas por el sistema judicial en los años de terrorismo. Con ello, la revisión de casos de personas condenadas sin pruebas.

Varios miembros de la CEP, presidida en ese entonces por el fundamental monseñor Luis Bambarén Gastelumendi, brindaron acompañamiento espiritual y psicológico a los presos, asegurando que no fueran tratados como criminales sin derecho a defensa, sino como víctimas de un sistema judicial colapsado por el miedo y la presión política.

Fue vital, en ello, el respaldo activo de todos los obispos de ese entonces, con la notable excepción en esa brega democrática, por cierto, del hoy ex cardenal peruano Cipriani, preclara figura del Opus Dei en el Perú, personaje sancionado después (2019) por el papa Francisco tras denuncias de abuso sexual. Y condecorado -ya luego de la condena- hace pocos meses por el muy extremo alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, otra preclara figura del Opus Dei, como si nada hubiera pasado. Alcalde a quien la extrema derecha parece querer postular con candidato presidencial en las elecciones peruanas del 2026 pese a su lamentable gestión municipal.

Con la excepción, entonces, del ahora ex cardenal Cipriani, el respaldo desde la CEP y de los obispos actuantes en el Perú a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), así como de personajes clave como el padre Hubert Lanssiers, fueron contribuciones decisivas para que los testimonios de los injustamente encarcelados fueran escuchados y documentados.

El entonces cardenal Juan Luis Cipriani en Lima, Perú, en 2016.

Francisco y la Justicia Transicional

La Justicia Transicional es un tema no sólo latinoamericano sino global. Y no es un asunto sólo -ni principalmente- de abogados.

Hace una semana me tocó participar, en la sede de la ONU en Nueva York, en la presentación del interesante volumen Pasado, Presente y Futuro de la Justicia Transicional, en el que se incluye un ensayo de mi autoría que se me invitó a preparar. Interesante sesión, presidida por Juan Manuel Santos, ex presidente de Colombia de cuando se negociaron y firmaron los acuerdos de paz con las FARC, y se establecieron tanto la Comisión de Paz como la hoy vigorosa justicia transicional.

Editado por la Conferencia de Ministros de Justicia de los países Iberoamericanos, el Consejo General del Notariado y la Fundación Notariado, el volumen -ilustrado por pinturas de Velásquez- está precedido por un claro y fundamental mensaje nada menos que del papa Francisco.

El mensaje introductorio de Francisco cobra especial relevancia en el contexto actual de América Latina, donde las estrategias de impunidad siguen debilitando los mecanismos de verdad y reparación. El fundamental mensaje del Papa recién fallecido refuerza explícitamente la idea de que la justicia transicional no es una noción abstracta, sino un marco reconocido de medidas judiciales y políticas para abordar violaciones masivas de derechos humanos.

Del mensaje del papa Francisco en la presentación del libro Pasado, Presente y Futuro de la Justicia Transicional, se desprenden, particularmente, cuatro líneas sustantivas claras:

Definición de justicia transicional. No inventa el Papa una definición. Se remite a la del diccionario panhispánico de español jurídico, contribuyendo a legitimar el concepto desde una fuente técnica.

El papa Francisco saluda al entonces cardenal  Robert Francis Prevost durante una misa en la Plaza de San Pedro, en febrero de 2025.

Aprender del pasado. Necesidad de revisar experiencias dolorosas para consolidar avances en paz y justicia; enfatiza la importancia de la memoria y la reconciliación. Sin memoria, pues, no hay reparación. Especial legitimidad moral, pues, para comisiones de verdad y semejantes.

Isabel de Castilla y la esclavitud indígena. Nos recuerda Francisco que cuando Isabel de Castilla actuó contra la esclavitud indígena fue como acto para demostrar cómo las respuestas institucionales pueden sentar precedentes de justicia en momentos de crisis.

Desafíos en la implementación. Observación por Francisco de que las disposiciones legales pueden volverse papel mojado sin mecanismos eficaces de ejecución. De lo que se desprende la conclusión de que la justicia transicional no puede quedarse en declaraciones simbólicas, sino que necesita estructuras y acciones concretas.

Recuperar el espíritu de justicia

La realidad actual en el Perú es difícil: un Pacto Corrupto que mal gobierna el país, plantea fórmulas como restablecer la pena de muerte para poder, así, desvincularse de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (y conseguir impunidad a los miembros del Pacto).

Un retroceso, así, como el que hoy amenaza al Perú, pone en evidencia la necesidad de recuperar el espíritu de justicia y reconciliación que figuras como Lanssiers, Bambarén o Prevost promovieron en su momento con mucho vigor y resultados.

Pues la democracia no se sostiene solo con elecciones, sino con instituciones que protejan la dignidad humana. Y la Iglesia católica ha sabido, en distintos momentos, ser una pieza clave para promoverla.

El papa Francisco en su mensaje introductorio al libro Pasado, Presente y Futuro de la Justicia Transicional nos llama, contundentemente a “aplicar la justicia, para abrir caminos de comprensión y fraternidad, para crear espacios nuevos e integradores, para construir esa hermosa tierra que no es una utopía sino una responsabilidad”. Conceptos cruciales que enlazan plenamente con León XIV de estos tiempos. Las sociedades están atentas, mientras, a los vientos que puedan soplar en asuntos medulares como los derechos reproductivos, los de las mujeres y el sacerdocio y el trato al colectivo LGTBI+.

¡Alegría, esperanza y justicia, pues, para todos!

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