El devastador huracán ‘Melissa’ fue cuatro veces más probable por el cambio climático
Así lo señala un análisis del Imperial College de Londres. Se estima que el ciclón dejará pérdidas de entre 7.000 y 20.000 millones de dólares. “Es un recordatorio de cómo funciona la injusticia climática”, dice una de sus autoras

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Desde que el huracán Melissa, pasó de la categoría 1 a la 5 en la escala Saffir-Simpson en escasas 48 horas el pasado lunes, se hizo inevitable la pregunta de cuánto podría haberlo impulsado el cambio climático. Sin haber tocado aún tierra en Jamaica el pasado martes, los meteorólogos ya advertían que era el tercer huracán más intenso observado en el Caribe, después de Wilma (2005) y Gilbert (1988). En los días siguientes, arrasó con varias islas del Caribe, dejando al menos medio centenar de muertos y pérdidas milmillonarias. Con un aumento general en la temperatura de la superficie de los océanos, que batió récords en 2024, es casi imposible que las tormentas que surgen bajo la emergencia climática, no estén fortalecidas e intensificadas por este fenómeno.
Sin embargo, para poder conocer exactamente qué rol jugó el cambio climático para un huracán en específico, hace falta lo que en la ciencia se conoce como un estudio de atribución. Es decir, aplicar modelos climáticos complejos que permiten comparar si las condiciones actuales ―en las que la temperatura media global es aproximadamente 1,3 °C mayor que en la época preindustrial― son más aptas para tormentas tan fuertes. Esto, precisamente, es lo que hizo el Instituto Graham de Cambio Climático y Medio Ambiente del Imperial College de Londres, que concluyó que la probabilidad de que un evento como Melissa se haya dado este año es cuatro veces mayor debido al aumento de las temperaturas que ha generado la actividad humana.
“El cambio climático provocado por el hombre claramente hizo que el huracán Melissa fuera más fuerte y destructivo”, señaló a través de un comunicado Ralf Toumi, director del Instituto. “Estas tormentas serán aún más devastadoras en el futuro si seguimos sobrecalentando el planeta con la quema de combustibles fósiles”, añadió.

En el ejercicio, los investigadores también encontraron que, comparados con las condiciones de la era preindustrial, los vientos que generó Melissa fueron un 7% más veloces. Si la temperatura promedio del planeta alcanza un aumento de 2 °C ―que es la meta del Acuerdo de París—, la velocidad del viento para un huracán similar aumentaría 2,1 metros por segundo. Entre 2025 y antes de la revolución industrial, el incremento fue de 5,3 metros por segundo.
La doctora Emily Theokritoff, que hizo parte del análisis, insiste en que Melissa es un recordatorio de cómo funciona la injusticia climática. “Los pequeños Estados insulares en desarrollo tienen muy poca responsabilidad en la crisis climática, pero sufren algunos de sus peores efectos”. Cálculos preliminares realizados por otras organizaciones meteorológicas, como Enki Research y AccuWeather, estiman que los daños que deja Jamaica por Melissa son de 7.700 millones de dólares (el 37% del PIB de la isla) o hasta 22.000 millones de dólares, respectivamente.
Melissa, revertido en un huracán categoría 1 para finales de semana, encarna la crítica situación climática y política actual. El Gobierno de Donald Trump recortó el presupuesto de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) y, en mayo de este año, canceló una base de datos que, desde 1980, rastreaba cuáles son los desastres asociados al clima que más daños económicos han dejado.

Por otra parte, en solo 10 días, en Brasil, empezará la Conferencia de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP30), en la que los países deben terminar de afinar las reglas del juego para cumplir el Acuerdo de París, del que Trump también ha decidido retirar a Estados Unidos. Aunque para cuando se realice la COP30, a mitad de noviembre, el país aún seguirá formalmente vinculado — pese a que el republicano lo anunció tras llegar al poder, toma un año que se haga efectivo— lo más seguro es que no envíen a ninguna delegación a la cumbre amazónica en Belém. En la COP30, entonces, se medirá qué tanto pueden maniobrar las naciones sin el liderato o el bloqueo de un país que, históricamente, ha emitido el 20% de los gases que causan el cambio climático.
“Cuando los países se reúnan en la COP30 dentro de unas semanas, es fundamental que abordemos de forma definitiva y eficaz este círculo vicioso”, advirtió a los medios Iliana Seid, presidenta del grupo de negociación dentro de la ONU, la Alianza de Pequeños Estados Insulares, refiriéndose a cómo las islas deL Caribe, a pesar de no ser responsables por la crisis del clima, se siguen llevando la peor parte.
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