Cuando internet deja de ser ingenuo: la región debate sus derechos en línea
En conversación con EL PAÍS, Jesús Herrero, director general de Red.es, entidad pública adscrita al Ministerio para la Transformación Digital y de la Función Pública de España, advierte en el congreso Andicom 2025 que la inteligencia artificial ha sofisticado el consumo hasta límites inéditos y reclama un marco sólido que combine innovación con garantías ciudadanas


La vida digital dejó de ser un reflejo de lo analógico para convertirse en su propio territorio, con reglas distintas y consecuencias inéditas. Ahí donde antes se compartían fotos y mensajes sin mayor reparo, hoy se multiplican las estafas, las suplantaciones de identidad, la desinformación y el acoso. El problema ya no es anecdótico: se trata de una matriz de riesgos que afecta derechos fundamentales.
En Cartagena, durante el congreso Andicom 2025, Jesús Herrero, director general de Red.es, explicó por qué España decidió anticiparse con la creación de la Carta de Derechos Digitales y cómo ahora busca compartir esa experiencia con América Latina. “Desde Red.es llevamos más de 20 años impulsando la transformación digital en nuestro país: potenciando la digitalización de nuestras empresas, facilitando la historia clínica digital del Sistema Nacional de Salud, llevando ordenadores a centros educativos o redes de fibra óptica para que los chicos y las chicas pudieran tener las mejores capacidades. Además, en este tiempo hemos visto que cada vez más parte de nuestra vida se da en el entorno digital”, aseguró.
Herrero reconoció que esa vida digital comenzó con una cierta inocencia. “Nos pensábamos que todo en internet era bueno y que la misma privacidad que había fuera la había en la red. Y lo que hemos visto es que igual que el ámbito de internet y de la tecnología nos ha generado un montón de oportunidades, también ha generado un montón de vulnerabilidades. Hay personas que se enamoran por internet y acaban siendo estafas, gente que confía en una compra online y al final no lo era. Esta mañana mismo he recibido un SMS de un banco que me dice que van a cancelar mi cuenta, cuando yo no tengo cuenta en ese banco”, contó.
Por eso, añadió, “el tema de internet no tiene que ser un elemento de autoprotección, no tienes que buscarte la vida para saber si esto es una estafa o no. Tiene que haber una serie de fundamentos que estén incluidos en la ley y que haya poderes públicos que lo defiendan y también sociedad civil que trabaje ahí”.
En este marco se creó la Carta de Derechos Digitales, elaborada en 2021 junto a especialistas y con rondas de consulta pública. “No queríamos identificar esta dinámica como algo atomizado, caso por caso, sino asumir desde la madurez un enfoque más general”, explicó Herrero.
La carta incluyó libertades tradicionales, pero también conceptos de “nuevo cuño”, como los neuroderechos. “Estamos viendo tecnologías que ya estudian elementos neurológicos o neurolingüísticos. Y eso tenemos que trabajarlo. Lo que hemos intentado es identificarlo de manera global, estructurada, para luego proceder a los debates que nos toquen, pero con una propuesta jurídica sólida. No queremos que se legisle en caliente a partir de un caso particular. Hay que hacerlo con objetividad y con calado”.
Ese esfuerzo dio pie después a la creación del Observatorio de Derechos Digitales, que forma parte de la iniciativa Derechos Digitales del Gobierno español, cuyo objetivo es analizar vulneraciones, promover buenas prácticas y articular la cooperación entre gobiernos, sociedad civil y empresas tecnológicas. Herrero lo resumió como “el paso necesario para que la Carta no quedara en un documento de principios, sino en una herramienta viva que evalúe riesgos y defina soluciones en tiempo real”.
El director de Red.es también puso un ejemplo reciente que ilustra la urgencia: “Hay chicos que se enamoran de ChatGPT. Y hay personas que creen en esas interacciones. Eso tiene responsabilidad del fabricante, responsabilidad del Estado y responsabilidad de la sociedad de hacer entender que esto no puede pasar”.
Con América Latina, la conexión es evidente. “Identificamos un patrimonio cultural común. Siempre hemos entendido el derecho como un valor a preservar, como un elemento que mejora la calidad de vida ciudadana. Y partimos de otro principio: la tecnología tiene que estar al servicio del bien común. Esos valores son compartidos entre España y Latinoamérica”, afirmó.
La irrupción de la inteligencia artificial solo reforzó la necesidad de actuar. “Cuando empezaban a pensar mis predecesores, no existía ChatGPT. Y yo creo que esto lo hace más urgente que nunca. Porque la IA lo primero que ha hecho no ha sido curar el cáncer, ni dar una solución alimentaria a poblaciones que no tienen para comer. Lo que nos ha hecho es sofisticar nuestro consumo hasta la máxima capacidad de recursos disponibles”, advirtió.
Y añadió: “La inteligencia artificial permite generar mensajes masivos e hiperadaptados. Si ya era difícil disociar entre lo verdadero y lo falso, ahora, con la sofisticación que alcanzamos, es casi imposible. Cada vez más realidades de nuestra vida pasan en el mundo digital y cada vez estamos menos preparados para gestionarlas”.
Para Herrero, el problema no es menor: “No es una cuestión de consumo, es una cuestión de modelo social, de modelo de convivencia. La gente cree que internet es público. Pero no: igual que un centro comercial no es un espacio público, las redes tampoco lo son. Hemos pasado del ágora al centro comercial sin darnos cuenta”.
Frente a este panorama, la educación se vuelve central. “El día que tenga hijos me gustaría que sea su profesor el que les explique cómo funciona YouTube antes que el dueño de YouTube. Porque el dueño de YouTube gana dinero con que pasen tiempo ahí. El profesor se lo enseñará como una herramienta más”, afirmó.
Su defensa de un diálogo amplio también interpela a las plataformas: “Hay gente que pasa una jornada laboral en redes sociales. Y claro que encuentra cobijo, certeza, reafirmación. Pero ese ámbito emocional tiene que ir acompañado de responsabilidad. Lo que no podemos permitir es que las redes nos lleven a una edad media digital. La sociedad ha avanzado y las plataformas tienen que avanzar con ella”.
La presencia de Red.es en Andicom 2025 buscó precisamente abrir esa conversación en el espacio económico. “Hablar de derechos podría parecer lógico en universidades o asociaciones. Pero nosotros vamos a Andicom, un evento de la industria. La industria tiene que entender que su desarrollo económico no puede desplegarse si no es con un modelo social asociado. No puede ser que a su balance de cuentas le vaya genial mientras está generando destrozos en la convivencia”, remarcó.
El mensaje final, en Cartagena, fue claro: “Esto no nos puede destruir. Tenemos que sentarnos y comentar algo que nos incumbe a todos y que nos importa a todos”.
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