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OPERACI´ON TRIUNFO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Gala 11 de ‘Operación Triunfo’: los primeros finalistas y el concursante que no quieren que gane

Esta semana, a Tinho el jurado le ha hecho “un Tanxugueiras”, quizás porque no es un “producto” tan fácil de vender como Olivia y Guille Toledano y OT es un concurso, pero también un negocio

Eva Güimil

Mientras escribo esto, sigo escuchando las palabras de Guille Milkyway en mi cerebro. O igual es que sigue hablando. Dudo que alguna vez haya habido una valoración más larga en la historia de OT. Ha sido como esas conversaciones interminables en las que respondes con monosílabos mientras desplazas el peso de un pie a otro. El creador de La Casa Azul sufre valorando; parece demasiada buena persona y, por no decir una mala palabra de nadie, dice todas las demás. Todas; no creo que haya combinación de las 28 letras del alfabeto español que no haya utilizado esta noche.

Y eso que la cosa empezó ligerita, con Voy a pasármelo bien de Hombres G. La grupal nos sirve principalmente para testar los micros y comprobar el vestuario. Todo correcto. La legendaria Rosa de Vestuario —que ya sabemos que es invent, pero necesitamos poder criticar un concepto más que a una persona concreta, con emociones y una familia que sufre por ella— no nos ha dado material del bueno para rajar. Excepto por Miriam Rodríguez, que estaba entre una novia que se hubiese caído a un foso de tiburones y Bonnie Tyler en el desopilante vídeo de Total Eclipse of The Heart. Cantó, tocó el piano y lloró recordando su paso por el OT de 2017; todos lloramos recordando aquel OT, especialmente cuando vemos este. Presentó El miedo a fallar, pero no falló. Miriam es un valor seguro. Si algún día Chenoa quiere tomarse un descanso, el programa no tendría que mirar muy lejos para encontrarle sustituta.

Excepto el disparate de Miriam, todos iban bastante bien vestidos, hasta Guillo, que interpretó Wonder de Shawn Mendes. Iba bien porque menos es más. Por primera vez no parecía un personaje de Dickens ni un tragafuegos o un bailarín del cuerpo de baile del representante de Eurovisión de alguna exrepública soviética. Y realizó una interpretación relativamente relajada, nada de parkour ni Tsukaharas carpados. Sólo exhibió voz, vozarrón, pero a estas alturas él mismo sabe que ya ha tocado el techo de OT.

Crespo, que le ha cogido gusto al urban, eligió Columbia de Quevedo. Sí, de Quevedo, porque esto no es La voz. Una canción de Quevedo no es algo que eliges para salvarte, es algo que cantas para irte sin más dilación a los brazos de María Luisa, su novia “de momento”. Escogió una canción para irse y se fue.

De una voz controvertida a la voz de Rocío Jurado vía Cristina, que en Punto de partida no pareció, como algunas veces, una niña que le ha robado a su madre el maquillaje. Sobre una especie de trono de criptonita estuvo arropada por Vic Mirallas y, cuando un profesor de la Academia te acompaña, ya sea Manu Guix o Vicky Gómez, es que se viene temazo. Cristina estuvo finísima y recibió el aplauso de Rocío Carrasco, que hasta de viaje por el fin del mundo tiene tiempo para cuidar el legado de su madre. Cristina sonaba a candidata a ganadora en la gala cero y suena a candidata a ganadora en la 11. No ha mejorado demasiado porque partía de un nivel altísimo, pero tampoco ha involucionado y eso es mucho más de lo que puede decir el Real Madrid de Xabi Alonso (sí, necesitaba sacarlo fuera).

Y si hablamos de voces majestuosas, a Tinho le tocó I’m Outta Love de Anastacia, que defendió con menos entusiasmo de lo que es habitual en él. A ver si es que su fuerza estaba en las transparencias y en la ropa extravagante con la que lo disfrazaban cada semana, como la de Sansón residía en su melena. O igual es que se olía cómo iba a discurrir la noche.

Guille Toledano interpretó El roce de tu piel de Revólver, que le encanta a su padre, pero no a mí, porque yo no soy lo suficientemente heterosexual para entender a Revólver. O igual es por eso del punto “canalla” que mencionó Chenoa. Yo escucho “canalla” y siento un profundo vacío interior; pienso en despedidas de soltero con muñecas hinchables y tardeos en gastrotecas que se llaman El Golfo o La Mentirosa. No eres tú, Carlos Goñi, soy yo. Como este programa es transparente como las blusas que le ponen a Guillo en dos de cada tres galas, el favoritismo que sienten por Toledano quedó claro nuevamente cuando vimos su vídeo cocinando arroz con bogavante —que además le sirve para postularse a concursante de MasterChef Celebrity a lo Juanjo Bona—. ¿Recuerdan los vídeos del resto de los concursantes? Pues eso.

Como no se esconden, también pretendieron hacer inolvidable a Olivia y su Where is My Husband! de Raye, quizás la canción con la letra más larga que se haya escuchado este año. Parecía una valoración de Guile Milkyway. Trabalingüística, dijo Chenoa, una palabra que no está en la RAE y ya están tardando, porque cuando la RAE va, Chenoa ya viene de allí. Olivia salió vestida para ganar OT y calzada con zapato plano porque “para qué sufrir” y es una pena que todavía haya que explicarlo porque sorprende. Olivia estuvo prácticamente perfecta y arropada por una puesta en escena para lucirse y esta vez puso de su parte; pareció creérselo tanto como se lo creen los demás, especialmente los responsables del programa que ya escuchan el kaching de la máquina registradora.

También se lo cree cada vez Claudia, la invitada a la que no esperaba nadie, la concursante que sigue ahí aunque nadie contaba con ella. La tapada sacó adelante Overjoyed de Stevie Wonder gracias a su voz elegantísima. Es curioso lo poco refinada que es su voz al hablar, pero suena música y muta en terciopelo. Se podría haber ido en la primera gala y podría ganar la edición, una evolución de Charmander a Charizard. Si aquí se premiase quién ha aprovechado más el concurso, Claudia no tendría rival.

Estábamos paladeando todavía la finura de Claudia cuando tomó el escenario Ruth Lorenzo ataviada como Cruella de Vil después de despellejar con sus propias manos desnudas a los 101 dálmatas y se marcó un número en el que parecía Liza Minnelli poseída por Nina Hagen en el escenario del Rocky Horror Picture Show. Cantó guionizada por Fassbinder y filmada por Dario Argento. Todo eso había en la actuación, créanme. A veces exagero, pero en esto he sido muy morigerada. Ha sido aterrador, pero bello, una cosa no quita la otra. Lo mejor fueron las caras de un público que se miraba pensando si aquello sería una promo de Stranger Things que se había ido de las manos. “Compartimos tu locura a tope” dijo Chenoa para despedirla. La compartimos, Ruth. A favor siempre del desparrame.

También parecieron de Stranger Things las valoraciones. Y tengo la sensación de que como la serie de los hermanos Duffer se han prolongado durante demasiado tiempo. Independientemente de que estemos más o menos (menos) de acuerdo con ellos, fueron absolutamente anticlimáticas: largas, eternas, tediosas.

El jurado esta semana ya no nominaba, puntuaba, que se parece mucho, pero no es lo mismo. El más afectado por este sistema fue Tinho, al que en las últimas galas se le estaba poniendo carita de ganador y al que el jurado le ha hecho un Tanxugueiras y le ha cortado las alas. Tinho tiene una voz excepcional y una belleza que desafía los algoritmos, tanto como su personalidad, pero por alguna razón en el programa no lo ven monetizable. “El público te quiere mucho”, le dijo Chenoa, “pero el jurado no tanto” podría haber añadido. El gallego es un sabor adquirido al que le hemos ido cogiendo el gusto cada semana. Él es un verso suelto y aquí se busca la obviedad, una Olivia, de quien el jurado reconoció encandilado. Tampoco hay que ser un zahorí del talento para saber desde la gala 0 que si había un “producto” en el casting, era ella. Y eso no es algo negativo, todo lo contrario, nadie que no quiera ser un producto, o al menos tener la opción de serlo entra en Operación Triunfo. La acompañaron como finalistas directas Cristina y Claudia. Tras los castings anunciaban “una edición de chicas” y así ha sido. Los damnificados junto a Tinho fueron Guille Toledano y Guillo Rist. Y si en la Academia buscan productos, la opción era sencilla: salvar al soldado Toledano. El guión se cumplió y fue al Atlético a quien los profesores convirtieron en finalista directo. El camino se allana para que el duelo final enfrente a Toledano y Olivia, los que con toda probabilidad habrían sido los ganadores si esto lo decidiese una IA, pero no es así. Por ahora.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.
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