Ir al contenido
_
_
_
_

Cómo la tecnología de Pixar ayudó a desarrollar drones militares más letales

Los sistemas de modelaje tridimensional que hicieron posible ‘Toy Story’ han sido claves para que las aeronaves no tripuladas naveguen y apunten sus armas con mayor precisión

Ingreso a los estudios Pixar en Emeryville, California
Manuel G. Pascual

Las películas de dibujos de Pixar y los drones militares tienen algo en común. Una de las tecnologías clave en el éxito de los estudios responsables de Toy Story o Buscando a Nemo ha sido también determinante para que las máquinas voladoras no tripuladas ganen precisión y se conviertan en una herramienta letal muy usada en guerras como las de Gaza o Ucrania. Se trata de los sistemas de renderizado, o modelación de objetos 3D, que desarrolló la productora que hoy pertenece a Disney. Esta los usa para hacer animaciones más realistas; los drones, para poder entender mejor el espacio en el que navegan y llegar hasta su objetivo.

Pixar lanzó en 1995 el primer largometraje de la historia realizado 100% por ordenador: Toy Story. La calidad de las imágenes y de la animación, muy superior a lo visto hasta entonces, marcó tendencia. Parte de la culpa de su éxito la tuvo un software, RenderMan. Diseñado por el equipo de Pixar, el programa era el encargado de hacer representaciones de imágenes tridimensionales complejas, siendo capaz de captar por primera vez de forma convincente brillos, texturas, piel, pelos o efectos de lentes. Este sistema de renderizado lograba que los personajes, escenarios y objetos que se iban a ver en pantalla obtuviesen ese acabado marca de la casa que supuso dejar atrás las formas poligonales. Los juguetes parecían moverse de forma natural.

RenderMan se gestó en la Universidad de Utah en los años setenta, donde uno de los fundadores de Pixar, Ed Catmull, hizo su doctorado precisamente en problemas de renderización. Catmull probablemente sea la única persona que ha ganado un Óscar (2008) por su aportación a la industria de la animación y un Premio Turing (2019), considerado el Nobel de la informática, por sus “contribuciones fundamentales a los gráficos en 3D y por el impacto revolucionario de esas técnicas en el cine y en otras aplicaciones”.

Lo que no es tan conocido es que la investigación de Catmull y sus colegas fue financiada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA). Uno de sus compañeros de la Universidad de Utah, el científico de origen vietnamita Bùi Tường Phong, llegó a EE UU en los años setenta precisamente de la mano de DARPA, según ha revelado Theodore Kim, profesor asociado de informática en Yale, que trabajó en Pixar y fue compañero del investigador asiático.

El doctor Phong, como se le conocía en la academia, es el creador de los algoritmos de sombreado e iluminación que llevan su nombre y que durante medio siglo han sido un pilar para las películas de animación por ordenador y los videojuegos 3D. “Los algoritmos de Bùi Tường sobresalían en la representación de plásticos, y esa es una de las razones por las que la primera película completamente animada por ordenador trataba sobre juguetes”, escribió Kim en la revista Time.

¿Para qué querría el Pentágono apoyar ese tipo de proyectos? Los avances del científico nacido en Hanoi fueron trasladados a los simuladores de pilotaje de los cazabombarderos F-16 en los ochenta, mejorando notablemente su resolución gráfica. Y los programas de renderizado avanzado, como RenderMan, que se han construido sobre el trabajo del doctor Phong, han sido fundamentales en el éxito reciente de los drones militares. Pixar ha preferido no hacer comentarios a EL PAÍS para este reportaje.

Estas son las “otras aplicaciones” que no se especificaron en la concesión del Turing a Catmull: los aparatos voladores no tripulados, para poder volar, deben ejecutar representaciones tridimensionales fidedignas de su entorno. Como no tienen ojos, se mueven por un mundo virtual que se debe construir desde cero con muchísima precisión y que hay que recalcular a gran velocidad. La parte más compleja de este proceso es el modelaje de las personas u objetos en movimiento: el dron debe saber que un coche es un coche y no un tanque, o si lo que tiene delante es un soldado, un niño o un perro.

Todo eso es posible con RenderMan. El mismo sistema que ha sido capaz de hacer que un grupo de juguetes corra por una habitación sirve para representar a personas en el mapa 3D que usan los drones como referencia espacial. “Estos aparatos necesitan una mirada muy escultural del espacio para entender qué es un puente, una persona o un árbol. Eso es muy difícil de modelar”, explica Lorena Jaume-Palasí, experta en ética y filosofía del derecho aplicadas a la tecnología, asesora del Parlamento Europeo en materia de IA y fundadora de centros como Algorithm Watch o The Ethical Society.

De películas infantiles a matar a niños

El vínculo entre la industria cinematográfica estadounidense y la militar es sólido. En una carta enviada en 1953 al senador William Benton, el presidente Dwight D. Eisenhower escribe: “La intervención del gobierno debe mantenerse cuidadosamente oculta y, en algunos casos, diría, eliminarse por completo. (…) Buena parte de este tipo de actividades [en referencia a presentar al mundo la historia de EE UU] se realizaría mediante acuerdos con todo tipo de empresas privadas dedicadas al entretenimiento —teatro, música, etc.— y demás”.

Eisenhower acuñó en plena Guerra Fría el término “complejo industrial-militar”, que hace referencia a la complicidad entre la poderosa industria armamentística y la acción política del gobierno. También fue quien puso en marcha DARPA, que a la postre fue vital para el éxito de Pixar. En los años noventa, tras el hundimiento de la Unión Soviética, “se reorientó la inversión en investigación militar, de manera que esos avances no solo sirvieran a la defensa nacional, sino que también beneficiaran al sector comercial. El nuevo complejo militar-industrial del entretenimiento es uno de los efectos de este cambio”, concluye Tim Lenoir, de la Universidad de Stanford, en su artículo All but War Is Simulation: The Military-Entertainment Complex (Todo menos la guerra, es simulación: el complejo militar-industrial del entretenimiento).

El caso de RenderMan muestra cómo los vínculos entre Hollywood y el Pentágono van más allá de la propaganda y de la batalla del relato: también ha habido transferencia de tecnología aparentemente inofensiva, como los sistemas de modelado 3D, pero que luego se ha usado para matar. “Las conexiones entre la industria militar y la de la informática, y más específicamente la de la resolución gráfica, son una realidad”, cuenta Jacob Gaboury, profesor de cine y medios de comunicación en la Universidad de California, Berkeley, y especialista en historia de gráficos por ordenador. “Casi toda la investigación en informática de los años setenta y ochenta estaba financiada por el Pentágono”, añade el investigador.

“Hay una conexión directa entre Toy Story y los drones que identifican y disparan a niños en Gaza”, asegura Samantha Youssef, directora de animación con dos décadas de experiencia en películas y videojuegos de Walt Disney Animation, Filmax o Ubisoft. La artista canadiense explicó hace tres meses en una entrevista que muchas grandes producciones de animación por ordenador, como en las que ella ha trabajado, quizás sin quererlo, están “desarrollando robótica revestida con capas artísticas”: los programas de animación y renderización en 3D ayudan a representar el espacio, a entender cómo se mueve un personaje.

“Todos los avances en nuestra tecnología sirven para mejorar esa representación”, dice. Youssef argumenta que RenderMan, la tecnología estrella de Pixar y que ella ha usado en varias compañías distintas, se creó con un propósito militar subyacente. “Se necesitaba desarrollar esta tecnología para que los procesadores pudieran comprender la profundidad y la navegación en el espacio virtual”, apunta.

La mención de Gaza no es fortuita. Informes de la ONU y testimonios de médicos sobre el terreno corroboran la muerte de niños asesinados por disparos de drones de las fuerzas armadas de Israel. Algunas informaciones hablan de que doctores extranjeros han tratado más de un centenar de menores, todos ellos con disparos en la cabeza o en el pecho realizados a larga distancia, lo cual indica que no fueron víctimas colaterales. Esos disparos, señala un análisis forense, son compatibles con los que pueden ejecutar drones francotiradores.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_