Juan Tallón, sobre su nuevo libro ‘Mil cosas’: “El móvil, que pensamos que nos facilitaría la vida, nos la está destrozando”
El escritor conversa sobre la velocidad de la vida contemporánea con un grupo de suscriptores en el club de lectura de EL PAÍS

Tenía una idea para el final que lo resignificaría todo, pero le faltaba la escritura de todo lo demás. Así comenzó a gestarse la novela Mil cosas, lo último de Juan Tallón de Anagrama. La historia sobre la fugaz vida contemporánea de una pareja centró el pasado Club de lectura de EL PAÍS y Babelia, que reunió a suscriptores lectores y al autor para explorar esta lectura y compartir de cerca algunas de sus reflexiones.
Hubo, desde el principio, una intención: “Que cuando la novela llegara al final se resignificase, se convirtiese en otra cosa y casi obligase al lector a volver”, explicó el escritor ante el grupo de asistentes.
La cita, celebrada con 30 lectores en Taller de Ideas de Madrid como parte del programa cultural de EL PAÍS+ para suscriptores, permitió conocer los entresijos del libro y dio buena cuenta del proceso de escritura de Tallón. Dijo concebir esta novela con la vocación de los relatos: de una sentada. Para intentar no perder el ritmo y la voz narrativa, lo escribió “en una especie de rapto”. Lo terminó en apenas veinte días. Y, así como fue escrita, invita el autor a leer estas páginas.
La idea de Mil cosas pretendía poner un espejo a los lectores que les devolviese, no tanto las vidas de los protagonistas, sino las suyas, para que reparasen en la velocidad en que se mueven, con sus agendas repletas del día a día y sus mil cosas en la cabeza, contó Tallón.
Aparte de esa vida alienante y rápida en la que buena parte de la sociedad está instalada, quiso el también columnista de EL PAÍS explicar otros temas de la novela, como retratar la relación que se tiene con el trabajo: “Tenemos un miedo salvaje a perderlo, que también produce otros miedos menores: como el miedo a estancarnos, el miedo a que el trabajo no nos permita llevar una vida apacible. Miedo a empobrecernos, a pensar que están por encima de nosotros. También quería retratar qué está haciendo con nuestras vidas el teléfono. El móvil, que pensamos que nos facilitaría la vida, nos la está destrozando”.
Las grandes ciudades, además, han despojado a las personas de su tiempo. “Hemos perdido el sentido de la importancia. Todo parece de vida o muerte, y eso tiene un coste”. Un ejemplo de esa factura se ve en Mil cosas. Y casi podría pasarle a cualquiera. O no.
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