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Dos mujeres comparten experiencias en una charla sobre edadismo, una discriminación por razones de edad. CEDIDA POR FUNDACIÓN LA CAIXA

El disimulado edadismo y las formas de combatirlo

Un total de 634 centros en toda España acogerán a partir de septiembre talleres para detectar y prevenir la discriminación por razones de edad, muchas veces difícilmente apreciables, dentro del Programa de Personas Mayores de Fundación ”la Caixa”

Mariano Ahijado

Fuera del ámbito familiar, el empleo de la palabra “abuelito” para referirse a una persona mayor puede constituir una forma de edadismo, una discriminación por motivos de edad. Está claro que no es equiparable a llamarle carca, dinosaurio o recordarle que ya está otra vez contando batallitas. Pero en ese “abuelito” cariñoso y cercano, advierte David Velasco, director del Programa de Personas Mayores de Fundación ”la Caixa”, subyacen estereotipos sobre cómo se percibe a los mayores. Pensamientos preconcebidos que impiden ver a alguien de 70 años como un nadador asiduo capaz de hacerse un kilómetro al día (ver el despiece de más abajo titulado Señalando el edadismo); o imaginarse a una persona jubilada terminando un grado universitario; o peor todavía, pensar que para qué sirve estudiar a esas alturas de la vida.

Existe también un edadismo limitante, el que “resta autonomía a estas personas, las convierte en sujetos pasivos, las infantiliza”, detalla Velasco, quien añade que no se les debe hablar como si fueran niños, ni emplear tonos condescendientes. Tampoco referirse a este colectivo amplio y heterogéneo como “nuestros mayores” o emplear el mencionado diminutivo “abuelitos” porque “dejamos de verlos como individuos con sus singularidades”. Se produce una deshumanización: “Se les impide participar en la toma de decisiones”, abunda Velasco.

Vânia de la Fuente-Núñez, médica, antropóloga y experta en edadismo, apunta otro gran estereotipo: “Pensar que la vejez es un periodo de enfermedad”. Si las personas mayores lo interiorizan, cuando lleguen a cierta edad no van a cuidarse, señala en un vídeo dentro del ciclo de debates Edadismo y personas mayores. Cómo abordarlo para construir un mundo para todas las edades, organizado por Fundación ”la Caixa”: “Van a seguir teniendo comportamientos de riesgo para su salud, como fumar, no hacer ejercicio o no llevar una dieta saludable. Acaban cumpliendo el estereotipo”, asegura.

El edadismo no es un concepto nuevo, existe literatura amplia al respecto desde los años ochenta del siglo pasado. El término lo acuñó el gerontólogo Robert Butler en EE UU en 1969. “Pero se ha puesto encima de la mesa en los últimos cinco o seis años”, apunta Velasco. Definido y conocido, es momento de combatirlo. Por eso, Fundación ”la Caixa” ha creado el Taller sobre edadismo: cómo detectarlo y prevenirlo, que se impartirá a partir de septiembre en centros propios de la Fundación y en aquellos en los que tiene convenios con las comunidades autónomas de toda España: 634 en total.

Consta de dos sesiones de dos horas cada uno. Van a estar muy centrados en el lenguaje, apunta la psicogerontóloga Montse Celdrán, autora en 2023 del Glosario sobre edadismo, un documento que recoge palabras y expresiones en apariencia inocentes pero que pueden resultar dañinas si se emplean de forma inapropiada (abuelito está incluido). “El glosario surgió para que reflexionemos sobre cómo nos dirigimos a los mayores”, cuenta la también investigadora. El edadismo resta poder y autonomía a estas personas. “Se los excluye de la toma de decisiones y empobrece las relaciones interpersonales”, admite. El glosario es una de las acciones incluidas dentro del Programa de Personas Mayores de Fundación ”la Caixa”, junto con un concurso de microrrelatos, relatos y pódcast o la formación en competencias digitales.

Velasco señala que tampoco hay que asumir que todos los mayores son un “pozo de sabiduría”. No se deben atribuir cualidades o defectos de forma general a todo un segmento de la población que incluye tanto a alguien que se acaba de prejubilar como a un nonagenario. “No podemos poner etiquetas a un colectivo tan amplio”, resume. Cada uno tiene unas necesidades, una vulnerabilidad y una fragilidad diferentes. También unas capacidades, unas cualidades y una forma de desenvolverse en la vida distintas. “El respeto es una pieza fundamental en las relaciones humanas. El primer paso es reconocer que las personas mayores tienen muchas potencialidades. No podemos prescindir de ellas como agentes sociales o de cambio”, afirma Velasco.

Una vez completadas las dos sesiones de los talleres, los mayores están preparados para convertirse en impulsores de otras iniciativas que contribuyan a prevenir el edadismo en su comunidad. Celdrán aporta algunas ideas de programas que pueden desarrollar en su entorno: “Un club de lectura para analizar cómo aborda la vejez la novela en el siglo XXI, un teatro sobre los derechos de los mayores o un programa intergeneracional que incluya a los jóvenes”. Se trata de buscar alternativas a las clásicas actividades de ejercicio de la memoria, manejo de la tecnología y aprendizaje de idiomas, cuenta la experta.

Tampoco debe edulcorarse el envejecimiento, advierte Celdrán. Hay algunos autores, cuenta, que lo ven como una segunda juventud porque llegada cierta edad pueden realizar actividades que en su momento les fueron difíciles, como hacer un voluntariado, ir a la universidad, aprender un idioma o iniciarse en una afición que siempre tuvieron en mente. “Pero hay quien tenga que cuidar a una pareja dependiente o habrá personas que no van a tener un buen envejecimiento”, detalla la psicogerontóloga. Nadie es igual. “No se puede meter en el mismo saco a una persona de 70 años y a otra de 100”, insiste. Ni siquiera hay consenso en qué es una persona mayor. Celdrán recuerda que siguen siendo adultos. En lugar de personas mayores, a ella le gusta hablar de envejecimiento –sin ser algo negativo–, de ir cumpliendo años. La vida avanza, pero es vida. Anima no solo a ver las dificultades, sino algunas ventajas como la capacidad para priorizar las cosas importantes de la vida o una mejor regulación de las emociones.

Señalando el edadismo

¿Hasta qué punto juzgamos por la edad? es un experimento social impulsado por Fundación "la Caixa" para descubrir cómo los prejuicios condicionan y cambian las percepciones que se tienen de las personas mayores. Se reunió a cuatro hombres y a cuatro mujeres de diferentes edades, jóvenes y no tan jóvenes, con intereses muy distintos. Cada uno tenía una tarjeta en la mano con dos afirmaciones que pertenecían a algunos de sus compañeros. Se trataba de averiguar quién era un amante de la física cuántica, un apasionado de cocinar caldo o tenía un huerto. También quién nadaba 450.000 metros al año, acababa de terminar una carrera o había montado una empresa que importaba a 20 países. 
 
Los propios participantes se sorprendían al enterarse de que Jaume era el gran nadador, una práctica que realiza con su grupo de amigos de entre 70 y 75 años. O Jaime, en la veintena, se revelaba como un amante de las películas en blanco y negro. La campaña se enmarcaba en el Día Mundial del Buen Trato a las Personas Mayores, celebrado el 15 de junio.

CRÉDITOS:

Redacción: Mariano Ahijado
Diseño: Belén Daza
Coordinación de diseño: Adolfo Domenech

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