Ingenios imperceptibles en las ciudades pero indispensables cuando llueve a conciencia
Los tanques de tormenta son una infraestructura básica para almacenar las primeras aguas de lluvia, que arrastran contaminación, y las retienen hasta que las depuradoras tienen capacidad para sanearlas. Así trabaja Canal de Isabel II para evitar desastres

Son procesos tan habituales que parecen sencillos. Abrir el grifo de la cocina o el baño y que salga agua. Tirar de la cadena y que desaparezcan las deposiciones. La mayoría de la gente desconoce qué es lo que hace posible estos gestos tan cotidianos. Pero detrás de los sistemas de saneamiento hay toda una infraestructura invisible a los ojos de los ciudadanos que cumple una función indispensable para minimizar las inundaciones cuando se producen precipitaciones y para evitar la contaminación de los ríos cercanos.
En días de lluvias intensas o continuadas, los tanques de tormentas se encargan de almacenar las primeras aguas que caen del cielo y entrañan ciertos riesgos debido a la contaminación que arrastran. Estos pilares, construidos bajo las ciudades, retienen el líquido hasta que las depuradoras tienen capacidad para sanearlas. En 2024, último año con datos disponibles, contuvieron más de 8.000 millones de litros de aguas sucias, solo en Madrid.
Canal de Isabel II, entidad responsable de los 16.000 kilómetros que componen la red de saneamiento de la Comunidad de Madrid, gestiona más de 70 tanques en la región. 38 de los cuales están en la capital, donde se aprecia claramente su función: evitan, gracias a sus efectivos sistemas, que la contaminación llegue al río Manzanares e impiden que se vierta agua sin tratar.
En la comunidad también están dos de los mayores tanques del mundo: los de Arroyofresno y Butarque, con capacidad de 400.000 metros cada uno. Son las infraestructuras más destacadas de una región que cuenta con 155 plantas de depuración y casi dos centenares de estaciones de bombeo que resultan esenciales en los días de precipitaciones intensas.
Así funciona un tanque de tormentas
Hay un dato al que son ajenos muchos ciudadanos. Por las redes de drenaje urbano no solo circulan las aguas residuales de hogares, comercios e industrias. En casos como el de Madrid, que cuenta con redes unitarias, son también las encargadas de recoger el agua de lluvia para enviarla hasta las depuradoras. Allí son tratadas antes de que sean devueltas a los ríos en condiciones óptimas para que no contaminen sus ecosistemas.
El caudal de agua residual se mantiene más o menos fijo, pero los problemas pueden aparecer en épocas de lluvias abundantes. En esos episodios de altas precipitaciones, la gran cantidad de agua puede ser inabarcable para la capacidad de determinadas depuradoras. Es ahí cuando entran en juego los tanques de tormentas.
Estos enormes depósitos regulan el paso de las aguas pluviales hacia las plantas de depuración, evitando que la capacidad se vea rebasada, e impiden que el excedente se vierta sin haber sido tratado. Un ejemplo: si no existiesen, en épocas de lluvias muy intensas, las estaciones depuradoras no podrían admitir todo el caudal recibido, por lo que se verían obligadas a derivar las aguas sobrantes, sin depurar, a los ríos. Gracias al papel de los tanques, que impiden o minimizan posibles impactos medioambientales, su ciclo natural no se ve afectado.
Reservar las aguas pluviales hasta que puedan ser depuradas genera un valor añadido. Las primeras lluvias arrastran toda la suciedad acumulada en las calles, como deposiciones de mascotas, aceites de vehículos o desechos sólidos del suelo (por ejemplo), que son empujados hacia los imbornales y alcantarillas. Evitar que la contaminación se expanda resuelve un dato preocupante: en algunos puntos, el agua de escorrentía durante la primera hora de lluvia es incluso más perjudicial para el medio ambiente que el agua residual en tiempo seco, según ha detectado un estudio de Canal de Isabel II.

Antes de llegar a los tanques, el agua pasa por una serie de filtros que retienen los residuos sólidos. Aquellos que consiguen atravesar esa barrera –botellas, bolsas de plástico...- quedan acumulados en el fondo o en la superficie de la lámina de agua. De modo que, si bien los tanques representan un escudo contra la contaminación de los cauces fluviales, desde Canal Isabel II insisten en que la mejor forma de reducir riesgos es realizar una gestión responsable sobre la superficie de las ciudades: utilizar las papeleras en la vía pública y, especialmente, no arrojar toallitas u otros desechos por el retrete. Es conveniente recordar que lo adecuado es tirar al inodoro solo el papel higiénico convencional.
La red de Madrid, una de las más grandes del mundo
A diferencia de otras capitales como París o Londres, que cuentan con grandes ríos ( Sena y Támesis), en Madrid el cauce del río Manzanares es escaso y su capacidad de autodepuración, muy limitada. Por ello es importante, especialmente en su tramo urbano, contar con una red de tanques.
Los más de 70 que gestiona Canal de Isabel II en la Comunidad suman una capacidad total de 1,40 hectómetros cúbicos (hm3), equivalente a 25 veces el agua acumulada en el estanque del parque del Retiro. Esta cifra irá creciendo en los próximos años gracias a las inversiones que acometerá la empresa pública en su Plan Estratégico 2025-2030. Del total de tanques operativos, las 38 instalaciones que se distribuyen en el término municipal de la capital retuvieron el año pasado 8,3 hm3 de agua sucia, impidiendo que acabasen en el Manzanares.
Seis claves para entender el tanque de Arroyofresno
1
Las primeras aguas de lluvia arrastran la contaminación acumulada en la superficie de la ciudad
2
El excedente de agua que circula por la red de alcantarillado se deriva al tanque a través de un colector de más de tres kilómetros de longitud y casi siete metros de diámetro
3
El líquido llega al compartimento de menor capacidad del tanque
4
Si las precipitaciones son más abundantes de lo normal, y se rebasa, el agua pasa al segundo compartimento
5
Este permite el llenado de 400.000 metros cúbicos de agua
6
El tanque cuenta con bombas de vaciado. Una vez terminada la tormenta, redirige el agua a las depuradoras para que sea saneada
Una de las instalaciones más emblemáticas y conocidas de la capital es el tanque de Arroyofresno, al noroeste de la ciudad. Se ubica en el interior del Club de Campo Villa de Madrid y recibe, durante episodios de fuertes tormentas, el excedente de agua de los distritos Fuencarral-El Pardo, Tetuán, Chamartín y Moncloa, por lo que sirve de escudo para unos 700.000 vecinos.
El tanque de Arroyofresno cuenta con 35.000 metros cuadrados de superficie y se adentra en 22 metros de profundidad que se dividen, a su vez, en dos plantas: la inferior, de unos 10 metros, acumula el agua, y la superior alberga la sala de control. El volumen total de la construcción subterránea comprende cerca de 750.000 metros cúbicos (m3) de los cuales 400.000 se destinan al almacenamiento de agua.

El cuerpo del tanque está separado en dos compartimentos gracias a un muro pantalla de 246 metros de extensión. De esta forma, el agua llena inicialmente el compartimento de menor capacidad. Si las precipitaciones son más abundantes que las tormentas ordinarias y este se cubre por completo, el agua rebasa el muro y permite el llenado total de los 400.000 m3. La separación entre ambas zonas hace que resulte más sencillo y operativo su mantenimiento y su limpieza.
Cuando llueve, el agua llega a este tanque a través de un colector de más de tres kilómetros de longitud, por debajo del río Manzanares y de grandes infraestructuras como la autopista M-30. El elemento más impactante de su diseño es el diámetro: casi siete metros que permiten un caudal de agua de hasta 100 m3 por segundo, esto es, 30 veces más que el caudal medio del río. Además, la instalación tiene bombas que permiten su vaciado y, al concluir una tormenta, pueden derivar el agua a los colectores de los márgenes del río Manzanares para que el líquido pueda ser transportado hasta la depuradora de Viveros –la más cercana– u otras plantas de saneamiento más lejanas.