Sanidad tramita la llegada a las farmacias de la PrEP, la profilaxis ante el VIH
Más de 30.000 personas, en su mayoría LGTBIQ+, forman parte de un sistema que funciona como una ventanilla única del sexo seguro: “Las ITS son un problema comunitario, no de una comunidad”


La PrEP, la profilaxis ante el VIH, tuvo un aterrizaje accidentado en España. Llegó a los hospitales del país en noviembre de 2019, apenas tres meses antes de que una pandemia pusiese en jaque todo el sistema sanitario. Sin embargo, en apenas seis años el programa de Profilaxis Pre-exposición al VIH (SIPrEP) ha crecido hasta alcanzar los 30.000 usuarios, en su mayoría de personas LGTBIQ+, y está preparado para su próximo gran salto: dejar de ser un medicamento únicamente de dispensación hospitalaria para desembarcar en las farmacias con receta. Así lo defiende el Ministerio de Sanidad, que ya ha solicitado la autorización a la Agencia Española del Medicamento.
El salto que promete modificar la dispensación, el llamado sistema SIPrEP, es tan integral que está concebido como una red de unidades preparadas para resolver, en un acto único, la mayor parte de los retos del sexo seguro, desde la detección y tratamiento de todas las ITS a afrontar los problemas derivados del uso de drogas. Por eso Jorge, que recurre a nombre ficticio para contar su historia, directamente lo califica como un “puente” que le salvó “de la destrucción”.
El verbo to slam en inglés significa golpear con fuerza. “Y eso es justo lo que yo experimenté”, relata sombrío el usuario. Hace ya tiempo que una acepción distinta de ese vocablo, slamming, se popularizó en una parte de la comunidad LGTBIQ+ como subterfugio a la crudeza de lo que significa: pincharse drogas para practicar sexo. “Hasta que me rehice”, añade el gaditano, usuario de la unidad PrEP del Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, uno de las centenares que forman parte del programa de Profilaxis español y al que Jorge había llegado años antes, después de un percance durante una relación sexual.
Usuarios como Jorge llegaron al programa sorteando un mar de estigmas, ideas preconcebidas y tabúes en torno al sexo, hasta alcanzar los 30.000 usuarios. “Ni tan mal”, valora Julia del Amo, coordinadora de SiPrEP en el Ministerio de Sanidad, teniendo en cuenta que, además del traspiés de la pandemia, España se incorporó con retraso a un programa que, en países europeos como Francia, ya llevaba funcionando desde el verano de 2016. “Todas las unidades de Enfermedades Infecciosas estábamos a la espera de que se aprobase”, relata Andrés Martín, coordinador del equipo PrEP de Cádiz. Hoy la iniciativa en el hospital gaditano tiene unos 200 usuarios de media y su máximo responsable ha sido uno de los homenajeados del Orgullo de la ciudad.
En la definición más simplista, la PrEP no es más que una pastilla —hoy ya genérica y, por tanto, más económica que en sus inicios— suministrada de forma diaria, en una dosificación menor que la que se usa para tratar el VIH y tan seguro que es apto “hasta para embarazadas”, como puntualiza Del Amo. Pero Martín se revela ante esa idea: “Es una pastilla, sí, pero el programa es mucho más”. En cada consulta cuatrimestral, los usuarios de Cádiz reciben una atención integral sobre salud sexual: “Es una prevención combinada de forma transversal. Aquí revisamos programas de vacunación, hacemos seguimientos de otras ITS como sífilis, gonococo o clamidia y abordamos el uso de drogas en el sexo, el chemsex”. Y todo se realiza en el llamado “acto único” por el que distintos equipos hospitalarios se coordinan, desde el laboratorio para las analíticas a la farmacia hospitalaria para la dispensación, para que quien visita la consulta de Martín salga con todas sus necesidades resultas.

Y en esa atención global es donde Jorge encontró respuesta a la espiral en la que estaba entrando por culpa del chemsex. “Les pregunto a cada usuario si consume de forma controlada. Hay quien dice que consume poco y quien reconoce que tiene un problema. Es ahí cuando llamo a Javi”, explica Martín. Se refiere a Javier Borrallo, psicólogo de la ONG estatal Apoyo Positivo, que trabaja de forma estrecha con todas las Unidades de PREP de los hospitales públicos de la provincia (Jerez, La Línea, Algeciras y Puerto Real) en una relación de ida y vuelta: como vía de entrada para los interesados en tomar el tratamiento y como apoyo psicológico para los usuarios con problemas.
El informe SIPrEP de noviembre de 2019 a mayo de 2023 del Ministerio de Sanidad confirma la impresión sobre el terreno: el 38,3% de los usuarios declararon el uso de alguna droga en los 12 meses anteriores, principalmente popper (22,4%), cannabis (17,8%) y cocaína (10,9%). Martín apunta también otros consumos pujantes que ve en su consulta, como el consumo de mefedrona y el GHB, conocido como chorri. “La chemsex es una epidemia silenciada, el pico del iceberg, una válvula de escape de otros problemas”, apunta Borrallo. Jorge, sentado a su lado, asiente: “Buscaba huir de otros malestares. Mi puente para salir de ahí fue la unidad de Cádiz”.
Años antes de ese traspiés del que pudo salir, Jorge supo de la PrEP por casualidad: “Tuve un accidente de profilaxis y pasé un mes con un miedo atroz”. Una asociación LGTBIQ de Sevilla le orientó sobre un tratamiento que entonces había que comprar en el extranjero, así que en cuanto el equipo de Cádiz echó a andar, se apuntó. Él responde al usuario prototípico que copa más del 96% de los usuarios de los equipos PrEP españoles: hombre cis gay o bisexual de más de 30 años con estudios medios o superiores y empleo estable, según recoge el mismo informe de Sanidad. Es también el principal público diana, pero no el único, como apunta el psicólogo Javier Borrallo, de la ONG Apoyo Positivo, que trabaja de forma estrecha con el equipo de Martín: “Las ITS son problemas comunitarios, no son de una comunidad”.
En lado opuesto de la estadística está Luis, un hombre transexual usuario del programa PrEP de Cádiz que también pide anonimato representa justo a uno de los segmentos de usuario a los que no está llegando la iniciativa: “En mi caso, tengo una vagina y una realidad diferente. Creo que hacen falta más campañas para atraer a más personas”. Del Amo reconoce que ese es uno de los talones de Aquiles del sistema, pero no el único: “No estamos llegando a las personas transgénero, pese a que sabemos que están en riego, tampoco a los hombres nacidos fuera de España y los nuevos diagnósticos de VIH nos muestran que los contagios son por ahí. Es algo que claramente tenemos que mejorar”.
Por avanzar
Para entrar en el programa PrEP no basta solo con quererlo. Con cada nuevo usuario, unidades como las de Martín evalúan el riesgo-beneficio para incorporarse a un tratamiento que, aunque seguro, puede tener efectos adversos. De ahí que se pondere que criterios como que los usuarios tengan más de diez parejas al año o se hayan mantenido prácticas sexuales de riesgo —sin preservativo— para determinar que son idóneos para entrar en el programa. “La máxima es que lo que hagas en una etapa de tu vida que no te condicione en la siguiente”, apunta Borrallo. Y así es justo como su ONG lo explica en Casa Bahía, el centro a pie de calle en El Puerto de Santa María el que Apoyo Positivo realiza test rápidos de VIH y deriva a las personas interesadas en incorporarse a los programas PrEP de la provincia. De hecho, ONGs y asociaciones son la principal vía de entrada de usuarios, junto a la atención primaria sanitaria.
El hecho de que la PrEP sea ahora mismo un fármaco que solo se puede dispensar en hospitales funciona en esa estrategia de seguimiento, acompañamiento y control de otras ITS, pero también genera problemas. “Especialmente en zonas rurales donde las unidades hospitalarias no están tan a mano”, explica Del Amo. De ahí que el Ministerio de Sanidad ya esté trabajando en la idea de que el fármaco salga del hospital y se pueda obtener en farmacia con receta. De hecho, la institución ya ha solicitado la autorización a la Agencia Española del Medicamento, después de haberlo debatido en la Comisión Nacional de Coordinación y Seguimiento de Programas de Prevención de Sida. “Todo cambio implica diálogo, necesitará formar a los médicos de atención primaria y trabajar con los farmacéuticos, pero hacia ahí vamos”, avanza la coordinadora de SiPrEP.
Será un salto cualitativo que necesitará derribar los estigmas que Jorge asegura que se ha encontrado en más de un médico de cabecera. Del Amo, implicada como investigadora desde los años 90 en la lucha contra el sida, lo sabe bien: “El estigma es todo lo que rodea a la infección: sexo y sexo entre hombres. No estamos como hace 30 años, pero es ingenuo pensar que no existe una homofobia estructural”. De hecho, la experta recuerda las reticencias que recibió la PrEP en un principio entre los que creían que el programa era una invitación a no usar el preservativo: “Pero si es que el uso pobre del preservativo está en todos sitios. De hecho, los hombres gays lo usan más, solo que, en ellos, el fallo en el uso es más grave. Cuando hay avance científico, hay que emplearlo”.
Un tratamiento que puede ser post-exposición

Que las unidades PrEP están concebidas como espacios abiertos e integrales da buena cuenta que no solo trabajan como profilaxis pre-exposición. El equipo de Andrés Martín en Cádiz también trabaja con la Doxy-PEP, un tratamiento preventivo en forma de antibiótico, la doxiciclina, posterior a la exposición que sirve para revenir la sífilis y la clamidia. Sin embargo, sus usos son “mucho más acotados”, como apunta Julia del Amo, coordinadora de SiPrEP en el Ministerio de Sanidad. El problema radica en que el uso preventivo está fuera de la ficha del medicamento, no protege de la gonorrea y no está claro hasta qué punto el uso en exceso de un antibiótico puede alterar la resistencia a las enfermedades. “Si alguien tiene el riesgo claro de contraer clamidia o sífilis, ahí el beneficio es mayor que el riesgo, sino, no”, resume Andrés Martín.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
