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Especial publicidad

Viajar al corazón salvaje del planeta sin salir de España y ayudar a protegerlo

El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una efeméride que nos recuerda el desafío urgente de frenar la pérdida de biodiversidad. Frente a este reto, los Bioparc se erigen como destinos turísticos que, más allá del ocio, invitan a reconectar con la naturaleza y repensar nuestro papel en ella

Cría de tapir malayo nacida en Bioparc Fuengirola (Málaga).

Un tapir malayo abre tímidamente los ojos. Lo que ve a su alrededor es una selva tropical del sudeste asiático. Pero, aunque no lo sepa, se encuentra en Fuengirola (Málaga), a más de 11.000 kilómetros de Malasia, en un Bioparc que no solamente está contribuyendo a la recuperación de su especie, con menos de 2.500 ejemplares en su hábitat y seriamente amenazada; el centro ofrece a los visitantes la oportunidad de asomarse al corazón de los ecosistemas más salvajes del planeta sin salir de España.

El 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, fecha en la que desde 1972 la ONU nos recuerda la necesidad cada vez más imperiosa de frenar la deforestación y la pérdida de biodiversidad. Acercarse con la familia o amigos a cualquiera de los tres Bioparc españoles es mucho más que ocio o entretenimiento, supone una inmersión en esos mundos que desaparecen ante nuestros ojos, si no le ponemos remedio, lo que han denominado ocio “con causa”; quien tenga la fortuna de contemplar a ese pequeño tapir nacido en marzo ⎯o a los elefantes o los orangutanes o las tortugas⎯ tomará conciencia del papel del ser humano en la naturaleza y de su poder para reparar el desastre.

Elefantes refrescándose en el lago de Bioparc Valencia.

La experiencia de los Bioparc de Fuengirola, Valencia y el Acuario de Gijón es única, un viaje casi real a los rincones remotos del globo donde habitan esas especies en riesgo de extinción que sus equipos de veterinaria y biología logran que se reproduzcan bajo cuidado humano. Son centros de ciencia, conservación y divulgación que asumen, además, la responsabilidad de convertirse en un destino turístico idóneo para el viajero responsable. Una alternativa más para transformar una industria, el turismo, que en España supone el 14% del PIB y que debe caminar también hacia un modelo sostenible.

Historia natural, en Málaga

Hacer un safari por Madagascar o el África ecuatorial en plena Costa del Sol. Eso es lo que ofrece el Bioparc de Fuengirola, que además ha recreado con detalle zonas del sudeste asiático o de América. Inspirado en la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano y con elementos como un templo maya a escala real, arrecifes de coral o un aviario de 14 metros de altura, el parque ofrece un recorrido inmersivo, en el que el visitante puede examinar cartas de navegación del siglo XVI, globos terráqueos, los diarios de los marinos o pasar revista a los cientos de objetos almacenados en gabinetes de maravillas que nos dibujan a la perfección la conexión inexorable entre esos ecosistemas y nuestra propia historia.

Bioparc Fuengirola ofrece un recorrido inmersivo, en el que el visitante puede examinar cartas de navegación del siglo XVI, globos terráqueos, los diarios de los marinos o pasar revista a los cientos de objetos almacenados

El dragón de Komodo, ese lagarto con millones de años de antigüedad, considerado el reptil terrestre más pesado (miden hasta tres metros de longitud y pesan más de 300 kilos), es otro de los ilustres vecinos del Bioparc de Fuengirola, que convive allí, sin amenazar al resto con sus feroces fauces —capaces de despedazar un búfalo de agua—, con los gibones de mejillas doradas, primates arbóreos y diurnos originarios de la zona de Vietnam, Camboya y Laos o los faisanes de Edwards, gallinácea de un hermoso plumaje azul metalizado en peligro crítico de extinción.

Bioparc Fuengirola es el hogar del gorila Ekan.

Precisamente el faisán de Edwards ha sido protagonista de un proyecto de reintroducción en Vietnam impulsado por la Fundación Bioparc, un éxito más de la estrategia de cría controlada que desarrollan los tres parques, una forma de actuar dentro de las instalaciones de los centros y tener, a la vez, un impacto real en los ecosistemas de origen de las especies.

La ternura salvaje de África, en Valencia

Nada hay más tierno y a la vez más impactante que observar a un elefante, una criatura de hasta 6.000 kilos, a la carrera. La tierra tiembla con cada zancada. Esa es una de las estampas que ofrece el Bioparc de Valencia, que además logró en los últimos años el milagro del nacimiento de dos crías de elefante de la sabana —Makena y Malik— ya perfectamente integradas en su manada valenciana. La conservación de estos paquidermos es urgente: según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), su población ha disminuido un 95% en el último siglo.

Un panorama parecido al de los chimpancés occidentales, como Cala, Djibril o Ekon, que forman parte de la mayor población de esta subespecie en España, establecida también en los Bioparc valenciano y malagueño. El trabajo de los primatólogos es fundamental para fomentar la implementación de conductas naturales en los animales: han de vivir como si fueran silvestres. Incluso han logrado la adopción en el seno de la familia del pequeño Djibril, cuya madre, ahora rescatada en Bioparc de Fuengirola, no pudo atender por su trágico pasado. Una labor que se enmarca igualmente en la estrategia global One Plan Approach, esa que define que han de combinarse las acciones in situ (en los hábitats originales) y ex situ (en los Bioparc). Toda ayuda es poca.

El Dragón de Komodo, del que apenas quedan 1.500 ejemplares en todo el planeta, se ha reproducido en Fuengirola.

Valencia cuenta con más de 6.000 animales de 150 especies, distribuidos en ecosistemas africanos que abarcan desde la selva al humedal, pasando por la cueva de Kitum. Sus recintos multiespecie permiten al visitante observar interacciones reales entre jirafas, antílopes, leones y rinocerontes. Una experiencia africana en un destino turístico con tantos atractivos como Valencia, que suma así una alternativa más para el viajero.

Sherry, el nuevo macho de jirafa, el pasado mayo en la sabana de Bioparc Valencia.
Valencia cuenta con más de 6.000 animales de 150 especies, distribuidos en ecosistemas africanos que abarcan desde la selva al humedal, pasando por la cueva de Kitum

Sumergirse para entender, en Asturias

De frente al Cantábrico, en Gijón, el Bioparc despliega una completa mirada oceánica. El acuario recrea 12 ecosistemas acuáticos en más de 60 estanques diferentes, para recorrer las aguas cálidas del Caribe o las corrientes del Índico, haciendo paradas en los grandes ríos africanos.

En la imagen, un monstruo de Gila. El Bioparc Acuario de Gijón ha inaugurado recientemente la exposición 'Veneno Naturaleza Letal'.

La propuesta de estas instalaciones en las que viven más de 5.000 animales de 460 especies, incluidos tiburones toro, tortugas bobas, rayas mosaico o corales de agua fría tiene un cariz eminentemente pedagógico. Un acercamiento a la biodiversidad marina tan original que, en una de sus apuestas más recientes, ha intentado acercar al visitante al fascinante mundo de los venenos: herramienta de defensa de mucha fauna y flora, que así caza o sobrevive. Esta exposición, titulada ‘Veneno: Naturaleza letal’, explora la historia de su enorme potencial médico y su función, también crucial, dentro del equilibrio ecológico mundial.

Además, el acuario Bioparc Gijón colabora con el CRAMA (Centro de Recuperación de Animales Marinos de Asturias), dedicado al rescate de tortugas y focas varadas. Una labor tangible y esencial para la conservación marina del norte peninsular.

En el Bioparc de Gijón se encuentra un gran oceanario donde residen diferentes especies de peces y tortugas.

Lo que de verdad importa

Una escapada a cualquiera de los tres Bioparc de la Península puede tener un impacto mucho más allá de la frontera de estos centros. Supone apoyar la labor de la Fundación Bioparc para acometer tareas como la protección de los orangutanes en Borneo, donde ayudan a la reforestación de la zona; implica fomentar iniciativas como la que en la Comunidad Valenciana ha trasladado a cientos de escolares a las instalaciones del centro, para que fueran testigos (¡y colaboradores!) de la cría y reintroducción de anfibios autóctonos como el gallipato…

Es una forma de ocio que implica defender una misión ética porque, como decía el naturalista David Attenborough, “nadie protegerá lo que no le importa, y nadie se preocupará por lo que nunca ha experimentado”, y hoy más que nunca hemos de ser conscientes de que preservar la biodiversidad no es solo proteger a los animales: es defender el sustrato donde enraíza nuestra propia existencia de seres humanos.

Actividades especiales en Bioparc Acuario de Gijón diseñadas para conectar, emocionar y educar

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