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Ingeniería lingüística: traducción e IA, la combinación laboral con más potencial y futuro

Las disciplinas HIT (Humanidades, Inteligencia y Tecnología) ganan terreno en un mundo donde la inteligencia artificial es la protagonista de todos los avances. La Universidad Pontificia Comillas ofrece el primer Grado en Traducción, Interpretación y Tecnologías del Lenguaje, que incluye una formación profunda en el conocimiento y mejor uso del algoritmo por los profesionales

Con el auge de la IA, los procesos lingüísticos están cada vez más automatizados, más regidos por algoritmos capaces de traducir (y producir) textos en milésimas de segundo.

Para que una inteligencia artificial (IA) generativa –ChatGPT, sin ir más lejos– piense y responda cada vez mejor, con planteamientos cada vez más refinados y complejos, hay que saber qué y cómo preguntarle. Es decir, una IA aprenderá de una manera u otra según los promts –órdenes o instrucciones– que le dé su entrenador, de cómo el programador se dirija a ella. Esta interacción entre lengua y tecnología es uno de los múltiples aspectos que incluyen las disciplinas HIT (Humanidades, Inteligencia y Tecnología), un campo al alza y que comparte protagonismo creciente con los estudios STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés). Sin ir más lejos, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, el nicho laboral de intérpretes y traductores crecerá un 2% de aquí a 2033, una cifra que supone una media de unos 7.500 puestos de nueva creación durante esta próxima década.

Todas estas vacantes estarán, en mayor o menor medida, atravesadas por el avance de la inteligencia artificial, que ya está propiciando la eclosión de nuevos estudios sobre este matrimonio entre palabras y tecnología. Entre los más recientes se cuenta el Grado en Traducción, Interpretación y Tecnologías del Lenguaje, que imparte la Universidad Pontificia Comillas, el primero que ofrece una formación profunda en IA para profesionales lingüistas y que permite especializarse en aspectos con tanta vigencia y potencial como la transformación digital, la redacción y la traducción automáticas, los chatbots –asistentes virtuales–, el reconocimiento del habla, y otros campos incipientes y fascinantes como la lingüística computacional, una disciplina que tiene como objetivo desarrollar modelos informáticos que puedan que puedan procesar y entender el lenguaje natural.

Acceso al edificio B de la Universidad Pontificia Comillas.

Hacia una traducción culturalmente sensible

La lingüística computacional es una herramienta clave para refinar y mejorar la interacción entre humanos y máquinas. Sobre todo, en el campo de la traducción, un acto vertebrador de la transmisión cultural, en el que el intérprete, además de sustituir una palabra por otra en función de los lenguajes implicados, ha de ser capaz de codificar y acercar al idioma de destino un contexto, una cultura y una idiosincrasia particulares. Valga como ejemplo a evitar lo que le sucedió al grupo de comida rápida KFC: una mala traducción al mercado asiático de su lema “para chuparse los dedos” produjo una interpretación nada apetitosa –“arrancarse los dedos”– para su público objetivo. Otro caso: el público chino malentendió el eslógan Pepsi Brings You Back to Life, creyendo que si se bebían una Pepsi sus antepasados resucitarían.

Los futuros nuevos puestos en el ámbito de la traducción requerirán, de forma cada vez más acentuada, de este ‘mix’ de habilidades humanísticas y computacionales que proporcionan los estudios HIT

Esa sensibilidad en la traducción, que ha de derivar en textos cada vez más naturales y precisos, es lo que los estudiantes en lingüística computacional pueden enseñar a las inteligencias artificiales. Es un campo diverso, en el que no solo participan lingüistas, sino también informáticos, matemáticos, psicólogos o expertos en lógica.

Por tanto, los futuros nuevos puestos en el ámbito de la traducción requerirán, de forma cada vez más acentuada, de este mix de habilidades humanísticas y computacionales que proporcionan los estudios HIT. Unos estudios que tendrán aplicaciones de alto nivel, pero también impactos muy cotidianos: ¿quién no traduce webs con DeepL o con el traductor automático de Google? ¿Y quién no habla con ChatGPT, tanto por motivos laborales como por el mero placer de interactuar con una de las IAs más avanzadas del mundo?

Con el auge de la IA, los procesos lingüísticos están cada vez más automatizados, más regidos por algoritmos capaces de traducir (y producir) textos en milésimas de segundo. Este panorama ya ha abierto varios interrogantes de carácter cultural y filosófico, como la necesidad de regulaciones éticas en el uso del algoritmo, ya planteadas en otros campos del conocimiento.

Asuntos que se abordarán en la CIUTI Conference 2025, un evento organizado por la Universidad Pontificia Comillas, donde se hablará, entre otras cosas, de cómo salvar la brecha entre la demanda inmediata de información y traducción, y la garantía de unas traducciones precisas y culturalmente sensibles; qué directrices o principios éticos tienen que seguir estos procesos de traducción para no quedarse en meras transposiciones o cómo se pueden favorecer la inclusión de lenguas infrarrepresentadas. Y, sobre todo, y en clara relación con las nuevas disciplinas HIT, se abordará el futuro de una profesión, la de traductores e intérpretes, que está ya transformándose y cuya convivencia con la IA es ya impostergable. Por eso conviene formarse cuanto antes para ello.

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