Desde pequeña siempre he creído, o me han hecho creer, que debía estudiar, formarme, que eso me iba a garantizar una “buena vida” adulta, mucho mejor que la de generaciones anteriores de mi familia (mi madre empezó a trabajar a los 13 años interna en una familia como empleada de hogar).
Además desde pequeña tenía claro que quería estudiar una ingeniería, algo que hace años era garante de trabajo seguro y reconocimiento personal. Al final me decidí por la Arquitectura, pero por vicisitudes económicas y de otra índole, me tuve que conformar con la técnica, aunque me acabo gustando mucho. Empecé a trabajar en una constructora cuando estaba con el proyecto fin de carrera y seguí cuando acabé la carrera, pero… estalló la burbuja inmobiliaria, y por supuesto, yo que era la que menos llevaba en la empresa, fui la primera en ser despedida.
Todos mis amigos y conocidos, todos los que estudiaron conmigo han ido sufriendo poco a poco la misma suerte; y es en este momento en el que todos plantean dos variantes igualmente válidas a esta situación, a la realidad de que en España será difícil volver a trabajar en el sector de la construcción.
Variante número uno: “Vente pa’Alemania, Pepe”.
Variante número dos: “Ahora lo que hay que hacer es reciclarse …”.
No he contabilizado las veces que he oído alguna de las dos variantes en los últimos meses. Lo de emigrar me da un poco de miedo, y la verdad es que mucha gente prefiere la precariedad laboral foránea, siempre aprendes un idioma. Pero en relación con la emigración, conozco un caso cercano. Una de mis mejores amigas, que estudió conmigo, ha decidió marcharse de este país. Su ventaja, un novio irlandés que conoció en la Leonardo, por lo tanto, ella chapurrea un poco más que yo (yo no sé idiomas, chapurreo el inglés y me defiendo en castellano). Por su alta cualificación no ha podido encontrar trabajos en supermercados o en tiendas de ropa, y creo que el sector de la construcción está mal en algún sitio más que en España. Ahora mismo está trabajando en la Guiness Store House, casi sin saber lo que cobra ni el tiempo que trabajará, pero inmensamente feliz porque tiene un trabajo, sea como sea, un trabajo (aun me acuerdo que el día que le comunicaron que la cogían para trabajar me dijo que le dolía la cara de sonreír). Hay que apuntar que vive en casa de su suegro, si no, probablemente, hubiera gastado sus pocos ahorros en los tres meses que estuvo buscando trabajo.
De momento yo he optado por la segunda opción, “reciclarme”. El año pasado hice el Máster de Secundaria, necesario para presentarme a oposiciones de profesor. Nunca he tenido vocación ni ha sido mi sueño ser docente, pero es que yo ya no se cuál es mi sueño, lo que sí sé es que no puedo permitirme soñar porque hay que vivir. Aunque es cierto que en las prácticas del Máster descubrí que me gusta mucho dar clase, más de lo que creía. Y ahí llega otro portazo en las narices, este año se convocan oposiciones de Secundaria en muy pocas comunidades y además con no muchas plazas, teniendo en cuenta la proporción plazas/personas y el dinero que me tendría que gastar en una academia en otra ciudad (en Cuenca no preparan oposiciones de Secundaria), estas oposiciones fueron una opción que ni me planteé. Probablemente por no tener experiencia no sacaría plaza y ahora quedarse en una bolsa suele dar lugar a no trabajar en mucho tiempo.
El Máster de Secundaria y la Arquitectura Técnica están ahí, algún día me servirán para algo, o no. Por eso decidí optar por lo que ahora parece una buena opción, Formación Profesional y Nuevas Tecnologías, y hacer un ciclo formativo de la familia de informática (futura programadora web por si alguien le interesa) lo que da lugar a mi desesperación por tener que estar, con 27 años, otros dos largos años más estudiando algo rodeada de adolescentes que no saben aprovechar las oportunidades que tienen.
Aunque he optado por seguir preparándome o readaptándome, ¿voy a tener que optar en algún momento por irme al extranjero o voy a poder seguir mi camino aquí? ¿No hay una opción diferente? Tal vez tener mi propia empresa… Si las cosas mejoran un poco y se da mayores facilidades a los nuevos emprendedores tal vez este sea el plan perfecto.
Beatriz Blasco Recuenco
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