El camerunés que ha corrido 19 maratones, de la Antártida hasta Sidney, vestido con el traje tradicional de su país
Afowiri Kizito Fondzenyuy, ganador de un récord Guinness, se mantiene muy vinculado a sus raíces y luce con orgullo el ‘toghu’ que encarna la fuerza y la identidad

El maratoniano camerunés Afowiri Kizito Fondzenyuy, poseedor de un récord Guinness, ha conquistado seis continentes y ha corrido 757 kilómetros, pero no tiene ninguna prisa por quitarse su atuendo toghu con sus ricos bordados tradicionales. Este profesional de 52 años, residente en Estados Unidos y formado en gestión de datos y riesgos, se ha fijado ahora como objetivo completar el desafío de los siete maratones en siete continentes (Seven Continents Marathon Challenge) en el monte Kilimanjaro de Tanzania, en África oriental, en enero de 2026. Por supuesto, llevará puesto su atuendo tradicional, que pesa entre 11 y 13 kilos.
“[El peso] del tejido forma parte del reto, lo hace más difícil, pero también más significativo. Siempre merece la pena”, dice Fondzenyuy a este periódico en un intercambio de mensajes. El maratoniano explica que el toghu representa el orgullo, la identidad y el legado de Camerún. “Cuando corro vestido de toghu, llevo conmigo a mi pueblo y mi cultura y, al mismo tiempo, muestro al mundo quiénes somos. Eso transforma cada carrera en algo cultural y poderoso”, celebra. La idea se le ocurrió en 2019, cuando corría el maratón de Berlín. “Me fijé en que había corredores con distintas camisetas en función de las causas que querían representar y entonces me di cuenta de que podía aprovechar la ocasión para mostrar al mundo mi cultura llevando el toghu”, recuerda.
Desde entonces, ha lucido el atuendo ―que cuesta entre 500 y 600 dólares, entre unos 430 y 520 euros, y suele estar hecho de algodón― en distintas carreras. El 28 de marzo de este año, el maratoniano del toghu, como se le conoce, completó el maratón de la Antártida en 6 horas, 52 minutos y 47 segundos, con lo que son ya 19 los maratones oficiales en los que ha participado luciendo con orgullo el tejido tradicional.
Fondzenyuy hizo historia en 2024 en el maratón de Tokio, cuando estableció un récord Guinness del mundo, el del maratón más rápido corrido por una persona vestida con toghu: 4 horas, 24 minutos y 2 segundos. El atuendo y las zapatillas que utilizó fueron donados al Museo Nacional de Camerún el pasado 23 de julio. “A todos los jóvenes cameruneses que ven esto: No necesitáis condiciones perfectas para empezar”, dijo Fondzenyuy el día de la entrega, “yo empecé a los 40 años. 13 años después, he corrido por todo el mundo. Corred vuestra carrera. Llevad vuestras raíces. No olvidéis nunca vuestra patria”.

Con el récord de Tokio, también pasó a formar parte del prestigioso grupo de finalistas del Abbott World Marathon Majors, por haber completado los seis maratones más importantes del mundo (Tokio, Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York) en representación de Camerún.
Para Fondzenyuy, el viaje no es solo cuestión de correr: quiere crear un legado de esperanza, inclusión y orgullo cultural que repercuta en las generaciones posteriores a través de actos caritativos. Asegura que siempre ha querido ayudar a las personas que le rodean, una virtud que dice que le inculcaron sus padres. “No tenía claro cómo, pero siempre me imaginé construyendo cosas: escuelas, ideas, futuros. Ese deseo de ser útil no me ha abandonado nunca; y ahora uso los pies para correr por diversas causas y ayudar a traer el cambio a mi país”.
Gracias a las donaciones y a las campañas de recaudación de fondos organizadas en torno a los temas de cada maratón, el camerunés ha podido llevar a cabo proyectos benéficos que han cambiado la vida de su comunidad a través de la Fundación Amom, que formó en 2006 y que apoya proyectos de educación, salud y neurodiversidad.
Por ejemplo, el maratón de Tokio le ayudó a recaudar fondos para construir dos puentes de acceso a escuelas en su región natal, devastada por la guerra en el noroeste, y el de Boston le permitió ayudar a niños desfavorecidos. Los maratones de Londres y Sídney contribuyeron a recaudar fondos para financiar programas de concienciación sobre el autismo; mientras que el de la Antártida le posibilitó poner en marcha la construcción de un colegio para niños neurodivergentes y a impulsar nuevas campañas. “Estos proyectos están transformando pueblos enteros; no son solo infraestructuras, son esperanza”, afirma.

Desafíos en los confines del mundo
Cada maratón tiene su propia historia. El maratón de Medellín, en Colombia, fue “muy emotivo” para Fondzenyuy, que ayudó a un corredor que se encontraba en apuros a terminar la carrera. “Ese momento me recordó que lo importante no siempre es el tiempo, sino la humanidad”, declara.
Una de las carreras más memorables para Fondzenyuy fue el maratón de la Antártida, en el que aguantó las temperaturas polares y el terreno resbaladizo para terminar en 6 horas, 52 minutos y 47 segundos. “La Antártida puso todo a prueba: la fortaleza mental, la resistencia física y la fuerza de voluntad”, cuenta Fondzenyuy.
“Te enfrentas al frío, al terreno resbaladizo, a la voz interior que te dice que abandones. Incluso me caí, pero me levanté y terminé. El toghu que llevaba todavía está lleno de barro y manchas de hielo porque quiero recordar todos los detalles de aquel hermoso caos”, relata.
El atuendo ha llamado la atención en distintos rincones del mundo. En Tokio, Colombia y la Antártida, por ejemplo, los curiosos le paraban en plena carrera para hacerle fotos y grabarle vídeos. “Siempre despierta la curiosidad de los corredores, los espectadores y los periodistas, que no paran de hacer preguntas sobre la vestimenta”, dice Fondzenyuy. “La gente reconoce y corea mi nombre cuando ve la tela. Y el toghu está recorriendo el mundo, meta a meta. Es surrealista”.
A veces, los maratones también enseñan a Fondzenyuy inesperadas lecciones de vida. Según cuenta, en sus expediciones maratonianas ha descubierto que, en todo el mundo, la gente “reacciona al valor, a la cultura y a una vida con contenido”.
“También he visto que la inclusión de las personas con discapacidad y con autismo sigue siendo un obstáculo en muchas partes del mundo, incluida África”, explica. “Estos viajes me han hecho más curioso, más empático y más decidido”.
Fondzenyuy, que estudió Economía en la Universidad de Dschang (Camerún) y tiene un máster en Administración de Empresas de la Universidad de St. Thomas (EE UU), y otro en Finanzas la Universidad de Tulane (EE UU), está casado y es padre de tres hijos. Además, es empresario y cultivador de pimientos, y le apasiona hacer barbacoas y tiene pensado jubilarse para dedicarse a construir escuelas, orientar a los jóvenes y seguir siendo útil en su comunidad.
Por lo pronto, se está preparando “tanto física como mentalmente” para conquistar el Seven Continents Marathon Challenge en el monte Kilimanjaro, en Tanzania, “u otro maratón emblemático” el próximo mes de enero. “Será especial porque me sentiré como en casa”, asegura. “¿Dejaré de correr [después de conseguirlo]? No del todo. Puede que me retire de las carreras competitivas, pero siempre correré en defensa de una causa, la gente, un propósito”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.