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RED DE REDES
Columna
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El PSOE, TikTok y el síndrome del ‘Titanic’

Al grito de sálvese quien pueda, los ministros y hasta el propio Sánchez se lanzan a las redes, cada uno a su estilo

Hay dos noticias publicadas por este periódico en los últimos días que dicen mucho de la situación del PSOE en general y del Gobierno de Pedro Sánchez en particular. La primera hay que leerla entre líneas. Se publicó el pasado día 22 y daba cuenta de la decisión de Sánchez de nombrar ministra a la manchega Milagros Tolón —una “sanchista de pura cepa”, según contaba el periodista José Marcos en su crónica— en sustitución de Pilar Alegría, que ya está de campaña en Aragón. En el primer párrafo de la noticia, Marcos contaba —ojo al dato— que Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha y crítico con el jefe del Ejecutivo, se había enterado del nombramiento de Tolón cuando seguía la comparecencia del presidente en La Moncloa, y que también se enteró por los periódicos cuando, en diciembre de 2023, la ahora ministra había sido nombrada delegada del Gobierno en su comunidad autónoma. El mal rollo entre Sánchez y cualquiera que se atreva a toserle queda claro, pero lo curioso del asunto estaba en el segundo párrafo.

El periodista hacía una breve referencia a los méritos de Milagros Tolón y luego recogía algunas reacciones al nombramiento dentro del partido. “Tiene carácter y convicciones firmes; será una buena ministra”, pronosticaba un alcalde de una gran ciudad. “Es una persona fuerte; se nota que ha sido alcaldesa. Pero además es muy empática”, compartía un miembro de la dirección del PSOE. Y ahora les hago una pregunta: ¿Han notado algo extraño?

Tal vez sean cosas mías, pero ¿cómo tienen que estar las cosas en el PSOE para que sus cargos públicos no sean capaces de dar la cara ni para halagar a una compañera? Normalmente, cuando un político de uno u otro partido pide no aparecer con su nombre es porque sus declaraciones pueden generar alguna animadversión en sus propias filas o, Dios no lo quiera, enfadar al líder, dueño y señor de su futuro político. Pero ¿esconderse para decir que la nueva ministra tiene “convicciones firmes” y es “empática”?

La segunda noticia —firmada también por Marcos— es definitivamente una declaración de impotencia, por no decir el acta de defunción de aquel proyecto que nació en 2018: “Sánchez pide a los ministros medidas sociales que no dependan del Congreso para recuperar el pulso”. La clave, claro, está en el “que no dependan del Congreso”. El presidente del Gobierno sabe —aunque no lo diga— que tiene que inventarse algo, lo que sea, a ser posible de izquierdas, capaz de frenar el desastre. Día tras día —este martes las facturas cutres de Ábalos, mañana quién sabe— el castillo de las ilusiones se va desinflando, y el síndrome del Titanic, ese aferrarse sin sentido al “todo va bien”, lo envuelve todo.

Mientras, al grito de sálvese quien pueda, sus ministros, y hasta él mismo, se lanzan a los brazos de TikTok o de X, cada uno a su estilo. Pilar Alegría se retrata acompañada de su familia, todos tirados en un sofá, jugando a las cartas con su madre o bailando una coreografía con sus colaboradores, que se las ven y se las desean para seguirle el ritmo. El presidente se dedica a enseñar La Moncloa, como si ensayara para el día que Núñez Feijóo toque el timbre, y hasta hace una broma con aquel anuncio de Isabel Preysler y Ferrero Roché que se emitió en… 1993. De Óscar Puente, qué decir. Lo mismo se agarra a trompazos con un mago que le dedica unas palabras feas, muy feas, a Eduardo Madina, que, además de socialista, se jugó la vida contra ETA. Como dice un amigo, “lo del PSOE es TikTok por no ser tictac, como reír por no llorar”.

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Sobre la firma

Pablo Ordaz
Es reportero de EL PAÍS. Sevilla, Madrid, San Sebastián, México, Roma. Le hizo la última entrevista a Camarón y la primera al papa Francisco.
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