¡Prohiban las redes!
¿Qué son más peligrosos, los rifles o los canales de Youtube?


Un día después de que un pirado le metiese un tiro a Charlie Kirk leí por ahí que el finado representaba lo más interesante que el mundo digital en la medida que usaba las redes para proponer sus ideas sin más armas que su lengua y su cerebro. Me escandalizó esa aseveración no tanto porque obviase que el difunto orador esparcía odio contra mujeres y migrantes con las mismas armas que usa la ultraderecha española para hacerle creer a los jóvenes que su mayor problema son “los extranjeros”: el cerebro y la lengua. Es que existiendo los memes de lomitos peludos, las recopilaciones de mejores vestidos de Cher, las series de caídas de Juan Gabriel, los perfiles especializados en pixel art medieval, los psicodramas protagonizados por conejitos Sylvanian Families, los reposteros que convierten con un chasquido de dedos (y Rosalía como pinche de cocina) 12 toneladas de fresas en una rosa de chocolate rojo gigante rellena de mermelada y las recetas de LaAwela777 OMG dudo mucho que Kirk, un misógino que solía decir que las mujeres no debían soñar con una carrera profesional y que afirmaba que las muertes por posesión indiscriminada de armas son el precio que los americanos tienen que pagar a cambio de la segunda enmienda, pueda aparecer siquiera en el último puesto de las cien mil mejores cosas de internet. Ni aunque la lista la confeccionasen a pachas Santiago Abascal y Steve Bannon. El mismo día que un pirado le metió un tiro letal a Charlie Kirk, escuché al gobernador de Utah (el lugar donde tuvo lugar el horrible suceso) decir que las redes sociales son un cáncer. Me escalofrió su aseveración no tanto porque me pareciese un ataque a la libertad de expresión que obviaba que cualquier oligofrénico puede comprarse un arma en Estados Unidos sino porque la última vez que unos políticos soberbios coquetearon con la prohibición de las redes, el pueblo se organizó para quemarles el Parlamento. Eso sí que es lo más interesante del mundo digital.
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