El príncipe Andrés invitó a su mansión de Windsor a los acosadores sexuales Epstein y Weinstein en 2006
El Partido Liberal Demócrata trata de impulsar un debate histórico en el Parlamento británico sobre los escándalos del hermano del rey


Lo que hasta hace nada era impensable bajo los usos parlamentarios del Reino Unido comienza a percibirse como una realidad cercana. Los desmanes y escándalos del príncipe Andrés, sus dudosas fuentes de financiación y sus títulos honoríficos pueden convertirse en objeto de uno de los debates más sustanciales del actual periodo parlamentario, si el Partido Liberal Demócrata logra impulsar en las próximas semanas la moción que está preparando en ese sentido. Las revelaciones en torno a los excesos del hermano del rey no cesan.
La BBC ha podido confirmar que el multimillonario pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein; Ghislaine Maxwell, la socialité británica que le buscaba mujeres menores de edad; y el productor cinematográfico Harvey Weinstein, condenado por delitos sexuales y origen del movimiento Me Too, participaron en 2006 en una fiesta privada en el Royal Lodge. Se trata de la mansión de 30 habitaciones en el complejo del castillo de Windsor que el príncipe Andrés y su familia disfrutan desde 2003 sin pagar renta.
Carlos III está presionando a su hermano para que abandone esa residencia, porque el privilegio que supone su uso y disfrute gratuitos ha venido a incendiar aún más (si eso es posible) a la opinión pública británica.
Epstein, Maxwell y Weinstein acudieron al baile de máscaras con el que Beatriz, una de las hijas del príncipe, celebró su 18º cumpleaños en aquel mes de agosto de 2006. Para entonces, ya hacía dos meses que las autoridades estadounidenses habían emitido una orden de arresto contra Epstein por agresiones sexuales contra una menor. Ocho días después de la fiesta, Epstein fue detenido por la policía de Florida.
Los medios británicos ya informaron en su momento de que los tres habían estado en la fiesta que se celebró en el castillo de Windsor, pero hasta ahora no se sabía que el príncipe los invitó a la mansión que hoy es objeto de controversia. La BBC ha podido confirmar su presencia con una foto del trío en una zona de los jardines, reconocible por los árboles y la estructura de un muro.
Prince Andrew hosted Epstein, Maxwell and Weinstein at Royal Lodge https://t.co/BspYkbs1xa
— BBC News (UK) (@BBCNews) October 27, 2025
En la desastrosa entrevista del príncipe (desastrosa para él) en el programa Newsnight, con la periodista Emily Maitlis, en 2019, que supuso el inicio del descenso a los infiernos de Andrés, este ya aseguró que no tenía ni idea de lo que se estaba cociendo en los tribunales británicos contra Epstein cuando decidió invitarle, aunque informaciones y mensajes intercambiados entre ambos, que se han conocido más tarde, demuestran que el entonces duque de York sabía más de las actividades turbias de su amigo de lo que había reconocido.
Tanto Epstein como Maxwell, la mujer que puso a ambos en contacto, eran invitados habituales de Andrés en varias de las residencias de la familia real, como Balmoral (en Escocia) o Windsor.
El ‘día de la oposición’
La mayoría de las mociones debatidas en el Parlamento británico son presentadas e impulsadas por el Gobierno de turno. Sin embargo, hay 20 días en cada periodo de sesiones, los llamados Opposition Day (Día de la Oposición), en los que el resto de partidos políticos que no están en el poder pueden presentar a debate sus propias iniciativas. En el reparto actual, 17 de esos días son para el Partido Conservador. El resto, apenas tres días, para las formaciones minoritarias. Y ahora el Partido Liberal Demócrata —la tercera fuerza parlamentaria— quiere usar su cartucho para llevar a la Cámara de los Comunes, en algún momento de las próximas semanas, todo lo relativo a las finanzas y al uso de bienes públicos del hermano del rey.
La costumbre parlamentaria británica ha evitado siempre la discusión de asuntos relacionados con la casa real. El Gobierno laborista de Keir Starmer argumenta que los diputados deben dedicar su tiempo a asuntos de mayor importancia, pero la respuesta es una clara maniobra para pasar a la pelota al palacio de Buckingham. Carlos III podría impulsar un movimiento del Ejecutivo o un debate parlamentario para despojar a su hermano de manera oficial de todos sus títulos (Andrés ya renunció a ejercerlos, pero lo hizo voluntariamente: no los ha perdido desde el punto de vista oficial). Sin embargo, hasta ahora el monarca ha evitado poner en marcha ese proceso, que resultaría embarazoso para la casa de los Windsor y les colocaría en el foco de debate durante varias semanas.
El Parlamento, en cualquier caso, intentaría poner en marcha el debate en coordinación con la casa real. La muerte de Isabel II, y la necesidad de Carlos III y de su heredero Guillermo de construir una nueva fase para la monarquía, facilitan un mayor escrutinio de los asuntos de Andrés. “La reina estaba implicada en todo eso. Me temo que hacía completamente la vista gorda respecto a todo lo que tuviera que ver con su hijo favorito, hasta el punto de que no consentía ninguna crítica sobre él”, explicaba recientemente en un encuentro con la Asociación de la Prensa Extranjera el historiador Andrew Lownie, autor de la reciente biografía crítica del duque de York Entitled: The Rise and Fall of the House of York (William Collins, 2025).
La moción que preparan los liberales demócratas no es vinculante ni se transformaría, aunque prosperase, en una medida legal, pero forzaría al Gobierno a responder y a presentar sus propias enmiendas. Es previsible que muchos diputados laboristas, que han expresado ya su malestar e irritación por todo lo que rodea al príncipe Andrés, se vieran tentados a respaldar la moción, y Downing Street intentaría a toda costa no quedar en el lado equivocado de toda esta historia.
Pero es precisamente el hecho de tratarse de su hermano lo que hace que Carlos III arrastre siempre los pies a la hora de zanjar este asunto. El príncipe pagó en 2003 un millón de libras (alrededor de 1,15 millones de euros) por el alquiler hasta 2078 de la mansión en Windsor. Y 7,5 millones de libras (8,6 millones de euros) para las obras de rehabilitación. En el caso de ser desalojado, tendría derecho legalmente a una indemnización de más de medio millón de libras.
Según han informado varios medios británicos, Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson, con la que aún comparte la vivienda, han exigido poder mudarse respectivamente a Frogmore Cottage, el antiguo hogar del príncipe Enrique y Meghan Markle, y Adelaide Cottage, hasta ahora el domicilio de los príncipes de Gales, Guillermo y Kate. Ambos edificios están situados en el complejo del castillo de Windsor. De negociarse esa solución, Carlos III seguiría teniendo “el problema de Andrés” dentro de casa.
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