“Querido presidente, bienvenido”: Putin estrecha la mano del líder sirio que acabó con el régimen de El Asad, gran aliado de Moscú
El Kremlin recibe al exyihadista Ahmed al Shara para negociar el futuro de sus bases militares


El nuevo líder de Siria, Ahmed al Shara, ha culminado su vertiginoso blanqueamiento ante la comunidad internacional con una cálida recepción este miércoles en la casa del que era su enemigo, el Kremlin. El presidente ruso, Vladímir Putin, se ha estrechado la mano con el antiguo yihadista de Al Qaeda apenas medio año después de que su propaganda ridiculizase el apretón de manos que le dio a Al Shara el presidente estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca. En juego está el futuro de las bases militares rusas en Siria y el destino del exdictador Bachar al Asad, el antiguo gran aliado de Moscú. Las nuevas autoridades de Damasco lo reclaman, pero él está asilado por Moscú.
“¡Querido presidente! Nos complace darle la bienvenida a Moscú“, ha proclamado Putin al recibir al exyihadista, ahora vestido de traje. ”Nuestros países han desarrollado una relación especial durante décadas”, ha proseguido el líder ruso sin especificar que su alianza fue con la dinastía El Asad desde tiempo soviéticos. “Rusia no ha tenido nunca relaciones con Siria vinculadas a nuestras circunstancias políticas o intereses particulares. Siempre nos guiamos por los intereses del pueblo sirio”, se ha justificado Putin ante el líder de los rebeldes que depusieron a Asad.
Una de las claves en las conversaciones de este miércoles es el futuro de las bases militares rusas en Siria. Están en el puerto de Tartús y en el aeródromo de Jmeimim, instalaciones desde las que el Kremlin proyecta su influencia en Oriente Próximo y el Mediterráneo y apoya a sus fuerzas de mercenarios en África.
Desde la caída de Asad en diciembre de 2024, el futuro de las bases era incierto. Rusia fue el principal apoyo de aquel régimen y sus fuerzas aéreas hostigaron a civiles y rebeldes tras la entrada de Moscú en la guerra, en 2015. No obstante, el Kremlin ha confirmado que negocia por ellas con el nuevo liderazgo sirio.
“Obviamente, este tema se abordará de una forma u otra durante la conversación”, ha manifestado el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, minutos antes del encuentro.
Una prueba de la importancia de estas bases en la agenda de Al Shara y Putin es que la comitiva rusa la han integrado no solo el líder ruso, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, y sus asesores, sino también la cúpula militar del Kremlin: el ministro de Defensa, Andréi Beloúsov, y los responsables de la dirección de su Estado Mayor.
Al Shara tomó el control de la republica árabe tras la precipitada huida de su predecesor, Bachar el Asad, hace menos de un año. Según fuentes sirias de la agencia AFP, el nuevo líder sirio quiere reclamar en su visita a Putin que el Kremlin entregue a todos los criminales de guerra exiliados en Rusia, especialmente Asad.
Otras fuentes sirias del diario alemán Die Zeit han revelado que el antiguo dictador sirio vive ahora a cuatro kilómetros del Kremlin, en un apartamento de la ciudad financiera de Moscú donde pasa el día jugando a videojuegos online. Según el periódico, más de un millar de sus colaboradores también huyeron a Rusia tras colapsar el régimen.
El nuevo presidente sirio lideraba a los milicianos del grupo salafista Hayat Tahrir al Sham (HTS). Esta organización y la Coalición Nacional Siria, la principal plataforma opositora, derribaron con el apoyo de Turquía una dictadura que se remontaba a 1971, el año en el que llegó al poder el padre de Asad, Hafez el Asad.
En una entrevista concedida al canal CBS, Al Shara ha manifestado su intención de fortalecer sus relaciones con China y Rusia sin excluir por ello la cooperación con los países occidentales.
La visita oficial de Al Shara confirma este puente tendido entre Moscú y Damasco tras la visita en julio del ministro de Asuntos Exteriores sirio, Assad al-Shirbani. Para el Kremlin, además, no sería difícil legitimar al exyihadista: este mismo año Rusia ha sacado de su lista de terroristas al movimiento talibán, otro viejo enemigo reconvertido ahora en aliado.
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