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Europa fracasa en su respuesta a los ataques de Israel sobre Gaza

La división en la UE para castigar al Gobierno de Netanyahu lastra la acción del club comunitario al tiempo que pierde credibilidad internacional

María R. Sahuquillo

La parálisis y la debilidad de la Unión Europea para condenar los ataques de Israel sobre la franja de Gaza, que ya han matado a más de 67.000 personas, están arrastrando sus valores y conduciendo al club comunitario a una enorme pérdida de credibilidad internacional. Dos años después de los ataques de Hamás en Israel —que asesinó a más de 1.200 personas y secuestró a otras 251 y que derivaron en la guerra contra los gazatíes—, el club comunitario ha fracasado en su respuesta a las vulneraciones del Estado judío de la legislación internacional.

La división en torno a Israel se muestra con países que le han prestado su apoyo sin fisuras —como Hungría o República Checa—, y con el respaldo de Alemania, aunque últimamente ha elevado el tono crítico. La UE no ha emprendido apenas represalias contra el Ejecutivo de Netanyahu, sostenido por partidos ultraderechistas. Y no solo en cuanto a las palancas de presión de las que dispone, como suspender el comercio, sanciones o medidas diplomáticas. Incluso en lo más simbólico, la respuesta ha sido fútil: a los Veintisiete les costó muchos meses de debates en los Consejos Europeos emitir una declaración que reclamara un alto el fuego.

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A principios de septiembre, con Gaza ya en una situación crítica y con cada vez más voces que denominan lo que ocurre como un genocidio (en septiembre así lo determinó una comisión independiente de la ONU), la presidenta de la Comisión Europea, la conservadora alemana Ursula von der Leyen, planteó suspender parcialmente el acuerdo comercial de asociación entre la UE e Israel; algo que ya habían reclamado más de año y medio antes España e Irlanda, así como suspender las ayudas bilaterales al Gobierno. Bruselas puso sobre la mesa también la posibilidad de sancionar a dos ministros israelíes extremistas, Itamar Ben-Gvir (Seguridad Nacional) y Bezalel Smotrich (Finanzas) y engrosar la lista de colonos violentos sancionados. Medidas que para muchos llegan tarde.

“La dilación en la respuesta es enorme y la tibieza de las medidas propuestas es atronadora”, apunta Josep Borrell, alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE hasta 2024 y una de las voces de la UE más críticas con Israel y sus vulneraciones de los derechos humanos. El político socialista habla de los problemas derivados de la división de los Estados miembros sobre Israel —también hay países, como España, que encabezan la defensa de Palestina y de la solución de los dos Estados (Israel y Palestina)—. Pero también señala la “falta de liderazgo” de la Comisión Europea para condenar sus agresiones a civiles en la Franja.

Tardanza

Borrell, que se granjeó duras críticas en el Consejo Europeo (y de países como Alemania) por sus propuestas, como la de suspender el diálogo político con Israel, es muy crítico con la actuación europea y pesimista en las consecuencias de esa inacción. “Más vale tarde que nunca, pero las medidas europeas llegan decenas de miles de muertos tarde. Y son tibias: la suspensión de parte del acuerdo comercial le va a costar a Israel unos 227 millones de euros”, asevera.

Además, el castigo, de momento, está en el aire. Von der Leyen, que ha sido cercana a Israel —su visita a Netanyahu poco después de los atentados de Hamás, el día que empezó el asedio a la Franja, derivó en enormes críticas en Oriente Próximo y en el enfado en algunos Estados miembros— ha variado el tono. Pero la decisión está en realidad en manos de los 27 Estados miembros, que deben decidir las sanciones por unanimidad, lo que dificulta enormemente su imposición. Suspender el acuerdo comercial requiere, sin embargo, una mayoría cualificada —el voto favorable de al menos el 55% de los Estados miembros (15 de 27) y que estos representen como mínimo el 65% de la población total de la UE—.

No parece haber demasiado apetito para una votación que todavía ni siquiera tiene fecha. Algunas voces diplomáticas, sin embargo, aún ven espacio para la paralización comercial: Alemania e Italia, dos de los grandes de la UE, que tienen el voto decisivo, no se han mostrado tajantemente en contra. Y ese silencio puede atisbar una “posible apertura”, dice una fuente comunitaria.

La eurodiputada socialista Hana Jalloul es crítica, pero también remarca que algo ha cambiado. De hecho, a mediados de septiembre, el Parlamento Europeo aprobó una resolución no vinculante con el apoyo también del Partido Popular Europeo sobre la “dramática” situación en Gaza, que respaldaba la propuesta de Von der Leyen de frenar la ayuda bilateral al Gobierno de Netanyahu y suspender parte del acuerdo comercial. “Más allá de las represalias es importante el tono político y la visión política y eso parece que está cambiando”, señala Jalloul. “Es importante que haya crítica”, dice.

En la cúpula de las instituciones comunitarias se nota la presión social, cada vez más aguda, con manifestaciones ciudadanas constantes e iniciativas inéditas, como la de más de 300 ex altos funcionarios y embajadores de la UE, que han reclamado la suspensión de todo el acuerdo de asociación con Israel. Ya en junio, una encuesta europea realizada por YouGov reveló que el respaldo público a Israel en Europa occidental ha caído al nivel más bajo registrado: menos de una quinta parte de los encuestados en seis países tiene una opinión favorable del país. Pero aun así sigue habiendo temas que parecen intocables. La cúpula de las instituciones comunitarias ha guardado silencio, por ejemplo, sobre la detención en aguas internacionales de la flotilla que llevaba ayuda humanitaria a Gaza, con decenas de europeos a bordo.

La respuesta europea a Israel —o más bien la falta de ella— también va a pasar factura a la UE en el mapa geopolítico mundial. “La actitud de la UE ha supuesto que nuestro liderazgo internacional esté más bajo que nunca”, dice Jalloul. “Nuestra fuerza como líder, interlocutor en conflictos internacionales está cada vez más floja”, añade la eurodiputada.

También Borrell habla de las consecuencias para la UE, que es uno de los mayores contribuyentes en ayuda humanitaria a los territorios palestinos, con unos 1.480 millones de euros desde el 7 de octubre de 2023. “Nadie va a volver a escucharnos cuando reclamemos el cumplimiento de los derechos humanos como parte de un acuerdo de asociación con un país”, dice el ex alto representante europeo, que habla del “doble rasero” de la UE. Hacia Rusia, la Unión, que ha aprobado 19 paquetes de sanciones contra el Kremlin, impulsa un tribunal especial para juzgar los crímenes de Moscú, mientras que arrastra los pies para castigar a Israel. “Cada uno cargará con su culpa histórica, pero la nuestra es gigantesca. Y no es que la sintamos nosotros, es que la ve medio mundo”, zanja.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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