Los manifestantes en Nepal negocian un Gobierno interino con el ejército
Entre los posibles candidatos para liderar el Ejecutivo provisional está Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo


Coches y edificios calcinados. Avenidas vacías custodiadas por soldados. Patrullas de tanquetas y vehículos blindados. Con los militares aún desplegados en las calles, Nepal trata de recuperar la calma después de las protestas y los disturbios violentos que han dejado 30 muertos y más de un millar de heridos, según datos oficiales publicados por la prensa local.
Mientras este jueves sigue en vigor en la capital, Katmandú, el toque de queda decretado por los mandos del ejército, los jóvenes de la generación Z (nacidos entre finales de los noventa y principios de la década de los 2010) que promovieron las manifestaciones maniobran para llenar el vacío de poder que dejó el pasado martes la dimisión del primer ministro, Khadga Prasad Sharma Oli.
Representantes del movimiento juvenil se reunieron el miércoles con los mandos militares en el cuartel general del ejército en la capital para negociar el nombramiento de un primer ministro interino. Entre los candidatos propuestos está Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo (fue la primera mujer en ostentar el cargo). Karki, de 73 años, es una figura carismática, con imagen de neutral y conocida por su tolerancia cero hacia la corrupción en el poder judicial.
Facciones divergentes
En cualquier caso, ni siquiera está del todo claro cuáles son los grupos de la generación Z con capacidad de negociar ni la legitimidad de sus representantes para pactar nombramientos. Hay facciones divergentes con candidatos y propuestas distintas. Y tampoco existe un acuerdo sobre los pasos constitucionales a seguir.
“Ahora, el país va a tener un gobierno interino, que convocará nuevas elecciones en el país”, ha expresado este jueves en la red social Facebook Balendra Shah, el alcalde de Katmandú, que goza de popularidad entre los jóvenes. Popularmente conocido como Balen, el también cantante de hip hop es otra de las figuras cuyo nombre ha circulado para encabezar un gobierno provisional. En su mensaje ha mostrado “respeto” hacia la elección de la expresidenta del Supremo como candidata de la generación Z. “Estáis dando pasos hacia un futuro dorado”, ha animado a los jóvenes.
Confusión tras el caos
La confusión política ha sucedido al caos en las calles. Y las negociaciones de los jóvenes con los militares se producen en un momento crítico de vacío de poder en el Gobierno, con el estamento militar a cargo del orden público (y ganando cuota de poder) tras la dimisión del primer ministro y de varios ministros de su Ejecutivo, entre ellos el de Interior.
“En una democracia, las demandas ciudadanas pueden resolverse mediante el diálogo. Hago un llamamiento a todas las partes para que actúen con moderación, eviten más daños al país y entablen un diálogo”, dijo también el miércoles el presidente nepalí, Ram Chandra Poudel. El jefe del Estado, que ostenta un cargo eminentemente ceremonial, lleva días desdibujado. El miércoles incluso circularon informaciones que anunciaban su dimisión, desmentidas finalmente por los militares.
Nepal —una de las naciones más pobres y desiguales de Asia, donde miles de jóvenes se ven forzados a migrar para ganarse la vida— se enfrenta a una de las peores crisis políticas y sociales en décadas.
Las protestas, causadas en un principio por una medida gubernamental que implicaba el cierre de las principales redes sociales, al no ajustarse a los requisitos impuestos, comenzaron el lunes de forma pacífica, con gritos y lemas que reflejaban la frustración generalizada de los jóvenes por lo que perciben como una falta de acción del Gobierno para combatir la corrupción y potenciar las oportunidades económicas.
Represión policial
Tras ser brutalmente reprimidas por la policía, causando la muerte de 19 personas y más de 400 heridos, las protestas derivaron el martes en una caótica espiral de violencia.
Grupos de ciudadanos furiosos prendieron fuego, entre otros, a los edificios del Parlamento, el Tribunal Supremo, la Oficina de la Presidencia y la sede de medios de comunicación. Incendiaron las casas de ministros o la residencia privada del dimitido primer ministro, y atacaron a otros exmandatarios y a sus familiares, llegando a asesinar a la esposa de uno de ellos.
En medio del caos, se produjeron también saqueos de comercios y motines en instituciones penitenciarias. Más de 7.500 presos se han dado a la fuga. Mientras, los jóvenes de la generación Z que impulsaron las protestas han tratado de desmarcarse de los actos de vandalismo, promoviendo actividades cívicas como la limpieza de los destrozos en las calles.
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