La andanada de Trump contra Sánchez agita la recta final de la negociación comercial con la UE
Alemania y Francia presionan en el Consejo Europeo para que se logre un acuerdo rápido con Estados Unidos, que ha enviado a Bruselas su última propuesta

La amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de castigar a España “a través del comercio” por su resistencia a elevar el gasto militar hasta el 5% del producto interior bruto (PIB) llega en la recta final de las negociaciones para acabar con la guerra comercial. Bruselas confía en que esto no suponga un problema, pero también sabe que una acción contra uno de los Estados miembros compromete a todos. Y con Trump, nada es descartable, aunque este mismo jueves la Comisión ha recibido una propuesta de Washington. No obstante, el propio presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, plantea un parapeto para que una cosa no contamine a la otra. “Son ámbitos completamente distintos”, dijo el jueves a su llegada a la cumbre europea, en Bruselas.
Mientras tanto, Alemania, sobre todo, y Francia comienzan a impacientarse y quieren que se llegue a un acuerdo pronto. El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, ha sido claro al acabar su primer Consejo Europeo cuando ha afirmado que la UE debería llegar a un acuerdo “rápido y simple”. El presidente francés, Emmanuel Macron, también quiere un pacto cuanto antes, pero él expone un matiz: debe ser equilibrado. Traducción: si los aranceles del 10% que ahora impone Estados Unidos a una gran cantidad de productos se mantienen, debería haber algún tipo de respuesta europea.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha acudido al encuentro con los líderes de la Unión con la última propuesta de EE UU para alcanzar un acuerdo comercial que habría llegado este mismo jueves. “Estamos analizándolo”, ha señalado al acabar el encuentro. Sin dar, eso sí, pistas sobre cuál será el siguiente movimiento de Bruselas: “Nuestro mensaje hoy es claro: estamos listos para el acuerdo. Al mismo tiempo, nos estamos preparando para la posibilidad de que no se llegue a un acuerdo satisfactorio. Eso es por lo que abrimos una consulta sobre una lista [de productos] para responder. Defenderemos los intereses europeos”.
En esa defensa encontrará el apoyo cerrado de Sánchez, quien ha evitado presionar a la Comisión. El español ha optado por cerrar filas: “Estaré de acuerdo con el acuerdo al que llegue la presidenta Von der Leyen. Tengo total confianza y apoyo a la presidenta y al comisario [de Comercio] Maros Sefcovic”. El presidente del Gobierno pronunció estas palabras tras finalizar el encuentro de líderes, en el que se mostró contundente al decir que ningún mandatario le ha reprochado ni mencionado los posibles problemas que pudieran generar en la negociación arancelaria.
Sánchez no es el único que confía en que el choque entre España y EE UU no intoxique las conversaciones. También el primer ministro de Eslovenia, Robert Golob, apunta en esta dirección al señalar que no ve “conexión”. Otras fuentes diplomáticas tampoco pensaban que la advertencia de Trump −“es el único país que no va a pagar todo, se va a quedar en el 2%, así que van a pagar a través del comercio”, dijo el republicano− acabara por convertirse en un problema de los Veintisiete.

Pero como en estas negociaciones con Washington todo está sujeto a sobresaltos y giros imprevistos de guion, también ahora parece que la fecha límite del 9 de julio podría retrasarse. “Quizá podría prorrogarse, pero esa es una decisión que toma el presidente”, ha admitido la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Sin embargo, este mismo jueves los negociadores estadounidenses han enviado a Bruselas una nueva propuesta arancelaria. La recepción habría sido comunicada por Von der Leyen a los líderes, según fuentes diplomáticas.
El hecho de que advierta de que la decisión está en manos de Trump añade todavía más incertidumbre, ya que a lo largo de los 90 días que se dieron las partes a comienzos de abril para llegar a un acuerdo, el presidente estadounidense ha lanzado varios ultimátums sobre los que se ha desdicho en todas las ocasiones.
Fuera de la agenda
En teoría, las negociaciones arancelarias no estaban en la agenda de la cumbre europea que se celebró este jueves. No había referencias a ellas en los diferentes borradores de conclusiones previos a la reunión, pero sí había un punto de geoeconomía que se utilizó para abordar la guerra comercial. Era lo lógico: la atención de todos está puesta ahí, y todos querían oír de Von der Leyen una actualización de las conversaciones en su recta final.
Ahí ha sido donde se han visto las prisas de Merz, demostradas ya antes de empezar el encuentro, al pedir “un acuerdo rápido”. Al democristiano le preocupan mucho los sectores castigados con los aranceles del 25% (automóviles y componentes) y el 50% (acero y aluminio) por su peso en las exportaciones de su país. Por eso, a principios de esta semana vino a decir que la Comisión debería focalizarse en algunos sectores estratégicos en sus conversaciones con Washington.

Otros países, en cambio, no verían con malos ojos que se prorrogara el plazo inicial que finaliza el 9 de julio si el resultado a esa fecha es muy oneroso para la UE. En ese grupo podría incluirse Dinamarca, cuya primera ministra, Mette Frederiksen, ha advertido de que la Unión debería tener lista “una respuesta equivalente, si los estadounidenses se mantienen firmes”.
La jefa del Ejecutivo danés ha atacado, además, a Trump al subrayar que “una guerra comercial entre aliados es un error”. “Es raro socavar las economías de cada uno cuando ayer, en la cumbre de la OTAN, estábamos de acuerdo en que hay peligros por todas partes”, ha agregado.
El resto de líderes han hecho declaraciones más genéricas sobre el tema y se han limitado a cerrar filas con la Comisión Europea, que es el órgano que se encarga de negociar con Washington. Todos menos el primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, que también en este asunto se empeña en ir a la contra del resto de países.
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