Cristina Medina, actriz: “Cuando acabé el tratamiento de cáncer se me vino el mundo abajo”
La intérprete anunció en 2021 su diagnóstico y comenzó a compartir su experiencia en Instagram. Cuatro años después, ha creado Oncolomeeting, una aplicación cuyo objetivo es combatir “la sensación de incomprensión y soledad” que sufren los pacientes oncológicos


El año 2021 le cambió la vida a la actriz Cristina Medina (Sevilla, 54 años): a mediados de julio, durante una mamografía rutinaria por sus 50 años, los médicos descubrieron que tenía dos tumores, uno biliar y otro ductal, y le diagnosticaron cáncer de mama. Tras una operación en septiembre y durante los dos años que duraron sus sesiones de quimioterapia, radioterapia y tratamientos hormonales y ováricos, comenzó a compartir su experiencia con sus ahora 344.000 seguidores en Instagram y constató un hecho obvio del que no había sido consciente hasta ese momento: más personas tenían cáncer y compartían su situación. Sus publicaciones y el feedback que recibió hicieron que Medina quisiera ir más allá: el pasado 21 de junio lanzó su aplicación Oncolomeeting, creada para combatir “la sensación de incomprensión y soledad que los pacientes oncológicos sufrimos”, cuenta por teléfono a EL PAÍS.
“[El cáncer] es un show detrás de otro, un susto tras otro hasta que dejas de escuchar, solo oyes un pitido y no te enteras de nada. Hay una especie de instinto de supervivencia que hace que vayas a todos los lados, pero, como estás en shock, no te enteras de nada”, resume Medina sobre cómo vivió el proceso que la sumió en un limbo creado por la gravedad de su enfermedad. Cuando acabó el tratamiento, la realidad le golpeó. “Se me vino el mundo abajo. Se crea un cirio mental impresionante donde vas asumiendo tu realidad y te enfrentas a tu nueva vida, en muchos casos con secuelas orgánicas y en otros con muchísimas secuelas económicas”, asegura la intérprete conocida por millones de personas por su papel de Nines en La que se avecina.
En la cabeza de Medina, cuando le diagnosticaron cáncer, surgió un pensamiento recurrente: “Mis hijos no merecen quedarse sin madre”, cuenta. Una idea que, a pesar de la tristeza que acarrea, le ha dado “mucha fuerza”. “Cuando verbalizaba el momento este de ‘para vivir así, prefiero no vivir’, me daba cuenta de que lo decía y pensaba: ‘Vamos a ver, esto no se lo merecen estos dos señoritos [sus hijos Gerard y Leo]”, recuerda. “Habrá mucha gente que también habrá tenido esa mentalidad y no está con nosotros, desgraciadamente. Y yo si me tengo que ir, pues, ¿qué vamos a hacer? No somos eternos, pero, si me dan a elegir, prefiero no irme”, sentencia.

Sus hijos también fueron “un gran recurso” para ella durante su enfermedad. Pero el apoyo no venía solamente de ellos. “He recibido todo el del mundo. Mis hijos, mi pareja, el padre de los niños, mis amigos, mi hermana, mis padres...”. A pesar de que su círculo más íntimo la ayudó y acompañó en el proceso, en algunas ocasiones la situación le sobrepasó. “Cuando estás sola, no sola de que no tienes a nadie de tu entorno, sino sola de que no comparten tu situación, a veces crees que te estás volviendo loca o que solo te pasa a ti. Entonces tus pensamientos terroríficos empiezan a ir a más”, reconoce.
Esta situación propició que compartiera su experiencia con el cáncer a través de vídeos en Instagram. Pero ese no fue el único motivo: “Esta enfermedad es una putada, ya no solo orgánicamente hablando. Burocráticamente, es una putada y emocionalmente es una putada. Muchos pacientes pasan desapercibidos y eso es injusto. Por eso dije: ‘Mira, pues yo voy a aprovecharme de que no paso tan desapercibida para dar un poquito de caña por mi lado”. “Me grababa en el momento en el que me estaba viniendo una reflexión que podía ser: ‘Estoy hasta el coño de que me digan valiente”, pone como ejemplo. Cada vez que compartía una nueva publicación en su perfil, comenzaban a llegarle mensajes hasta que se dio cuenta de que, al mismo tiempo que ayudaba a otras personas, estas le mostraban que no estaba sola. “Tuve la oportunidad de compartir [la experiencia] con un montón de personas y te vas dando cuenta que lo que te pasa a ti también le pasa a los demás”, afirma.
Ante las recurrentes respuestas a sus vídeos, Medina comenzó a buscar una manera más sencilla y directa para que las personas con cáncer pudiesen comunicarse entre ellas y paliar, en sus palabras, “la sensación de soledad absoluta e incomprensión que la mayoría de los pacientes sufrimos”. Tuvo la idea de crear Oncolomeeting y, en 2024, ocurrieron varias cosas que fueron el germen de su app: lanzó la campaña 1 euro es mucho si somos muchos para recaudar fondos para su proyecto, conoció a David Galán, “asesor fiscal y un superviviente de cáncer de Ewing”, y al oncólogo-radiólogo Javier Anchuelo. Gracias al dinero que recaudó y con la ayuda de Galán y Anchuelo constituyeron en otoño de 2024 la Fundación Oncolomeeting. “Sin ánimo de lucro, para luchar por nuestros derechos burocráticos y sociales”, la define la intérprete.
Con el respaldo de la fundación, Medina lanzó el pasado 21 de junio la aplicación Oncolomeeting (se puede comprar en Apple Store o en Google Play Store por 4,99 euros). Fue “creada para pacientes, acompañantes y personas que han tenido cáncer, con el objetivo de crear una comunidad de apoyo para combatir la soledad y el aislamiento que acarrea la enfermedad”, explica. Con esta plataforma digital, la actriz también aboga por investigar en medicina regenerativa: “Para que los efectos secundarios nos dejen tener una vida más digna. No queremos sobrevivir, queremos vivir”.
Su aplicación, según especifica, no aporta ayudas económicas a ningún usuario. “Crea una red de apoyo”, dice antes de explicar cómo funciona: “Tú tienes un perfil de paciente, superviviente o acompañante (que puede ser anónimo), y, cuando clicas en una persona, ves información sobre ella, como su tipo de tumor, su tratamiento o su zona. Si te interesa contactar con alguien, le mandas una solicitud y vas creando tu propia agenda y formando grupos”. También existen perfiles de voluntarios, hospitales y clínicas —a los que sí se les exigen datos e identificaciones—.

Cuatro años después de su diagnóstico, la vida de Medina ha cambiado. “Es un sentimiento muy puñetero cuando no te reconoces en ningún aspecto de ti, ni de lo que pensabas, ni de tu alma, ni de nada”, reflexiona. “Ahora veo que empiezo a estabilizarme, pero también es un proceso psicológico muy potente donde hay un gran desamparo, porque cuando terminas el tratamiento te das cuenta de que estás vivo pero con unos efectos secundarios burocráticos, emocionales, económicos...”.
Cuando le dijeron que tenía cáncer de mama en lo último en lo que pensó fue en su trayectoria profesional. Pero, cuando acabó el tratamiento, quiso retomar su vida cuanto antes. “Con ese afán, me pedí el alta voluntaria y arranqué con mis producciones de LaMedinaEs, que en ese momento eran las obras ¡Ay Carmela! y Lunátika. Pero cuando terminé me di cuenta de que yo no estaba para tanto”, lamenta.
“Estoy muy cansada porque he sacado adelante algo muy grande y ha sido un trabajazo de, como dicen ahora los modernos, 24/7″, bromea. A pesar del agotamiento, Medina no va a parar de trabajar. Entre otros eventos que está desarrollando para recaudar fondos para su fundación, destaca un concierto benéfico de La Húngara en Sevilla, el próximo 19 de octubre. Además, trabaja en un podcast itinerante que irá por diversas ciudades de España hablando sobre distintas experiencias con el cáncer. Y continúa dedicándose a la música y, por supuesto, a la actuación: en agosto estrenó Los hermanos en el Festival Internacional del Teatro Clásico de Mérida y, el 2 de octubre de 2026, debutará con La Partener en Alicante.
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