Los bares ya no son lo que eran (y es más importante de lo que parece)

Lo cantaba Gabinete Caligari en 1986: “Bares, qué lugares tan gratos para conversar...”. O, al menos, eso eran entonces.
Porque queda poco de ello. Los bares ya no son un punto de encuentro, sino de consumo. Hay hora de salida, no existen las barras, el postureo está generalizado y los precios, casi prohibitivos.
Y no es baladí. Los bares eran uno de esos pocos lugares donde la gente se juntaba y, por un módico precio, podían pasar horas charlando. Tienen clara función social:
- En los pueblos pequeños y barrios es un anclaje fundamental de la vida común.
- Y un remedio contra la soledad no deseada.
¿Y qué ocurre con los bares modernos? Que no sirven para generar vínculos: las barras (donde se puede interactuar con cualquiera) tienden a ser eliminadas para optimizar el espacio y sacar más rentabilidad.
Pero ya hay movimientos de resistencia. El sociólogo Javier Rueda propone una ley que contemple la creación de establecimientos públicos estatales en pueblos pequeños: serían lugares a medio camino entre el bar de pueblo y el centro cultural.
©Foto: Javier Sánchez