Cada vez más adolescentes consumen fármacos contra la ansiedad (y pueden tener riesgos a largo plazo)

Uno de cada cinco estudiantes de entre 14 y 18 años (19,6%) ha consumido pastillas para la ansiedad o el insomnio.
- Casi el 10% de ellos admite que lo ha hecho sin una receta médica.
- Y hay un sesgo de género: el 26,1% de mujeres dicen haberlo consumido, el doble que los chicos (13,3%).
Y es un problema. No solo porque dichos fármacos generan dependencia y tolerancia, sino porque la adolescencia es una etapa donde el cerebro está en desarrollo y los riesgos tienen consecuencias de por vida.
- Pueden generar dependencia, es decir, la necesidad de seguir consumiéndolos para evitar síntomas de abstinencia.
- Y tolerancia: con el tiempo se vuelve necesario aumentar la dosis para lograr el mismo efecto.
Algunos expertos creen que se recetan “con mucha soltura”. Pero la cuestión es más profunda: el sistema de salud está tan desbordado que cuando los adolescentes llegan con un problema no hay tiempo ni recursos para atenderlos bien, por lo que los fármacos son la alternativa.
¿Qué se puede hacer? Los expertos exigen herramientas para brindar apoyo psicológico y psiquiátrico a los pacientes.
- Y creen que es clave que los jóvenes tengan espacios de diálogo con los adultos para que confíen en sí mismos.
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