Una tarta de queso parmesano, un helado con chocolate de Dubái y unos tacos auténticos: tres placeres para dejarse llevar
Llao llao, Álex Cordobés y Taquería Puerco son dignos de un buen fin de semana


El placer no necesita excusas, tampoco en un lugar como Madrid. A veces, basta con dejarse llevar por el antojo, ese que aparece a media tarde, después del trabajo o en mitad de un paseo sin rumbo. De vez en cuando conviene rendirse a lo que el cuerpo pide: algo dulce, algo intenso, algo que cruje o que se derrite. Esta semana hay tres razones para no resistirse.
Primero, una tarta de queso que desafía lo esperable con un giro italiano: un parmigiano reggiano de 24 meses en lugar de los quesos suaves de siempre. Después, un helado que mezcla yogur con chocolate negro e hilos de masa kataifi en una receta que cruza sin escalas el Mediterráneo y Oriente Medio. Y por último, unos tacos que no necesitan disfraz para demostrar que la autenticidad puede caber en una tortilla hecha a mano, con picante real, sin folklore importado.
Tres lugares, tres formas de decir sí a lo que apetece. Sin necesidad de celebración ni de pretextos. Solo buen producto, algo de técnica y mucha intención, que para eso está el fin de semana: para salirse del plan sin salirse de Madrid.
Una tarta de queso con parmesano para comerse dos países
Álex Cordobés ha convertido sus tartas de queso un fenómeno pop. Pero esta vez ha ido más lejos: se ha aliado con el Consorzio del Parmigiano Reggiano para firmar una edición limitada que mezcla técnica pastelera con un producto italiano con denominación de origen. El resultado es una tarta cremosa, salina, con notas umami que se descubren como una sorpresa. “Elegimos el parmigiano reggiano porque garantiza calidad y un sabor único, sin concesiones”, cuenta el propio Cordobés, director creativo y cofundador.

Huele a obrador madrileño: la textura es más densa que la habitual, el sabor más profundo y el final más largo. Solo está disponible hasta el 31 de octubre en formato pequeño. Ideal para dos personas. Tiene un precio de 15 euros.
Se vende exclusivamente en sus dos tiendas: Velázquez, 60, y el local de Las Rozas. No hay mesas, solo mostrador y atención directa.
Lo justo para entrar, elegir y salir con un postre que no necesita más explicación que una cuchara.
Un taco de pastor que sabe a México
En Taquería Puerco no hay margaritas. No hay Frida Kahlo, ni sombreros, ni guiños al mariachi. En Taquería Puerco no se interpreta México: se cocina. “Nos preguntamos cómo abriríamos una taquería si estuviéramos en México, no en Madrid”, dice Andrea Corral, copropietaria junto a Carlos Fernández. Así nació este local modesto, sin reservas ni menús largos, pero con cola desde que abrieron hace tres meses en la calle de Alberto Aguilera, 19.

Todo empieza por la tortilla: de maíz o de harina estilo Sonora, hechas a mano cada día. Solo hay cuatro tacos en carta: puerco, pastor, carnitas y uno vegano de rajas con crema —hecho con chile poblano, maíz y nata vegetal— que se ha ganado su lugar entre los favoritos. Las salsas, del uno al cinco en picante, acompañan sin precio aparte. Tampoco se improvisa: el ritmo es ágil y el guacamole (con totopos caseros) hace de único entrante.
“Algunos venían solo a por siete puercos”, recuerdan entre risas. El taco de pastor fue el primer éxito, pero hoy se piden todos más o menos por igual. El ticket medio ronda los 20 euros. No hay menú del día ni cócteles ni vino: solo tacos, cerveza artesanal mexicana y alguna que otra paleta de postre. Lo justo para escaparse —al menos por un rato— sin salir de Chamberí.
Un helado con chocolate de Dubái para cruzar el Mediterráneo
Chocolate negro, yogur helado y un topping crujiente de hilos de kataifi con salsa de pistacho. Esa es la combinación que propone Llaollao en su nueva creación, Dubai Chocolate Luxe, un postre pensado para quienes quieren algo más que dulce. “Queríamos unir texturas y temperaturas en una experiencia distinta, sin complicaciones”, explican desde la marca.
La mezcla no se anda con rodeos: el chocolate aporta profundidad y un punto especiado; el yogur, frescor y acidez leve; y el kataifi —una masa típica de los postres árabes— cierra el bocado con el crujido exacto. Todo montado sobre una base lista para llevar y comer en cualquier parte, sin florituras ni postureo.
Hay varios puntos en Madrid, pero uno céntrico y a tiro de paseo está en la calle del Carmen, 24. El ticket medio es de cinco euros. Y la experiencia, aunque breve, tiene algo de viaje: una cucharada que te lleva del centro al sur sin subirte a un avión.
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