La cocinera de cocaína de la puerta de al lado que estaba al servicio de una narcofamilia
La policía desarticula una organización dedicada a la fabricación y distribución de droga e interviene 14 kilos de sustancia en un piso de Arroyomolinos

Era una mujer normal a los ojos de todos. Una vecina más que llevaba de alquiler más de seis años en una vivienda de Arroyomolinos (Madrid). Pero en un armarito que servía como despensa ubicado en la terraza, había más de 14 kilos de cocaína y, repartidos por el resto de la vivienda, hasta 50 kilos de otros productos para lo que se conoce como “cortar” la droga, es decir, reducir su pureza para que salgan más bloques y obtener más beneficio. Ella era la única subcontratada por todo un clan formado por una madre, un padre, un tío, una hija y la novia de esta, cuyo negocio familiar era la importación y distribución de cocaína a intermediarios por toda España.
Esta familia tenía clientes repartidos por casi todo el territorio. El cabecilla era el padre y el resto tenía unos papeles muy bien definidos. La hija se dedicaba a la logística y se encargaba de repartir el dinero obtenido por el grupo en diferentes ubicaciones y el tío era el transportista, por ejemplo. De hecho, fue uno de esos viajes con droga lo que precipitó la desarticulación de la banda. El hombre fue interceptado intentando entrar en Murcia con cocaína en compartimentos ocultos de su vehículo.
El resto del grupo se enteró del arresto y se reunió en una nave, también en Arroyomolinos, para decidir qué hacían tras este golpe. La policía vio el momento de intervenir. Ese mismo día detuvieron al resto de implicados. A la madre, a la hija y la novia les pusieron las esposas cuando estaban llevando varios relojes y 64.000 euros a un apartahotel que la organización tenía alquilado en Puente de Vallecas. Esa misma nave era la que la familia usaba para reunirse con potenciales clientes y cerrar tratos, según fuentes policiales.
La mujer que se dedicaba a cortar la droga para su posterior venta tenía útiles y material por toda la casa. Es lo que, en el mundo delincuencial, se conoce como la cocinera. “A veces los traen desde sus países de origen y otras, aprenden el proceso cuando están en España”, explican fuentes policiales. La detenida utilizaba varios microondas, productos químicos y prensas para hacer los ladrillos de droga y que pareciera que acababan de llegar del país de importación. Cuando se registró su casa, había 87 kilos de precursores químicos en estado líquido y 50 en estado sólido. A pesar de tratar la droga para que perdiera porcentaje de pureza, conservaba unos estándares de calidad bastante elevados. Cada semana, salían de aquel domicilio 10 kilos de droga preparados para su venta.
“Llevaban un alto nivel de vida, teniendo en cuenta que ninguno de ellos tenía trabajo conocido”, ha destacado el investigador responsable de la operación, que ha desarrollado la sección V de estupefacientes de la Udyco de Madrid. Este policía ha explicado que todos los productos que la mujer almacenaba en un bajo de Arroyomolinos para elaborar la droga se guardaban sin ningún tipo de medida de seguridad, con el peligro que eso supone para ella misma y el vecindario. Un vecindario en el que nadie sospechó de esa discreta mujer que vivía con ellos desde hace seis años. Hoy ella y la narcofamilia duerme en prisión.
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