Sales y lo ves
Una exposición muy madrileña, dedicada a la obra de Antonio Palacios, que los vecinos hacen suya, en ella se reconocen, la viven día a día


“Ahora sales y lo ves de verdad”
Con demasiada frecuencia, para explicar exposiciones se utiliza un lenguaje grandilocuente, como si hubiera que elevarlas con términos pomposos, a veces de jerga, comprensible para los especialistas, incomprensible, por tanto inútil, para el resto. No es el caso de la frase inicial, simple, clara y concisa: “Sales y lo ves”. Pero, ¿de dónde salía el hombre que la pronunció? Del Palacio de Cibeles o Palacio de Comunicaciones o Ayuntamiento de Madrid, será por nombres. En concreto, de la exposición Madrid metrópoli. El sueño de Antonio Palacios. Arquitecto ―junto con Joaquín Otamendi― del edificio que acoge la muestra. Una metaexposición en tiempos de exposiciones inmersivas, esas en las que el visitante se sumerge en el tema de la muestra, ayudado por la tecnología, y tan pronto se ve en una playa de Sorolla, como en un pensamiento de Dalí, sin que haya ni rastro de sus obras. Lo de la brisa marina, las risas de los niños y el olor a mar aún no se ha conseguido. Nada de eso puede competir con Madrid metrópoli, Palacios dentro de su palacio. Solo hace falta asomarse a la ventana para ver otros, ¡qué mejor pantalla!, y para llegar a ellos un mecanismo sencillísimo: caminar cinco minutos, o menos; la sede del Instituto Cervantes y el Círculo de Bellas Artes están a tiro de piedra. La exposición se expande por la ciudad, ¿o es la ciudad la que se mete en la exposición?
Es muy didáctica: en la sala se observa, se escucha, se aprende... Y en la calle: se recuerda, se ve in situ y se pasea lo que muestra la muestra. Los recorridos los marcan los ejes de la exposición, y, precisamente, desde la plaza de Cibeles se puede elegir cualquiera: el de Gran Vía, el de Alcalá para llegar a la calle Mayor, o el de la Castellana, hoy fundamental en la capital, pero en tiempos de Palacios aún no lo era. Su buena intuición le hizo imaginar un nuevo salón del Prado en esa dirección, el futuro Madrid. De ahí, que el hospital de Maudes sea el único edificio que en las fotos expuestas se vea en un descampado, allí la ciudad aún estaba en construcción. No se lo pierdan, visítenlo, hoy es la Consejería de Vivienda, Transportes e Infraestructuras. Pero no solo muestra los grandes edificios públicos, también sus intervenciones urbanísticas y los inmuebles de uso residencial o comercial que ideó. Echo en falta fotos actuales, no solo históricas, ayudarían a los visitantes a situarse: “Ahí es donde está el Zara de Gran Vía”, “no no, más abajo, en el McDonald’s”, son el tipo de comentarios que se oyen. Un retrato también de la ciudad de hoy.

Es una exposición muy madrileña, a diferencia de la de que se pudo ver hace año y medio en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), Antonio Palacios. El rumor de la historia. El ruido del tiempo, que abordaba sus trabajos en toda España. En esta, viene que ni pintado eso tan castizo de “de aquí, de Madrid”. Cualquier vecino de la capital tiene su parte, la hace suya, reconoce sus lugares, sitúa sus recuerdos, se pierde (y se encuentra) en sus mapas. Es tan madrileña como la figura a quien está dedicada. Antonio Palacios nació en O Porriño (Pontevedra) en 1874 y murió en 1945 en El Plantío, en Aravaca, que aún no era Madrid. Vino a la capital a estudiar Arquitectura, como tantos en tantas épocas. No hay nada más madrileño que no ser de Madrid, esta verdad que ahora utiliza como eslogan una marca de cerveza es una descripción perfecta de la capital y sus habitantes, Palacios entre ellos. Y esa ciudad es la que se muestra, el Madrid del primer tercio del siglo XX, una metrópoli que se está modernizando y en este proceso juega un papel fundamental este proyectista y su idea de arquitectura como integración de todas las artes. Para prueba, sus bellísimas acuarelas ―no les falta detalle, ni de la decoración de sus creaciones ni del entorno, en algunas se pueden ver las mulas arando en los campos del fondo―. El creador del paisaje del nuevo Madrid, no olvidaba los paisajes del viejo Madrid.
Aviso a los amantes de planos, alzados, plantas, secciones transversales, mapas...: exposición peligrosa para todos los que tiendan a perderse en todos estos tipos de representaciones bidimensionales del espacio, pueden entrar y no salir en horas de cada uno de ellos, y luego, el culmen: ¡las maquetas! Qué maravilla la del Banco Español del Río de la Plata (hoy sede del Instituto Cervantes). Qué onírica la del Círculo de Bellas Artes, con esa imagen de esa ciudad por encima de las nubes, cual acrópolis. Y del cielo de Madrid, a lo que hay debajo del suelo: verle las tripas a la Puerta del Sol, las entrañas de la plaza, un laberinto de túneles de metro, en cuyo origen también tuvo un papel fundamental, ¡hasta diseñó su logo! Del skyline al suburbano, Madrid es una obra de Palacios, un sueño de Palacios.
“Ahora sales y lo ves de verdad”.

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