Vox impone su agenda en Alicante
El partido de extrema derecha pretende, y lo seguirá intentando, convertir el valenciano en un problema que le resulte rentable al pedir que la ciudad sea de predominio lingüístico castellano con el apoyo del PP

No creo que la petición que acaba de hacer el Ayuntamiento de Alicante a las Cortes Valencianas para que la ciudad pase a ser de predominio lingüístico castellano tenga algún efecto práctico. Aunque no podemos prever qué decidirán las Cortes Valencianas, todo apunta a que el Partido Popular está poco dispuesto a abrir un conflicto que en nada le beneficiaría. En Alicante, el castellano es claramente mayoritario, y la convivencia con el valenciano no ha generado fricciones hasta el momento. Otra cosa son los intereses de Vox que podrían obligarle a actuar en una dirección distinta. La alianza que forman Vox y el Partido Popular está sometida a los vaivenes del momento y nunca se sabe por dónde soplará el viento. Acabamos de verlo en Alicante donde Luis Barcala, el alcalde, ha debido aceptar la exigencia de la extrema derecha no por convencimiento, sino por necesidad. Aunque tratándose de alguien como Barcala, que ha hecho de la ideología líquida su mayor virtud, no parece que el tema del valenciano vaya a quitarle el sueño.
El único interesado interesado en que Alicante sea declarada una ciudad de predominio lingüístico castellano es Vox. La medida carece de efectos prácticos, pero permite a los de Abascal alzar la voz y hacerse notar. Hasta el momento, las acciones de Vox en el Ayuntamiento de Alicante han resultado modestas, cuando no ridículas, y apenas han captado la atención de los ciudadanos. Vox no tiene un proyecto de gobierno para Alicante ni, mucho menos, una idea de ciudad: sus objetivos son de un carácter más amplio y siempre dentro de un proyecto nacional. Es en este marco donde encaja su insistencia en el tema de la lengua. Vox pretende, y lo seguirá intentando, convertir el valenciano en un problema que le resulte rentable. Es una táctica habitual de los partidos de extrema derecha: crear conflictos que tensen y polaricen la sociedad, porque es en este clima donde obtienen sus mejores resultados.
¿Y la oposición? ¿Qué papel ha jugado la oposición en este asunto? Desde hace semanas se sabía que el tema iría al pleno y sería aprobado con los votos de Vox y del Partido Popular. La oposición dispuso, pues, de tiempo suficiente para armar su estrategia y presentarla ante los ciudadanos. Pues, bien, si tuviera que explicarle al lector en qué ha consistido esa estrategia, me vería en un aprieto. Algunas entidades cívicas y particulares sí se han manifestado con cartas públicas, por lo general muy bien argumentadas y razonables. Pero de la oposición municipal solo podemos decir que se ha comportado del modo habitual, es decir, con discreción y atonía.
A lo largo de los sucesivos gobiernos del Partido Popular -y ya son años-, Alicante ha contado con una oposición municipal correcta, trabajadora. El problema surge cuando pretendemos valorar el impacto público de esa labor y comprobamos que los resultados son escasos, casi inexistentes. Las diferentes personas que han ocupado ese puesto en el tiempo -ersonas, vuelvo a repetir, todas ellas serias, trabajadoras- no han logrado que sus ideas, sus argumentos, calen en el ciudadano. Es lo que ha vuelto a suceder en esta ocasión. ¿Por qué no se ha puesto en valor la abundante tradición valenciana que ha conformado la historia de Alicante? ¿Por qué no se ha apelado al bien común y a la riqueza que supone convivir con dos lenguas? De momento, la respuesta a las pretensiones de Vox es recurrir a la vía contencioso-administrativa para impugnar el acuerdo. Ustedes dirán.
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