Barcelona, capital europea de los mormones: “Estamos contentos porque hemos empezado a celebrar reuniones también en catalán”
Existen ‘influencers’ millonarias, ‘realities’ exitosísimos e incluso un musical satírico que demuestran una curiosidad nueva por una comunidad con costumbres que suenan muy antiguas.

Últimamente a mi pantalla no han dejado de llegar mujeres estadounidenses con ondas bien teñidas de rubio oscuro que preparan bocadillos de mozzarella y rúcula desde cero -quiero decir: amasando el pan y elaborando la mozzarella con leche no pasteurizada. Si te quedas un rato, se ponen vestidos neovictorianos y, con el marido y los niños, se van juntos a la capilla mormona. Pasas la pantalla y aparecen jóvenes que han abandonado esa comunidad y cuentan la perversión que vivieron: la represión, la ropa interior especial, la exigente formación misionera, los roles de género conservadores. Otros, desde dentro, hablan sobre cómo bordear los límites de lo permitido en el sexo y el consumo de alcohol. Todo es ajeno. pero no puedo dejar de mirar. Sabemos que tenemos que desconfiar del algoritmo porque beneficia siempre a lo más retrógrado y globalizado, pero basándonos en el mío, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días vive un gran momento. Mientras no dejan de salir estadísticas sobre el desinterés de los jóvenes por la fe, existen influencers millonarias, realities exitosísimos e incluso un musical satírico que demuestran una curiosidad nueva por una comunidad con costumbres que suenan muy antiguas.
Cuando busco en la página oficial de esta Iglesia, un Jesús representado por un actor que parece generado por inteligencia artificial me da la bienvenida y me explica los valores fundamentales: el amor de Dios, la vida eterna y sobre todo el Libro del Mormón. Una de las principales diferencias de esta corriente con el catolicismo es la autoridad religiosa: fundada en 1830 por el estadounidense Joseph Smith, conocido como vidente y polígamo, a quien fue revelado que se debía recuperar la iglesia original que se perdió tras el martirio de los apóstoles, sigue un sistema jerárquico encabezado por el profeta, que vive en Utah. Nada más lejano a la Cataluña secular, pero, como explica Ofèlia Carbonell, analista de tendencias de internet y autora del libro Les catalanes no es pinten (Pòrtic), su estética es la inspiración de la ola reaccionaria que vivimos en todas partes: el fenómeno viral del tradicionalismo Roro es en realidad una copia de la influencer mormona Nara Smith, que se graba mientras cocina lo que apetece a su marido con vestidos de volantes y voz casi pornográfica. Desde mi Barcelona de profesionales creativos en sofocantes pisos compartidos, el imaginario mormón -la esposa entregada, la familia numerosa, la casa con jardín, las comidas fastuosas los domingos- se vuelve un lugar terroríficamente reconfortante. Nos atrae lo que está ordenado según normas claras y a la vez sabemos que se pueden romper.
Carbonell analiza, sobre todo, la estética de la serie documental Las vidas secretas de las esposas mormonas, un gran éxito de la telebasura reciente que ha amenizado mis siestas este verano. Muestra la abyección de unas cuantas mujeres que se pasan por el forro y a la vez sufren las normas de su comunidad: de confesar intercambios de parejas a organizar un concurso de tartas para los maridos. Allí la fe es cosmética y las protagonistas no son exactamente modelos ejemplarizantes: lo adictivo es que te cuenten cómo juegan entre la represión y la transgresión, mientras lo visten todo con discursos de libertad feminista y amor por la familia. “Tiene gracia esta obsesión por la performance de ama de casa cuando todos saben que ellas son el sustento económico de la familia firmando contratos repletos de ceros por campañas, entrevistas, libros, shows”.
“La palabra mormón es un exónimo, es aquella con que se nos designa por nuestra creencia en una escritura, pero los que vivimos más la religión que la tradición que se le asocia, no la usamos”, afirma Xavier Real (Sabadell, 1994), miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días a quien he ido a buscar para que me cuente qué hay de todo este imaginario que no abandona mi cabeza en la realidad. “En cualquier sistema de creencias, a la gente le gusta buscar al que no las sigue: un caso de abuso sexual en la CUP atrae a todo el mundo, porque es un partido feminista; siempre funciona lo extremo”, me dice cuando le pregunto sobre la serie, “en el musical El libro del mormón nos llaman naíf y quizás tengan razón”. De familia de clase popular, ya es la segunda generación que forma parte de la comunidad. Su madre, hija de republicanos y reticente al catolicismo franquista, encontró en lo que le prometían los misioneros un consuelo inesperado.
En Cataluña (juntamente con parte de Aragón), hay actualmente (2022) tres estacas, la de L’Hospitalet, la de Barcelona y la de Lleida, con un total de dieciséis barrios (más dos en Zaragoza) presididos por obispos y tres ramas con un total de 5500 miembros. Real forma parte de una de las tres estacas (vendrían a ser diócesis) que hay en Cataluña, que en los años cincuenta fue puerta de entrada de la religión a España cuando los hermanos Joan y Jordi Ventura Subirats la importaron. Después de varias palizas de los grises, acabaron huyendo a Francia y la Iglesia no proliferó hasta que se firmó la ley de libertad religiosa en 1967. Desde entonces, se ha ido expandiendo, en parte gracias a la inmigración latinoamericana: “Estamos contentos porque recientemente hemos empezado a celebrar reuniones también en catalán”.
Dentro de poco Barcelona será una de las capitales de la comunidad en Europa: está firmado y se empezará a construir pronto un gran templo de 2.500 metros cuadrados, en Sant Cugat del Vallès, en un solar del barrio de Volpelleres. Será un edificio monumental de dos plantas con zonas ajardinadas, que se financiará con el 10% de los ingresos que todos los fieles donan a la iglesia. Hay pocos templos en Europa y este será centro neurálgico de Cataluña, Valencia y el sur de Francia. Quién sabe si algún día será escenario de algo. “Para nosotros un templo es un edificio especial, un vínculo entre el cielo y la tierra, no todo el mundo tiene acceso”. Las reuniones habituales se hacen en las capillas y en los templos se celebran actos de fe reservados a miembros en estadios avanzados del camino de transformación, como los sellos o las alianzas: “Un pacto con el señor en que tú te comprometes a hacer una cosa para que Dios te ayude con otra”. Nada de esto sale en series, redes ni musicales. Habrá unos días de puertas abiertas antes de que quede reservado como lugar de culto para los fieles, no se lo pierdan.
Las redes sociales han revelado que los hombres tienen una extraña propensión a pensar en el Imperio romano. ¿Cuál es el tuyo? Varias firmas de EL PAÍS cuentan en esta serie aquello en lo que no pueden dejar de pensar y buscan lo que hay detrás. Esta entrega trata de entender por qué un animal como el tigre genera tanto misterio y atracción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.