Confesiones de expresidente: de la tentación de “eliminar” a la cúpula de ETA al deseo de aprovechar “la oportunidad” del 11-S
Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy y sus colaboradores relatan en la serie `La última llamada’ cómo tomaron las decisiones más determinantes de sus respectivos mandatos


Cuando llegaron a La Moncloa, a los asesores de Mariano Rajoy les llamaba la atención una sala que siempre estaba cerrada. Un día, por fin, se acercaron a la puerta, oyeron a alguien, finalmente, se atrevieron a entrar.
—Buenos días, ¿y usted quién es?
—Soy asesor del presidente del Gobierno. Bueno, del presidente Zapatero.
“Nadie le había cesado”, explica Sergio Ramos, asistente de Rajoy entre 2012 y 2018; “seguía teniendo su credencial y los de seguridad, como lo conocían, lo dejaban pasar”.
Es una de las anécdotas que recoge La última llamada, serie documental que se estrena este jueves en Movistar + y en la que los cuatro expresidentes vivos del Gobierno repasan, con antiguos colaboradores, algunos momentos de su trayectoria. La sorpresa por el descubrimiento de aquel asesor que permaneció agazapado en La Moncloa hasta que detectaron que trabajaba para el inquilino anterior refleja bien cómo cada Ejecutivo ha hecho borrón y cuenta nueva para desplegar equipos y programas totalmente distintos. Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy tienen caracteres muy diferentes entre sí, incluso cuando pertenecen al mismo partido, pero la serie ha querido centrarse, precisamente, en lo que guardan en común. “El concepto que les propusimos”, explica el periodista Álvaro de Cózar, creador del documental, “era hablar del factor humano, de la soledad del poder, de cómo tomaron las decisiones más determinantes de su mandato solos, uno con su bonsái y otro sobre la cinta de correr. Los cuatro conocen bien los límites del poder: querer hacer una cosa y que al final puedas elegir entre dos sin que ninguna sea la que tú querías”. Por ese motivo, en los cuatro capítulos, de 55 minutos de duración cada uno, hay algunos temas que no aparecen, como la llamada policía patriótica del Gobierno de Rajoy; el estatut de Cataluña durante el Ejecutivo de Zapatero o el accidente y los errores en la identificación de las víctimas del Yak-42 y la catástrofe del Prestige durante el mandato de Aznar. Con distintos tonos y énfasis, todos reivindican haber dejado “una España mejor”, pero no todos admiten sus errores.

Felipe González y sus dudas sobre la eliminación física de la cúpula de ETA
El capítulo dedicado al primer presidente del Gobierno del PSOE se centra en el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN en 1986, el divorcio entre Felipe González y Alfonso Guerra, y la amenaza de ETA. En el primer caso, la decisión del presidente de apoyar la permanencia cuando, como secretario general del partido, se había opuesto radicalmente a que España formara parte de la Alianza Atlántica, dividió al socialismo. Colaboradores de González explican cómo decidieron plantear el referéndum como un “plebiscito” sobre el propio presidente, poniendo a los socialistas entre la espada y la pared, hasta el punto de que varios de ellos admiten en la serie que votaron a favor de la permanencia después de haber participado en manifestaciones en contra. Sobre Guerra, González asegura que la pérdida de su amistad le provocó “amargura” y Guerra cuenta cómo su amigo le cesó por carta. “Era como si nos obligaran a elegir entre mamá y papá”, recuerda un antiguo colaborador de González. El expresidente bajo cuyo mandato actuaron los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación, la guerra sucia contra ETA), afirma que dudó si ejecutar a la cúpula de la banda terrorista después de que le hubiesen advertido que estaba reunida en Francia. ”Me dicen que se les puede incluso eliminar y dudé, claro. ¿Podemos salvar 50 o 60 vidas si cortamos la raíz de la serpiente? La gente no me perdona que dudara, incluso compañeros, pero rechacé intervenir. Y 33 años después, me paro a pensarlo y vuelvo a tener dudas de si lo hice bien o mal".

José María Aznar vuelve a mentir sobre el 11-M
El capítulo de Aznar se centra en la guerra de Irak y el 11-M. En ninguno de los dos casos el expresidente admite error alguno. Sus antiguos colaboradores, como Carlos Aragonés, llegan a plantear los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE UU, que causaron 3.000 víctimas, como una oportunidad para el Gobierno de entonces: “Es la primera vez que EE UU está en una situación de demandar alianzas. Era lo que habíamos soñado y merced a la pesadilla del 11-S se nos brindaba en bandeja”. En la misma línea se manifiesta Alejandro Agag, entonces asistente de Aznar: “La razón específica de la foto de las Azores es secundaria, guerra en Irak o en Australia; el tema era estar con EE UU en un momento en que EE UU te necesitaba. Hay que aprovechar las oportunidades y se aprovechó”. Miguel Ángel Cortés, ex secretario de Estado de Cooperación, revela que el presidente estadounidense, George W. Bush, le preguntó a Aznar “si en el supuesto de un ataque a Irak contaría con su apoyo” y asegura que este le respondió que sí tras preguntarle cuándo iba a ser el ataque “porque había elecciones municipales en mayo y podía tener algún coste”. Al contrario de lo que han hecho otros involucrados en aquella operación apoyada en la falsa existencia de armas de destrucción masiva, como el ex primer ministro británico Tony Blair o la propia CIA, Aznar no admite su equivocación: “Ese tipo de razonamientos me parecen inútiles. Uno no juzga un momento determinado por lo que sabe después. (...) España estaba sentada en la mesa donde se tomaban las decisiones. Creo que no me equivoqué”.
Algo similar ocurre cuando toca hablar del 11-M. Aznar se remite de nuevo a ETA y al atentado que sufrió. “Durante muchos días, pensaba: ‘Qué extraño es que habiéndome intentado matar para no llegar, me dejen salir en triunfo. Eso me daba vueltas a la cabeza. Tachaba días en el calendario. Pero bueno, al final llegó. Y lo que yo deseaba que no pasase, pues llegó. Al final no iban a dejar que yo me marchara de una manera tranquila.” El expresidente insiste en que su Gobierno “dijo la verdad en todo momento”, es decir, vuelve a mentir. El Ejecutivo del PP trató de mantener hasta la jornada electoral que era ETA quien había cometido la masacre cuando la misma tarde del 11 de marzo de 2004 ya había pruebas que señalaban al terrorismo yihadista.

Zapatero: “Para gran parte de la sociedad era un traidor”
El capítulo sobre Zapatero se centra en la negociación con ETA y los recortes de 2010, cuando la prima de riesgo y el paro estaban disparados. “Para gran parte de la sociedad”, afirma el expresidente, refiriéndose al diálogo con la banda terrorista, “era un traidor”, pero el ejemplo de su abuelo, militar leal a la República fusilado por el franquismo, cuenta, fue siempre su “principal motivación”. En su testamento, que el padre de Zapatero le dio a leer cuando este tenía 14 años, había escrito: “Muero inocente y perdono”. Zapatero admite que fue “un error” asegurar un día antes de los atentados de la T-4 que el año siguiente el país estaría “mejor” y revela la noche en vela que pasó cuando el entonces jefe de ETA, Thierry, exigió hablar directamente con él o convertiría España “en un Vietnam” -no aceptó esa conversación-. También admite haber minimizado la crisis económica, a la que durante meses se refirió como “desaceleración”, hasta que, en mayo de 2010, anunció la reducción del salario de los funcionarios y la reducción de las pensiones, entre otros muchos recortes.
El episodio repasa las leyes sociales, como el matrimonio igualitario, el aborto, la ley antitabaco... “No dejó callo de la derecha sin pisar”, presume una de sus colaboradoras, Angélica Rubio.

Rajoy, arrepentido de haberse ausentado de la moción de censura contra él
También Rajoy tomó medidas contrarias a su programa, como subir los impuestos en su primer Consejo de Ministros después de haber prometido bajarlos en campaña electoral. El capítulo se centra en la amenaza del rescate; la irrupción de dos nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos, el procés, y la moción de censura que lo desalojó de La Moncloa en 2018. Rajoy revela cómo consiguió convencer a la canciller alemana, Angela Merkel, para que diera más tiempo a España para cumplir con las exigencias europeas y evitar el rescate. El médico, explica el expresidente, puede recomendarte que pierdas 15 kilos y tener razón, pero no puedes perderlos en una semana. Andrés Medina, antiguo colaborador, revela el impacto de la “nueva política”, la irrupción de Podemos y Ciudadanos, cuando “llegaron jóvenes guapos que hablaban bien y sin papeles. Era una especie de efebocracia frente al señor aburrido de la barba”. El equipo de La Moncloa meditó cómo hacer frente a los nuevos partidos y, finalmente, decidió explotar “la autenticidad” del opositor que se equivocaba al hablar y salía a caminar rápido. Varios antiguos colaboradores admiten errores en la gestión del desafío independentista, como que se celebrara el referéndum y las cargas policiales o haber actuado demasiado tarde: “Cuando alargas la toma de decisiones”, afirma José Sánchez Arce, “tu margen de maniobra también se estrecha. Al final solo le quedaba el 155″. Rajoy, que terminó aplicando ese artículo de la Constitución que suponía intervenir Cataluña, insiste hoy en que cree que hizo “lo que tenía que hacer”. El expresidente admite que se equivocó al ausentarse durante la moción de censura contra él, cuando pasó horas encerrado en un restaurante con su equipo mientras el bolso de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ocupaba su escaño vacío en el hemiciclo.
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